4.1.- Edad Moderna, Renacimiento y Posmodernidad
En el Renacimiento hubo un despertar, un asomo importante a ideas que revolucionaron la vida y el arte, pero las fuerzas dominantes continuaron imponiendo sus dogmas, por lo que el pueblo no tenía acceso a los goces terrenales de las élites.
El antropocentrismo imperó a partir de la Edad Moderna (entre el siglo XV y el XVIII), y estuvo ligado al Renacimiento y al resurgir del individuo como un ser con plena capacidad de decisión.
El antropocentrismo, a diferencia del ecocentrismo, establece que el ser humano es el centro del universo y que está situado en un plano superior al resto de seres vivos. Por supuesto, es una concepción desarrollada por los representantes del poder en componenda con la idea religiosa de la esencia divina del hombre. Así, la escolástica (movimiento filosófico que trata de armonizar la razón con la fe: la obra de Aristóteles con la Biblia, por ejemplo), trata de imponerse como guía ideológica durante el Renacimiento y además de lograrlo prolonga su influencia hasta nuestros días, a pesar de los duros golpes que le han propinado pensadores como Ptolomeo (descubrió la irregularidad del movimiento de la Luna), Copérnico (inauguró la astronomía científica), Darwin (fundador de la biología materialista y de la doctrina materialista del origen y de la evolución de las especies ) y Carlos Marx, quien elaboró por primera vez la concepción científica del hombre en su condición de ser social.
Es en medio de estas contradicciones que la creatividad trata de abrirse paso por sí misma, es decir: de manera libre, auténtica, sin control ni imposición de ningún mecenas, pero más allá de los cambios sociales y económicos producidos, los resortes del poder impedirán que los creadores, pensadores y científicos tengan su propio espacio donde desarrollarse libremente.
Aunque Leonardo da Vinci -quizá el más rebelde y libre de los creadores renacentistas- nos asombra con su portentoso genio aun bajo el amparo de mecenas, imaginemos por un instante los límites de sus aportes de no haber caído en las garras de Lorenzo el Magnífico: estadista, mecenas, diplomático, banquero, poeta y filósofo, el más conspicuo miembro de una familia de comerciantes y banqueros de Florencia que llegaron a gobernar la Toscana y a ejercer una influencia considerable sobre la política italiana: los Médici.
Los Médici son los multimillonarios de hoy que hacen alarde de sus colecciones de arte y abren fundaciones para promover la filantropía.
Ya hemos dicho que filantropía y mecenazgo son sinónimos. El diccionario dice otra cosa: entiende que mecenazgo es protección, tutela, defensa, sostén, beneficio, favor…, ¡qué lindura! Como recordarán, nos hemos referido a las consecuencias generadas por esta práctica
Empero, conviene agregar que la filantropía es una acción fríamente calculada para quitarle responsabilidad social al Estado y orientar los beneficios adquiridos -quién sabe por cuáles medios- a promover intereses ideológicos y económicos particulares, debido a lo cual manipularán la conciencia de las comunidades supuestamente beneficiadas.
Mas sigamos con el orden de los pasos históricos. En el punto en que estamos, conviene señalar que es en la segunda mitad del siglo XIX cuando se producen los primeros acercamientos al estudio de la creatividad, hecho coincidente con el rechazo abierto a la concepción divina de que el acto creativo procede de Dios y es el disfrute de unos pocos, y a la idea de que la creatividad era un rasgo característico de los varones, concepción todavía prevaleciente en algunas culturas: en su momento fue reforzada por científicos que afirmaban haber hecho hallazgos sobre “la heredabilidad de rasgos físicos”, lo cual encontró oposición en Darwin tras este demostrar que los cambios genéticos no son tan inmediatos “ni resultado de la práctica o del aprendizaje, sino que ocurren mediante mutaciones aleatorias durante la filogenia (relación de parentesco entre especies o taxones en general), para lo que se requieren grandes periodos de tiempo”.
En el estudio de la creatividad hay quienes sitúan la posmodernidad en los trabajos del antropólogo, inventor y escritor inglés Francis Galton (1869), sobre todo en su idea de libre asociación y de cómo esta opera entre “el consciente y el inconsciente”, que desarrollará Sigmund Freud desde su concepción psicoanalista “y la aplicación de técnicas al estudio de las diferencias individuales, que lo convierten en autor puente entre el estudio especulativo y el estudio empírico de la creatividad”, (ver: Aproximaciones epistemológicas y metodológicas al estudio de la creatividad, PsicologiaCientifica.com).