5.1.- Psicología, neurociencia y creatividad: era digital
La era digital es aquella época que abarca el inicio, apogeo y culminación de la revolución digital e informática de finales del siglo XX e inicios del XXI. Son muchos los progresos tecnológicos alcanzados. La informática, por ejemplo, ha transformado la vida cotidiana. Las herramientas digitales parecen infinitas. Y pensar que esto no hubiese sido posible sin la participación creativa de artistas y diseñadores tecnológicos.
Hasta ahora hemos dicho que el hombre es un ser creativo por naturaleza y que en la antigüedad no existía la palabra creatividad. En realidad fue el psicólogo estadounidense Joy Paul Guilford (1897-1987), conocido por sus estudios sobre la inteligencia con su modelo de Estructura de la inteligencia, quien en 1950 con su conferencia “Creatividad”, frente a la Asociación Americana de Psicología, dio comienzo a la publicación de una gran cantidad de literatura sobre los distintos parámetros que tratan de dar cuenta del fascinante tema de la Creatividad.
Antes que Guilford, el psicólogo alemán de origen checo, nacionalizado estadounidense, MaxWeithermer (1880-1943), fundador de la psicología de la Gestalt, había planteado que “El pensamiento productivo consiste en observar y tener en cuenta rasgos y exigencias estructurales. Es la visión de verdad estructural, no fragmentada”. Después, en 1952, Guilford diría que “La creatividad, en sentido limitado, se refiere a las aptitudes que son características de los individuos creadores, como la fluidez, la flexibilidad y la originalidad”. Nos dice, por otra parte, que la creatividad “es la combinación de dos tipos de pensamiento: el Convergente y el Divergente” (el primero está relacionado con lo que se denomina conocimiento base: la reproducción y memorización de los aprendizajes y hechos; el segundo es lo opuesto al pensamiento convergente e implica más creatividad).
Creatividad, en su más genérica acepción, no apunta a un proceso que sea exclusivo privilegio de mentes excepcionales.
Tiempo más tarde, el Catedrático y ex Director del Departamento de Psicología de la Universidad de Chicago, Mihaly Csikszentmihalyi, conocido por su obra Creatividad. El fluir y la psicología del descubrimiento y la invención, plantearía un enfoque muy personal acerca de la creatividad, que es, según él, “el resultado de la interacción de un sistema compuesto por tres elementos: una cultura que contiene reglas simbólicas, una persona que aporta novedad al campo simbólico y un ámbito de expertos que reconocen y validan la innovación. La creatividad es el equivalente cultural del proceso de cambios genéticos que dan como resultado la evolución biológica».
Después de la famosa conferencia de Guirfold son muchos los psicólogos, artistas, pedagogos, neurocientíficos y profesores de arte que han tratado de definir el concepto Creatividad. Recopilar este material y debatirlo sería una tarea importante para entender la dinámica de la creatividad en países que, como República Dominicana, adolecen de un sistema educativo compenetrado con las teorías y prácticas creativas más certeras y funcionales, sin las cuales es imposible entender el papel de la educación en el proceso de desarrollo social, por eso: Enseñar a CREAR no tiene precio. Creatividad, en el arte o en la ciencia, hace referencia a la capacidad de producir ideas que, aun cuando sean nuevas, tienen sus raíces en otras preexistentes en la cultura en que se vive o en la historia de nuestra humanidad. En su esencia, nos dice el profesor español Francisco Mora, la creatividad indica el hecho de encontrar asociaciones entre cosas o ideas alejadas entre sí, dando lugar a algo nuevo y diferente.
Creatividad, en su más genérica acepción, no apunta a un proceso que sea exclusivo privilegio de mentes excepcionales. Todo ser humano es capaz de ser creativo, o al menos innovador, en diferentes grados.
El lenguaje, por ejemplo, es un instrumento poderosamente creativo, tanto cuando se habla como cuando se escribe, pues en él se engarzan palabras o se construyen frases de un modo que es casi siempre nuevo, diferente, personal. Y así ocurre también en las constantes interacciones con el mundo.