No teníamos cámara. A mitad de los 80 nadie estaba en eso. Ese narcisismo crónico nos era desconocido, por lo que de esa madrugada  no existe testimonio gráfico. Luis llegó a las 3 am al apartamento del Invi. El 202.  Tocó dos veces. Le abrimos la puerta.

El Veterano en camiseta sin manga ilustrando algún Festival Internacional de la Juventud de un año cualquiera, pantalón negro azabache, guitarra en mano y un litro de Brugal.

Sentado en el sofá rojo tocó y cantó durante media hora algo así como un lamento monte adentro que solo él y nadie más que él podría descifrar.

Sentados en el suelo frente a Luis, parecíamos devotos de Krishna frente a una especie de iluminación. El lamento y la tonada salía de sus entrañas, sin retorcimientos, no era el Luis de las Ruinas ni de Casa de Teatro.

Más bien  un hombre de campo refrescando su rostro acalorado con agua del río. Su mejor concierto…para mí, claro. Veterano, siga en su gira celestial.

Ya no existen los cacos negros para que lances besos desde la tarima o le ofrezcas un trago. Siga en su gira celestial, Veterano, te extrañamos hasta los que te dejamos solos en el colmado Beller. Desde todos lados nos atacan con la lírica estiércol.

Hace falta tu rebeldía con miles de causas para mostrarnos los casi 200 años de vida republicana entre ahora sí y luego la peor de las decepciones. Como siempre, éxitos en su gira celestial.