MUERTE IRREFLEXIVA

De ninguna manera yo habría podido enterrarme a mí mismo en mi condición de muerto, a pesar de que me había pasado la vida cavando sepulturas para otros difuntos. Fue así como llegué a la conclusión de que la muerte no es en modo alguno materia reflexiva. Solamente en mi condición de vivo puedo bañarme, afeitarme, vestirme, lavarme las manos, mirarme en el espejo, leerme las correspondencias que llegan a mi nombre… Quitarme la vida tampoco podría catalogarlo como un suicidio mientras vivo.

DISCERNIMIENTO

La criatura terrestre estaba muerta. La miré, absorto, desde la mesa donde tomaba tragos, despellejada. Cuero, solamente le quedó en la cabeza y en las puntas de las patas. Colgada de un árbol, translúcida, cabeza abajo a la orilla de la carretera. Estaba en venta, por pedazos o el cuerpo entero. Entretanto, yo seguía tomando tragos, meditabundo, observando, con ansiedad generosa, el otro animal que alrededor de la figura deshollinada rumiaba sosegadamente este instante.

Luis Ernesto Mejía, en su biblioteca. Foto Liana Lama.

TRASIEGO

Para que la batería recargable de mi artefacto fotográfico recobrara una mejor vida, me recomendaron que la dejara totalmente morir. No obstante, en el trasiego de las comparaciones, ¿podríamos descargar el último soplo de un moribundo para curar la enfermedad de la materia?

RESOLUCIONES 

De mis resoluciones, en víspera de año nuevo, no tengo ninguna. Quizás dejar de fumar. O provocar tamaño escándalo cualquiera. Irremediablemente, morir es el  propósito genuino de la vida. Regresé a mi apartamento. El silencio. La inutilidad de volver a cocinar y fregar estos enseres.

DE LOS BIENES Y LOS MALES

La existencia es el origen de los residuos cotidianos que se agolpan en una mueca perpetua de asombro. En mi caso personal, la biosfera del ojo asaltada por las sombras flotantes de un enjambre de moscas. Toda esta conjura, juego invulnerable a las precauciones y que siempre se pierde, oculta un tormento inevitable solo aplazable por otro tormento inevitable. Asimismo, el valor intrínseco de la mierda y la orina tiene un precio indeseado que también corroe la vida.

FENOMENOLOGÍA

Allá, en el horizonte, las nubes de algodón para los ciegos que tocan este paisaje. 

PARADOJA

A pesar de que una piedra, un árbol y una rata morirán, yo soy el único enterado de que la muerte llegara un día. Pero como remedio exclusivo para curar la condición fatal de la vida. Es una amiga invisible que pacientemente espera para mitigar la soledad, las desesperanzas, el dolor y las preocupaciones. A veces pretendo posponer la muerte, prolongando el sonido acumulado en un elepé de un antiguo fonógrafo. Sin embargo, esto sería el incremento de una existencia precaria en un cuerpo viejo y cansado al que los dioses, a mi petición de inmortalidad, le negaron la eterna juventud. Descartada la posibilidad de posponer los cambios de mi deterioro, habría que apelar a la escatología de lo perdurable, predestinada a perecer con este libro.