En Vidas pasadas, ópera prima de la directora Celine Song, encuentro una reflexión sobre la alienación digital y su impacto significativo en los dilemas amorosos a lo largo del tiempo, de esa demografía millennial surcoreana que tiene problemas para manifestar los sentimientos. Pero en su narración de casi dos horas, no consigo obtener las mismas sensaciones de esa gente que la ha aclamado hasta el paroxismo desde su estreno en el Festival de Cine de Sundance con el sello de marketing de A24. En su horizonte de sucesos, es un drama romántico que tiene la singularidad de dialogar sobre la incomunicación, la nostalgia y el amor pasado en tiempos de alienación urbana, pero los personajes permanecen en situaciones demasiado higienizadas que, poco a poco, disuelven la capa de intimismo que encierra los significantes, hasta que no queda otra cosa más que una ausencia de gancho emocional que me atrape para sentir los defectos que muestran.

 

La trama, estructurada a través del recurso narrativo de in media res, se sitúa en los interiores de un bar en la ciudad de Nueva York y relata tres períodos específicos de Nora, una mujer sentada entre dos hombres que narra los acontecimientos de su vida desde la infancia hasta la adultez. En el primero, Nora (llamada en principio Na Young) es una niña muy despierta de 12 años que vive con su familia en Corea del Sur y que, durante la jornada escolar, forma una atracción mutua con Hae Sung, un niño tímido del que se enamora en silencio y al que no vuelve a ver en muchos años cuando su familia emigra hacia Canadá. En el segundo, situado 12 años después, Nora es ya una joven que estudia teatro en Nueva York e, insólitamente, se reencuentra con Hae en una publicación de Facebook, donde renuevan su vínculo en el formato de videollamadas por Windows Live Messenger, pero cae prisionera de la rutina y agota la paciencia de enamorarse a distancia, poniendo, en efecto, fin a la conversación. En el tercero, ocurrido 12 años más tarde, Nora es una escritora que goza de una vida privilegiada tras casarse con un dramaturgo judío del que se enamora en un retiro y, para sorpresa suya, de nuevo se reencuentra con Hae, que ha viajado hasta Nueva York para recuperar lo que se perdió entre ellos en las pantallas del ordenador.

 

Sin embargo, en ninguno de los tres actos soy capaz de sentirme cautivado porque, desgraciadamente, Song mantiene a los personajes en una superficie acomodaticia y blanda que nunca los saca de la inercia praxeológica, de unas acciones que solo funcionan como resorte diegético para interrogar los efectos de la incomunicación que se cataliza por la timidez y los rápidos avances tecnológicos de la era digital que alienan el espectro de sentimientos hasta reducir al individuo a la imagen dualista de un ser marcado por las oportunidades desperdiciadas que se refugia en la culpa, lo nostálgico y el miedo al compromiso para negar lo que verdaderamente siente en la madurez; una de las tantas realidades de los jóvenes millennials que ahora se traduce a la lengua coreana. Aunque los protagonistas están interpretados de forma orgánica por Greta Lee y Teo Yoo, son demasiados transparentes y se deduce, por sus diálogos, que tienen la vida resuelta más allá de las obviedades de amor imposible que iluminan el camino predecible de la imposibilidad de estar juntos.

 

Lo único que me logra cautivar, aunque sea minúsculamente, son algunos componentes estéticos que Song utiliza con cierta pericia para esquematizar los claroscuros de los personajes por medio del encuadre móvil, el sobreencuadre, el uso del color como acento psicológico y el estilo visual de la cámara de Shabier Kirchner que registra atmósferas urbanas que seducen mis retinas en algunas escenas, así como la banda sonora compuesta por Christopher Bear y Daniel Rossen. Todo lo demás se queda en asuntos triviales sobre el destino, los recuerdos, las indecisiones y el desamor, algo que he visto antes con mejores resultados en Manhattan (Allen, 1979) y Con ánimo de amar (Wong, 2000).

 

Ficha técnica
Título original: Past Lives
Año: 2023
Duración: 1 hr. 45 min.
País: Estados Unidos
Director: Celine Song
Guion: Celine Song
Música: Christopher Bear, Daniel Rossen
Fotografía: Shabier Kirchner
Reparto: Greta Lee, Teo Yoo, John Magaro
Calificación: 6/10