Un dolor real es una película que supone el segundo largometraje de Jesse Eisenberg como director tras Cuando termines de salvar el mundo. Mi encuentro de hora y media con ella se ha producido, en efecto, por el ruido que tuvo en el espacio mediático desde la edición pasada del Festival de Cine de Sundance, donde en reiteradas ocasiones llegué a escuchar que se trataba de una de las cosas más maravillosas que le pudo haber pasado al cine de 2024.
Desgraciadamente, en este lapso de tiempo no hallo nada de eso. Me parece una comedia dramática que ofrece una actuación dominante de Kieran Culkin, pero cuya narrativa se mantiene enfrascada en una superficie indulgente de coloquios que, a menudo, le quita emoción a su viaje sobre la hermandad, la depresión y el sufrimiento.
La trama se ambienta en un viaje desde la ciudad de Nueva York a Polonia y sigue la existencia de dos primos estadounidenses que viajan a Europa para visitar la casa de infancia de su difunta abuela y conectar con su herencia judía. El primero es Benji, un vagabundo franco, extrovertido y de espíritu libre, que detrás de su aparente felicidad oculta las heridas abiertas de un pasado de adicciones, inmadurez y fracasos. El segundo es David, un hombre maduro, pragmático, inseguro, que lleva una vida reservada como esposo y padre de familia.
En general, la narrativa construye las peripecias de estos primos con algunas similitudes de la poética de las ciudades del cine alleniano, donde los espacios abiertos de la ciudad europea sirven como una especie de refugio para que los personajes revelen dilemas morales a través de las conversaciones que sostienen a modo de turismo interno en lugares emblemáticos de marcada índole cultural.
Sin embargo, sospecho que le falta algo de impulso al asunto de los dos primos porque, entre otras cosas, la trama reduce sus acciones a una serie de diálogos reiterativos que nunca amplía su desarrollo psicológico más allá de esas obviedades descriptivas del guion que se mantienen implícitas para evitar frecuentar los lugares comunes en la ironía de los polos opuestos.
De esta manera solo consigo quedarme en un estado de abulia cuando veo que se repite la impertinencia del primo honesto que busca ser el centro de atención con su afán de rebeldía; las anécdotas del primo tranquilo que se niega a aceptar que el alborotador que lo avergüenza es parte su familia; el intercambio cultural de los turistas orientados por el guía turístico que es conocedor del Holocausto.
Las escenas, en su punto dialógico, revelan cosas de los personajes como la decepción, la culpa, la desesperanza, el suicidio, el multiculturalismo, la adicción, la disfuncionalidad familiar y los retos de los inmigrantes judíos. Pero todo está demasiado higienizado en las dimensiones progresistas más obvias porque las motivaciones de los personajes funcionan, en su síntesis discursiva, para elaborar un comentario sobre el dolor compartido de dos primos con personalidades diametralmente opuestas que luchan contra sus propias formas de lidiar con la angustia y el distanciamiento.
En este sentido, las actuaciones de Culkin y Eisenberg poseen cierta eficacia cuando emplean sus respectivos registros expresivos para interpretar a los dos primos desiguales. Uno se roba casi todas las escenas al interpretar a un primo irreverente, indisciplinado, holgazán, depresivo, que detrás de los arrebatos sin filtro esconde el temor a la madurez y las responsabilidades adultas; en lo que posiblemente sea la mejor actuación de su carrera hasta ahora. El otro, en cambio, asume el papel de un hombre responsable, correcto, indeciso, que como buen sujeto del rendimiento debilitó el vínculo que solía tener con su primo para atender su faceta paternal, a pesar de que en secreto lo admira y lo envidia porque es la persona que siempre quiso ser.
Las actuaciones de ellos son de las pocas cosas que me resultan aceptables junto a algunos hallazgos estéticos que encuentro en el gran plano general, el uso proxémico del espacio y la música que escucho en los nocturnos para piano de Chopin. El resto, francamente, me parece tan regular como olvidable.
Ficha técnica
Título original: Un dolor real
Año: 2024
Duración: 1 hr. 30 min.
País: Estados Unidos
Director: Jesse Eisenberg
Guion: Jesse Eisenberg
Música:
Fotografía: Michal Dymek
Reparto: Kieran Culkin, Jesse Eisenberg, Will Sharpe, Jennifer Grey, Kurt Egyiawan
Calificación: 6/10