La más reciente película del director sueco Ruben Östlund fue la flamante ganadora de la Palma de Oro en el festival de Cannes, convirtiéndose Östlund en el noveno autor en recibir el premio. Aún nos preguntamos cómo pudo suceder que una historia tan hueca e insustancial haya alcanzado tal distinción. La película es una comedia de situaciones anodinas disfrazada de crítica incisiva a la banalidad y al privilegio.
La historia esta estructurada como sátira social presentando tres episodios que siguen a una pareja de modelos e influencers compuesta por Carl (Harris Dickinson) y Yaya (Charlbi Dean Kriek), en el primero de los cuales (por cierto, el más coherente de los tres), el aspirante a modelo Carl se perfila a la sombra de la supermodelo Yaya y una simple discusión sobre el pago de la cuenta de un restaurante escala hasta convertirse en una pugna de roles.
En el segundo episodio Yaya y Carl han sido invitados a un yate para multimillonarios entre los que se encuentran un rico empresario del procesamiento de abonos orgánicos que se denomina a sí mismo como “El rey de la M…”, una pareja propietaria de una fábrica de granadas de mano, una señora confinada a una silla de ruedas luego de un derrame cerebral y un magnate tecnológico solitario. El crucero está dirigido por un capitán borracho y marxista (Woody Harrelson) quien se rehúsa a asumir sus responsabilidades y desprecia profundamente a sus pasajeros y todo lo que ellos representan. Durante una cena de gala se desata una intoxicación colectiva y lo que acontece a continuación es un prolongado festín de excresiones de todo tipo que luego de unos cuantos minutos deja de ser gracioso y cae en la redundancia y el mal gusto.
En algún momento ocurre una explosión en el barco y acto seguido un puñado de sobrevivientes llega a una playa que se presume es una isla desierta. Este es el inicio del tercer episodio, en el que se ponen de manifiesto aún más las enormes desigualdades entre los integrantes del grupo, sobre todo, cuando Abigail, una de las mucamas sobrevivientes del naufragio, asume el liderazgo por ser quien tiene las mayores habilidades de supervivencia y reclama todos los privilegios de su nuevo estatus, incluyendo los favores sexuales de Carl.
Triangle Of Sadness es un discurso ambicioso sobre fragilidad masculina, desigualdad social, incapacidad del ser humano para conectarse y futilidad arrivista. Ostlund quiso abordar tanto que no profundiza en nada y en su lugar presenta una historia con ínfulas incisivas cuya narrativa se deshilvana a lo largo de dos horas y media.
Una miríada desorientadora de personajes entra y sale de la pantalla sin que se intuya cuál es su verdadero propósito, sin embargo, aunque la historia no trasciende la mera estructura de ejercicio temático, los aciertos ostensibles giran en torno a la puesta en escena y a la dirección actoral, Dolly De Leon (Abigail), Harris Dickinson (Carl), Woody Harrelson (Capitán Thomas Smith) y Zlatco Buric (Dimitri) imprimen el tono correcto dentro del caos colectivo.
Triangle Of Sadness empieza con pasos firmes y a medida que avanza se siente como que hace un esfuerzo sobrehumano por encontrar algún significado, aun así, figura entre los diez filmes que se disputan el Oscar a la mejor película del 2022. Insistimos, no tiene nada que buscar allí.
Ficha técnica:
Título original: Triangle Of Sadness (El Triángulo de la Tristeza)
Género: Sátira, Comedia Negra
Año: 2022
Duración: 2 hr 29 min
País: Suecia
Director: Ruben Östlund.
Productores: Erik Hemmendorff, Phlippe Bober
Guión: Ruben Östlund
Música: Mikkel Maltha, Leslie Ming
Fotografía: Fredrik Wenzel
Edición: Ruben Östlund, Mikel Cee Karlsson
Reparto: Harris Dickinson, Charibi Dean Kriek, Dolly De Leon
Woody Harrelson, Zlatko Buric, Iris Berben
Distribución: NEON