Luego de un par de zigzagueos consigo ver con cierto retraso a Top Gun: Maverick, la secuela de Top Gun que hace un tiempo se convirtió en una de las más taquilleras de la historia y, por lo visto, ha gozado de una lluvia de elogios de gente que la cataloga como un logro sin precedentes en el cine de acción. Pero al parecer vi otra cosa.

Como cinta de acción vuela a una altitud superior a la original con unas pocas secuencias aéreas que demuestran la pericia de Tom Cruise para pilotear lo que sea, pero no le encuentro el sentido de adrenalina a las rutinas de vuelo y las misiones más predecibles en la zona de peligro del enemigo desconocido. Su conjunto es un poco desajustado por ese afán de Kosinski de acercarla a la predecesora con la cuota excesiva de nostalgia y señas autorreferenciales, aunque, desde luego, se deja ver.

En esta ocasión, la trama se sitúa 36 años después de los eventos de la primera entrega, donde el capitán Pete "Maverick" Mitchell sirve como piloto de pruebas de la Marina de los Estados Unidos y durante años ha esquivado el ascenso en el escalafón de los rangos para seguir volando como piloto condecorado con más de 33 años de servicio, aunque luego de destruir el prototipo de un avión hipersónico en un vuelo de prueba no programado a velocidad Mach 10, su amigo y antiguo rival, el ahora almirante Tom "Iceman" Kazansky, le ordena ir a la escuela de aviación de Top Gun para entrenar a un grupo élite de jóvenes aviadores con el fin de realizar una misión casi suicida en territorio enemigo: bombardear una instalación de enriquecimiento de uranio de una nación rebelde sin nombre.

En términos generales, el asunto es muy similar a la predecesora cuando muestra los pilotos rebeldes de la academia que desafían la autoridad con altanería, las festividades en los bares, la camaradería masculina, los encontronazos con los superiores, las jornadas de prueba aérea en los cazas de combate que sobrevuelan las planicies a velocidades supersónicas. Pero la diferencia fundamental, supongo, es que Maverick es mostrado aquí como un hombre que no deja ir el pasado, todavía enamorado de la otra mujer que dejó atrás (y madre de su posible hija adolescente), afectado profundamente por la muerte de su compañero Goose, que busca reconciliarse con el teniente Bradley Bradshaw (hijo de su amigo) actuando como su mentor y que, además, como instructor se responsabiliza de entrenar a los pilotos con todas las habilidades que domina para que no cometan en el aire los mismos errores que él cometió antes, con el típico tono heroico que resalta la americanidad y el product placement de gafas, motos y chaquetas de cuero.

El caso es que no me engancha lo que veo porque todo parece mantenerse en una inercia de situaciones calculadas que solo coloca a los personajes en una superficie de descripciones triviales como detonante de acción, donde se sabe de antemano que van a cumplir la misión porque los villanos son lo suficientemente ineptos como para enfrentar la astucia del héroe norteamericano al que todo le sale bien. Solo destaco algunas de las secuencias aéreas que se edifican con un montaje palpitante y con cierta credibilidad al encuadrarse con las cámaras IMAX que ilustran de forma vertiginosa la presión que ejercen las fuerzas gravitatorias sobre los pilotos dentro del cabina a través del plano medio, el primero plano y el plano subjetivo, con unos efectos de sonido envolventes. Todo lo demás constituye para mí un espectáculo prescindible, aceptable, cargado de clichés como los misiles de un F-18.

Ficha técnica
Título original: Top Gun: Maverick

Año: 2022
Duración: 2 hr 11 min
País: Estados Unidos
Director: Joseph Kosinski
Guion: Ehren Kruger, Eric Singer, Christopher McQuarrie
Música: Harold Faltermeyer, Hans Zimmer, Lorne Balfe, Lady Gaga
Fotografía: Claudio Miranda
Reparto: Tom Cruise, Miles Teller, Jennifer Connelly, Jon Hamm, Glen Powell, Ed Harris, Val Kilmer,
Calificación: 6/10