Es un tipo de filme que punteó una vía diferente a los filmes de guerra de gran presupuesto en USA. Sinopsis: Segunda Guerra Mundial, 1944. Tras el desembarco de los Aliados en Normandía, a un grupo de soldados americanos se le encomienda una peligrosa misión: poner a salvo al soldado James Ryan.
Los hombres de la patrulla del capitán John Miller deben arriesgar sus vidas para encontrar a este soldado, cuyos tres hermanos han muerto en la guerra. Lo único que se sabe del soldado Ryan es que se lanzó con su escuadrón de paracaidistas detrás de las líneas enemigas.
Pues bien, luego nos enteramos que se trata de soldados judíos tal cual el presidente Eisenhower. La narrativa se embarca en mostrar el show de horrores que son las guerras y la falta de toda lógica por su contradicción con el sentido de convivencia que debe primar en el mundo. No obstante toma muy en cuenta los postulados de imagen en la que afinca la idea fake de que USA solita ganó la guerra.
De pasada mencionamos qué hizo el Ejército Rojo en el Frente Oriental, desde Rusia para ganar la guerra: derrotó a 607 divisiones de las Wehrmacht, en el Frente Oriental murieron el 73% de los soldados alemanes, el 70% de sus aviones fueron destruidos, el 75% de sus tanques y el 74% de la artillería. Murieron 27 millones de soviéticos para lograrlo, todo para que Hollywood se jacte hasta hoy de que su ejército fue el gran vencedor de los nazis. -Y es lo que vemos en una miniserie rusa del 1972: Osvobozhdenie (Liberation)-.
Pero lo interesante de este formidable filme es que el hecho de recibir una misión muy personal, privada –lo dice el titulo–, de salvar a un tal Ryan es que ya vemos que ninguno de los soldados está allí con el supremo ideal de limpiar el mundo del fascismo. Están allí para cumplir con un deber y salir con vida.
Al menos tiene momentos de gran dimensión humana: un oficial que se esconde de su tropa para llorar, un soldado cuyo miedo paralizante hace que mueran varios de sus compañeros, otro soldado cuyo sentimiento de conmiseración para salvar a un niño lleva a que lo maten. Y así es como aprenden que la guerra no permite sentimientos.