Parpadea dos veces, el debut como directora de Zoë Kravitz, resulta ser para mí una película decepcionante en el mejor sentido de la palabra. Accedo a ella con expectativas moderadas, atraído quizá por el talento de Kravitz como actriz y artista multifacética.
Sin embargo, salgo con la sensación de que Kravitz, en su afán de construir un thriller sofisticado con comentario social, a menudo redunda demasiado para señalar los peligros de los depredadores y la masculinidad tóxica, suspendiendo el misterio en una trama artificiosa y predecible a la que le falta el filo necesario para cortar.
La trama tiene como protagonista a Frida, una artista afroamericana de uñas y camarera de cócteles que trabaja en un evento exclusivo junto con su mejor amiga; pero cuya existencia cae en una espiral de engaños cuando conoce al multimillonario magnate de tecnología que la invita junto a unos colegas para pasar unas vacaciones en una isla privada.
El asunto de la isla bonita me parece interesante, al menos, cuando Frida disfruta junto a los otros invitados de una jornada de lujos, drogas y piscina en un lugar paradisíaco construido sobre una base de mentiras fabricadas que esconden los rituales perversos de unos misóginos sectarios que no andan bien de la cabeza. Pero el efecto de intriga se pierde en un barullo inconexo que, por lo regular, suspende a los personajes en una inercia de situaciones planas y unos giros argumentales que parecen sacados de un manual básico de suspense. Todo es demasiado obvio en su eufemismo de la isla de Epstein.
Los personajes están mínimamente desarrollados, carecen de profundidad y solo cumplen una función descriptiva para impulsar el argumento en su campo situacional, donde en cada encuentro las pistas son esparcidas de manera torpe que me lleva incluso a anticipar con facilidad el desenlace desde los primeros treinta minutos.
La protagonista, interpretada por una actriz cuyo nombre no logro recordar, queda como heroína estereotipada que no evoluciona y cuya lucha, dicho sea de paso, nunca escapa del enfoque convencional de la víctima que se redime fácilmente de sus desgracias. Los personajes secundarios, comandados por Channing Tatum, son insulsos y, en algunos casos, olvidables. Cada uno de ellos parece existir únicamente para servir a una trama que se reduce a las fiestas a plena luz del día, las orgías nocturnas, el horror latente, los ritos siniestros, la violencia gratuita.
Da la impresión de que Kravitz solo los utiliza como autómatas para interrogar, desde la superficie, la resiliencia de la mujer para afrontar los abusos sexuales y condenar las prácticas misóginas de los hombres que tratan a las mujeres como si fueran objetos de placer, en un discurso misándrico y marcadamente feminista que señala a los hombres como los únicos culpables de la violencia contra la mujer. Esto es aceptable desde cualquier brújula moral. El problema fundamental, no obstante, es que se siente excesivamente larga y Kravitz se olvida de añadirle algo de sustancia al suspenso con fragancia a slasher.
Las decisiones estilísticas empleadas por Kravitz, por lo menos, contienen algunos hallazgos visuales que me dejan saber de inmediato que tiene inclinaciones estéticas particulares a través del uso del color, el primer plano, el contrapicado, las panorámicas, el plano simbólico y la construcción de atmósferas diversas. Sus recursos estéticos están manejados de forma competente, pero no son suficientes para sostener una narración que cojea desde el principio. Al final, no deja de parecerme un thriller que se vuelve autorreferencial desde el título. Parpadeo dos veces y, francamente, no me pierdo nada.
Ficha técnica
Título original: Blink Twice
Año: 2024
Duración: 1 hr. 42 min.
País: Estados Unidos
Director: Zöe Kravitz
Guion: E.T. Feigenbaum, Zöe Kravitz
Música: Chanda Dancy, Gabriel Garzón-Montano
Fotografía: Adam Newport-Berra
Reparto: Naomi Ackie, Channing Tatum, Adria Arjona, Christian Slater, Geena Davis
Calificación: 5/10