El renombrado director mexicano Guillermo del Toro, fabulista de primer orden, nos tiene acostumbrados a sus exuberantes fantasías plasmadas de sesgos sobrenaturales y criaturas monstruosas.
Como dato curioso sus obras maestras han sido las películas filmadas en España “El espinazo del Diablo” y “El laberinto del fauno”, ambas son exponentes de la iconografía de este genial autor, no olvidemos que su película del 2017 “The shape of the water” le valió un Oscar al mejor director y se alzó con el máximo galardón a la mejor película. Sin embargo, en su nueva entrega los monstruos son seres humanos de carne y hueso.
Del Toro elabora un remake basado en un noir de 1947, que a su vez es una adaptación de la novela homónima de William Lindsay Gersham. Cuenta la historia de Stanton Carlisle (Bradley Cooper) un vagabundo desempleado que va a parar a una feria itinerante donde traba amistad con la pareja de clarividentes Zeena (Toni Colette) y su esposo Pete (David Strathairn) estos le enseñan las malas artes de engatusar al público con sus trucos.
El carismático Stanton desarrolla sus actos de clarividencia y parte a la ciudad de Nueva York en compañía de su interés romántico Molly (Rooney Mara).
En la gran Manzana la pareja cosecha éxitos, en una de sus presentaciones conocen a una psiquiatra acaudalada, la doctora Lilith Ritter (Cate Blanchett) quien le sugiere timar al peligroso e irascible magnate Ezra Grindle (Richard Jenkins).
El filme evidencia un profundo contraste entre una trama oscura, enrevesada y decadente, minada de engaños y traiciones, en la que los personajes avanzan en espiral descendente hacia su propia condenación y la forma estilizada y elegante en que ha sido presentada.
Una historia en escala de grises fotografiada de manera policromática y exuberante. Un diseño de producción que recrea el Art-Decó de los años 40. Pocos directores son capaces de ensamblar un elenco tan talentoso, sin embargo, Blanchett y Jenkins se roban todas las escenas en las que aparecen.
Honestamente no nos parece la mejor película de Del Toro, la narración posee un inicio potente y va perdiendo impacto a medida que avanza, no obstante, contiene todos los elementos propios del estilo de su autor: detallismo, eclecticismo, dinamismo en la puesta en escena. El cine de Del Toro es cine de culto, de ahí que tenga una vasta legión de admiradores que no quedarán decepcionados con esta entrega.