Título original: Death on the Nile. Año: 2022. Género: Drama. País: UK. Dirección: Kenneth Branagh. Guion: Michael Green. Novela: Agatha Christie. Elenco: Kenneth Branagh, Gal Gadot, Letitia Wright, Armie Hammer, Annette Bening. Duración: 2 horas 7 minutos
Uno de estos ejemplos es lo que Rian Johnson hizo en la magnífica “Knives Out” (2019) cuando colocó al detective Benoit Blanc (Daniel Craig) en una misteriosa investigación de asesinato. Un legado de la calidad detectivesca que Agatha Christie siempre manejó en sus novelas y en la que Johnson imitó muy bien.
También cuando el propio Kenneth Branagh revisionó la novela “Murder on the Orient Express” (2017) en la que éste lucha por alcanzar la nostalgia y la belleza que hay contenida en esta historia.
Entonces, era inevitable que Branagh volviera a Agatha, a esa fuente que siempre le permite jugar con historias que potencialmente son universales y nunca envejecen. Por eso es el motivo de su nueva adaptación, “Muerte en el Nilo”.
Reservándose nuevamente el personaje icónico de la novelista, Hercule Poirot, Branagh encuentra los motivos suficientes para alcanzar a desarrollar una historia que transita entre el oficio de la adaptación y las manías por llevar su listón más allá de la belleza visual que en ella se despliega.
La historia transcurre durante unas vacaciones en el Nilo, en la que Hercule Poirot asiste a la boda de la millonaria Linnet Ridgeway (Gal Gadot) y Simon Doyle (Armie Hammer), pero que a su vez es interrumpido por la presencia de la ex-prometida de Simon y amiga de Linnet, Jacqueline de Bellefort (Emma Mackey).
Para escapar de este acoso la pareja decide alquilar un crucero por el Nilo y despistar cualquier interrupción, pero en el trayecto la joven Linnet es asesinada y este investigador tiene que poner en claro su asesinato.
Aquí el bigotudo de Poirot intenta desentrañar los misterios que rodean el hecho, pero también despejar las sospechas que penden en todos los personajes involucrados en esta trama.
Con este “whodunit” al mejor estilo clásico, Branagh amortiza su relato con una amplitud de planos intentando ofrecer un espectáculo visual como un aliento más frente a las posibilidades de que el público sienta un placer estético por los paisajes y una curiosidad ambivalente por los resultados de la trama.
El director, a sabiendas de que la resolución del misterio es conocida hace tanto tiempo, no la puede convertir en el centro de la narración. Para esto busca la mejor manera de establecer giros, estilos y motivos entre sus personajes para que la fluidez de la trama no se enfoque en el hecho en sí, más bien en su exquisito trayecto.