Título original: The Matrix Resurrections. Año: 2021. Género: Ciencia Ficción. País: USA. Dirección: Lana Wachowski. Guion: Aleksandar Hemon, David Mitchell, Lana Wachowski. Personajes: Lana Wachowski, Lilly Wachowski. Elenco: Keanu Reeves, Carrie-Anne Moss, Neil Patrick Harris, Yahya Abdul-Mateen II, Jada Pinkett Smith. Duración: 2 horas 28 minutos.
Lana Wachowski (antes Larry) trabajando en solitario, trae nuevamente a la luz una de las historias más icónicas del género de la ciencia ficción en el cine, pues no es de dudar que desde que “Matrix” fuera lanzada en 1999, haya creado toda una legión de acólitos de este relato caracterizado por su imaginería visual y argumental.
Las implicaciones de su regreso son variadas, estas van desde el aire nostálgico de la serie hasta el planteamiento comercial y mantenimiento de un referente dentro del panorama actual en la que muchos filmes han seguido su impronta en pos de perseguir igual éxito.
Lo que se puede observar de esta entrega es que es una cinta llena de efectos visuales efectivos, pero que no alcanza a desarrollar la fuerza narrativa de sus predecesoras, más bien apuesta por la añoranza sin solucionar sus recursos argumentales.
Tampoco aspira a tener un sentido de continuidad pues su intencionalidad está en la construcción de una historia con sus recursos propios y sin importar que esta tome algunos vuelcos sin importancia.
En esta Neo (Keanu Reeves) vive una vida normal y corriente en San Francisco mientras su terapeuta (Neil Patrick Harris) le prescribe pastillas azules. Hasta que Morfeo (Yahya Abdul-Mateen II) le ofrece la pastilla roja y vuelve a abrir su mente fuera del mundo de Matrix.
A partir de aquí Neo y Trinity (Carrie-Anne Moss) deben rebuscar entre el viejo baúl de los recuerdos su conexión con su pasado y convertirse en los nuevos salvadores de la Matrix. De ahí es que parte lo de las resurrecciones, esa libertad de recomponerse a sí mismos en nuevos entes de cambio y volver a equilibrar las fuerzas permanentes del constante cambio.
Lo que ofrece Lana es una visión muy personal de lo que significó esta historia. Por eso Wachowski diseña una serie de escenarios legendarios, autorreferenciales para que sus personajes puedan transferirse diálogos aclaratorios que ayuden al espectador a conciliar la razón por la cual están viendo esta cuarta entrega.
Desde la primera, Reeves ha podido desarrollar toda una carrera en la que también ha declarado otros personajes para la memoria cinéfila como el legendario John Wick, el cual Wachowski se vale de esto para focalizar esta imagen dentro del universo cyberpunk de “Matrix” y utilizarlo a su favor.
Por otro lado, Carrie-Anne Moss presume de ser el artífice del regreso de Neo al ruedo mesiánico, pues sus hazañas han quedado grabadas dentro de uno cuantos bites de memoria que son recordados por los nuevos personajes y en algunos flashbacks que se dejan caer para recordar también a los personajes originales de las anteriores cintas.
La idea del reencuentro entre estos dos personajes es lo que ayuda a sentar una base superficial, pero efectiva que se interpreta en una historia de amor, la que siempre estuvo gravitando en toda la saga.
“The Matrix Resurrections” vuelve a dar una nueva oportunidad dentro de su propia idea que, aunque no llegue a la absoluta comprensión de los espectadores, se queda como un episodio final de rescate y romanticismo fiel.