Longlegs es una película que descubro, dicho sea de paso, como producto del marketing de guerrilla explotado día y noche por los anuncios promocionales de Neon, que se encargaron de divulgarla por las redes sociales como si se tratara de un evento sin precedentes en su catálogo de terror psicológico. Lo que observo en ella en apenas una hora y cuarenta minutos, me induce a pensar que la publicidad engañosa ha dado sus frutos. Como terror psicológico tiene un comienzo tenso que envía señales a mi espina dorsal con cada una de sus interrogantes, pero, desgraciadamente, su narrativa pierde su efecto de intriga cuando transita por las vías previsibles del thriller policial, que solo funciona desde la superficie para edificar, en su capa de signos, un comentario sobre la disfuncionalidad familiar y las consecuencias de la violencia contra la mujer.
Su trama se ambienta en la década de los años 90 en la localidad de Oregón y sigue a Lee Harker, una agente del FBI que investiga el paradero de un asesino en serie ocultista que es el responsable de asesinar a varias familias sin haber estado físicamente presente en los crímenes. En términos generales, el asunto de esta detective me mantiene adherido al asiento cuando veo algunas escenas en las que ella analiza los crípticos mensajes dejados por el psicópata y, además, rememora las experiencias traumáticas de su infancia que vuelven para atormentarla.
La trama se construye sobre las bases híbridas del thriller psicológico, el cine policial y el terror sobrenatural sobre posesión. Hay muñecas, familias poseídas, mujeres traumatizadas, policías obsesionados y un psicópata suelto que piensa que el diablo lo obligó a hacerlo. Si no hubiese visto El silencio de los corderos (Demme, 1991), Cure (Kurosawa, 1997) y Zodiaco (Fincher, 2007) diría que la propuesta, en apariencia, es original. Pero, por desgracia, no lo es. Parece más bien un barullo de todas estas. Y su narrativa se ajusta a una inercia de situaciones apresuradas que, en su estela de obviedades, carecen de un pulso que sea consistente para elevar la cuota de unas escenas que, por lo regular, se reducen a las discusiones a puerta cerrada entre el jefe y la oficial que buscan resolver el misterio; la investigación por las calles de los vecindarios; las decisiones éticas de la investigadora perturbada con síntomas de precognición; las locuras del asesino satánico que mata familias a distancia antes de dejar su sello de integridad. El ritmo tropieza en zonas irregulares. Los giros de tuerca se plantean con cierta gratuidad. Y los personajes están delineados sin sustancia porque solo responden a estereotipos artificiosos para rellenar las descripciones de escenas.
La interpretación de Maika Monroe me resulta algo tibia como la detective inexpresiva. El papel irreconocible de Nicolas Cage, no obstante, tiene un registro más creíble cuando utiliza el maquillaje prostético, la peluca y la extraña voz para interpretar a un psicópata satanista de aspecto andrógino que asesina a familias conservadoras como si se tratara de una versión retorcida de Marilyn Manson.
Con ellos, Osgood Perkins elabora un discurso soterrado sobre los corolarios del abuso sexual y la violencia doméstica que, dentro del marco de presentación, se entiende como la psicología fracturada de una mujer que descubre que su existencia es el producto de la decisión ético-moral de la madre que se sacrificó para protegerla del padre psicótico que la vigilaba desde el núcleo de una familia disfuncional. En pocas palabras, habla de las heridas psicológicas de una mujer que se da cuenta de que, antes de nacer, su padre fue un psicópata perverso que violó y manipuló a su madre para cometer actos de violencia. La muñeca, en este caso, simboliza, la inocencia perdida de las niñas que son víctimas de la violencia intrafamiliar.
Lejos de estas lecturas rebuscadas, encuentro que Perkins añade autenticidad a los hallazgos visuales, sobre todo por los valores estéticos que proyecta a través de las atmósferas lúgubres, el control tonal de la iluminación, el sobreencuadre simbólico y el uso proxémico del espacio. Esto es lo único que valoro porque, francamente, es un filme que nunca escapa de los lugares comunes del género.
Ficha técnica
Título original: Longlegs
Año: 2024
Duración: 1 hr. 41 min.
País: Estados Unidos
Director: Oz Perkins
Guion: Oz Perkins
Música: Zilgi
Fotografía: Andrés Arochi
Reparto: Maika Monroe, Nicolas Cage, Alicia Witt, Blair Underwood
Calificación: 6/10