En La sociedad de la nieve, el cineasta español Juan Antonio Bayona regresa al drama de supervivencia de tinta histórica, como lo había hecho hace 12 años atrás en la impactante Lo imposible. Ahora retrata el accidente del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya, que se estrelló en la cordillera de los Andes en 1972 con 40 pasajeros, incluyendo 19 del equipo de rugby Old Christians Club. Y es, por lo que sé, la tercera vez que la historia del accidente es adaptada al cine tras Supervivientes de los Andes (Cardona, 1976) y la regular ¡Viven! (Marshall, 1993).
Como drama de supervivencia, tiene momentos en que Bayona captura, con atmósferas y cierto realismo, las duras condiciones de los supervivientes, pero muchas veces tengo la sensación de que permanece situada en un terreno frío que sepulta la emoción bajo muchas capas de nieve, quedando en una zona convencional que me obliga a pensar lo suficiente como para darme cuenta de que el relato del siniestro se extiende innecesariamente durante dos horas y media.
Tras un breve prólogo que muestra los instantes de júbilo de los integrantes de un equipo de rugby uruguayo, la trama ocupa el epicentro de los supervivientes desde la perspectiva inicial de Numa Turcatti, luego sobrevivir al accidente aéreo en el que el fuselaje del avión se desprende hasta estrellarse contra un glaciar en el corazón de los Andes.
La secuencia del accidente está lograda con cierta precisión quirúrgica al mostrar desde distintos ángulos la fuerza del impacto y las fracturas de los heridos. Y me atrapa particularmente la manera en que se subrayan los conflictos internos, de esos individuos atrapados en un entorno inaccesible y hostil que pone a prueba los límites de la condición humana, mientras intentan sobrevivir a temperaturas bajo cero y se ven obligados tomar unas medidas desesperadas que los lleva hasta una línea delgada entre la ética, la amistad y la antropofagia.
En ese sentido, Bayona traza un comentario interesante sobre las decisiones colectivas y el manejo de crisis, de un grupo en estado de sufrimiento que sobrevive a un clima extremo sobre una dieta compuesta por la fuerza de voluntad y la carne de los cadáveres de sus compañeros muertos, en un extraño acto de canibalismo necrótico que, de paso, interroga también la moralidad y los dilemas religiosos de la fe.
Sin embargo, pasada la primera hora mi interés pasa a una etapa de deshielo que se evapora, a menudo, por la repetición de unos episodios que amplían el espectro de patetismo buscando golpes bajos y lugares comunes, donde los personajes reducen sus acciones a conversaciones fútiles sobre comerse a los fallecidos y buscar algún camino para escapar de la prisión de hielo. La psicología interna de los personajes escasea como el agua y la comida.
El drama peca de efectista. Lo que veo no me resulta tan visceral, pero sí reconozco, en efecto, que el asunto que me relata es bien predecible. Tampoco alcanzo a sentirme conmovido por la partitura de Michael Giacchino. Solo me parecen creíbles algunos de los actores del reparto encabezado por Enzo Vogrincic Roldán, Matías Recalt y muy especialmente la de Agustín Pardella como el calculador Nando Parrado. Y también hay algo de vida en el acabado técnico que ilustra, con un absorbente estilo visual de Pedro Luque, el panorama frígido de la cordillera de los Andes con una multitud de planos ambiguos que roban mucho de Chivo, casi como si se tratara de un documental didáctico de National Geographic. Es, cuanto mucho, una película decente sobre una tragedia helada, adelgazada con el toque condescendiente de Netflix.
Ficha técnica
Título original: La sociedad de la nieve
Año: 2023
Duración: 2 hr. 24 min.
País: España
Director: J.A. Bayona
Guion: J.A. Bayona, Bernat Vilaplana, Jaime Marqués, Nicolás Casariego
Música: Michael Giacchino
Fotografía: Pedro Luque
Reparto: Enzo Vogrincic, Agustín Pardella, Matías Recalt, Esteban Bigliardi, Esteban Kukuriczka
Calificación: 6/10