El arte de la fotografía es mágico. Se trata de un poder a que ha dado acceso la tecnología desde finales de la década de 1830 en Francia, cuando Joseph Nicéphore Niépce utilizó una cámara oscura portátil para exponer a la luz una placa de peltre recubierta de
betún.

La fotografía involucra mucho más que el poder capturar estelares o cotidianos y momentos de personas, captar actitudes, retratar ambientes que sirvan para documentar una época, una correlación de situaciones y hacer eso simplemente por el amor al arte de conservar documentadamente el pasado y el presente de generaciones, lo cual tiene un mérito especial del este libro.

Un ojo fotográfico único alejado de protocolos académicos e influencias grupales y un talento diestro apoyado mayormente, en la sencillez del blanco y negro, presenta de forma nueva, lo que había estado a la vista de todos en seis generaciones.

Aquí y Allá, libro con las fotos de Winston Vargas, auspiciado por Grupo Inicia, es una joya de arte, técnica básica y ojo fotográfico correspondiente a un tipo de fotógrafo que no pretende ser luminaria de nada, que no pertenece a grupos fotográficos profesionales de ningún tipo y cuya tecnología es la más sencilla posible, análoga y esa que se revela en un cuarto oscuro con ácidos durante (a menos durante la mayor parte de su trayectoria).

Esta labor fotográfica que nos asalta tiene como características la admirable sencillez de su técnica y la habilidad visual desplegada para documentar el entorno.

Winston Vargas, fotógrafo criollo, que llegó a la Gran Manzana en los años cincuenta, es el centro temático del libro iconográfico, adscrito a la Colección Inicia y que fuera presentado primero en su ambiente de origen: Washington Heigths.

El libro de 345 de páginas es contentivo de fotos que este dominicano captó de la vida en su barrio: a lo Washington Heights largo de cinco generaciones.

Hoy Winston tiene ochenta años y solo atesora en su ánimo ese sentimiento de que su deseo de documentar su comunidad, ha sido cumplido. Y más… no imaginó que su obra gráfica sería lleva al marco editorial de un ejemplar en los niveles más elevados de la facturación editorial.

Lo impactante de esta obra, en la forma en que expone buena parte de la producción fotográfica (no están todas las imágenes de Winston por un asunto de espacio y de curaduría editorial), es su marcada perspectiva de sencillez visual, que, simultáneamente, es una visión que profundiza en detalles, que retrata actitudes regularmente inadvertidas y expresiones de emotividad familiar.

Es sencillamente admirable la exposición de imágenes que expresa el poder documentar, sin pretensiones de nada, el cuadro básico, antropológico y social de la comunidad.

Winston Vargas probablemente no sabe que sigue los lineamientos de una escuela fotográfica universal, una corriente que depende de lo esencial, que se ocupa de aptar la estética determinada, ajustado el artista a sus expectativas, a sus habilidades y su tecnología, logrando verdaderas piezas de arte y documentales.

El artista capta miradas, sonrisas, gestos maternales y actitudes de protección, el cambio del ambiente, desde el verano hasta la blanca cobertura de la nieve, reproduciendo la geografía humana de esta comunidad, con el mérito de lograrlo de manera silenciosa sin pretensión de nada para compartir con tus amigos y conservar ese legado.

Esa preservación de la imagen de generaciones dominicanas en NY, es el gran mérito de este libro. Desde nuestra perspectiva, no sabemos dónde cómo le llegó la información de
la validez de esta obra visual, pero que sin dudas llegó en el momento justo para permitir que un grupo de profesionales produjera unas líneas editoriales y un producto que nos llena de orgullo tanto por su contenido y por su nivel y fuerza inspiradora con respecto de la dominicanidad en el exterior.

Admirables por las soluciones editoriales para definir un producto que ahora nos llega en forma de un libro de arte muy único, muy especial y que se constituye para quien lo reciba en uno de los regalos más memorables de su vida. La obra de Vargas debe servir de inspiración para investigadores sociales, para fotógrafos, para antropólogos y para sociólogos que deseen exponer, de analizar los diferentes puntos que él va exponiendo en su trabajo.

Este es un libro excepcionalmente hermoso, enmarcado en la impecabilidad del blanco y negro, expresión de tanto de un ojo fotográfico único y el talento diestro, que nos aporta para asombrarnos un tesoro que refleja lo que había estado a la vista de todos, pero que tenía necesidad de un instante azul que iluminara a un artista de la imagen, tal cual ha sido.