Mi necesidad de ver una película animada que me alegre el día me ha hecho ver Gato con botas: El último deseo, la secuela de la cinta de 2011 que sigue al famoso gato cosmopolita de la literatura de dominio público y que, de alguna manera, Dreamworks ha conseguido popularizar como spin-off del universo de Shrek. Pero por alguna razón que desconozco, sus imágenes no logran contagiar mi sentido de la vista y permanezco como un iceberg durante una hora y cuarenta minutos, asaltado por la sensación de que es una secuela aburrida que no supone para mí nada grandioso. Lejos de un estilo de animación destellante y de un desempeño de doblaje aceptable, su aventura pierde el encanto cuando el gato y su pandilla transitan con frecuencia por los mismos terrenos facilones en los que se ausenta la sorpresa de los cuentos de hadas.

 

En esta ocasión, la trama sigue al intrépido y ególatra Gato con Botas en los momentos en que desperdicia ocho de sus nueve vidas y se niega a seguir las sugerencias del médico que le recomienda retirarse, donde luego se encuentra con un perrito y con una gata negra muy intrépida llamada Kitty que era su amor platónico, con el fin de iniciar un viaje por destinos desconocidos para llegar, ayudados por un mapa mágico, a un lugar especial en forma de estrella que puede conceder un solo deseo a alguien que lleve el mapa.

 

En general, la aventura de capa y espada del gato tiene un arranque inicial que se deja sentir sobre mí, ante todo, por una animación estilizada en 3D que renderiza paisajes coloridos y dinamiza algunas secuencias de acción con un tono cercano al de una fábula en movimiento; pero cuyo núcleo central comienza a debilitarse perezosamente por una exposición narrativa que coloca a los personajes en situaciones paralelas que en la superficie nunca escapan de las fórmulas recicladas que me sé de memoria del cine animado de Hollywood, en la que por lo regular las acciones del héroe gatuno y sus amigos están sujetas a persecuciones redundantes desatadas por Ricitos de Oro, los Tres Osos y la cuadrilla de un pastelero corrupto que se hace llamar Jack “Big” Horner, además del lobo feroz encapuchado que asume la identidad de la Muerte. El factor de diversión se aleja de mí y no sé si se trata de la sequía creativa de los guionistas cuando abordan el comentario sobre el amor, la responsabilidad y las segundas oportunidades.

 

El trabajo de doblaje, al menos, contagia mis oídos cuando escucho las voces de Antonio Banderas como el Gato con Botas y de Salma Hayek como la gata Kitty, especialmente cuando hablan el inglés con ese acento español de fónica costumbrista; la química de sus dos personajes es palpable. Todo lo demás no me causa ninguna emoción significativa, pero sí la idea de que la aclamación que ha adquirido solo responde a la ya implantada cultura de diversidad en la que inclusión de los estereotipos es la norma ampliamente aceptada por los inquisidores de la corrección política.

 

Ficha técnica

Título original: Puss in Boots: The Last Wish

Año: 2022

Duración: 1 hr 42 min
País: Estados Unidos
Director: Joel Crawford, Januel Mercado

Guion: Paul Fisher, Tommy Swerdlow

Música: Heitor Pereira
Fotografía:
Reparto (voces): Antonio Banderas, Salma Hayek, Harvey Guillen, Florence Pugh, John Mulaney, Wagner Moura, Ray Winstone,
Calificación: 5/10