Exaltado, canoso, con su corazón de oro en la palma de la mano, Freddy llora por su país: por todo lo que debe ser corregido, por la marginalidad, por el desorden, por todo lo que él quisiera que fuera abismalmente distinto cuando él ya no esté para educar y hacer reír a los dominicanos. Llora el joven antiguo que luchó en el indeleble abril fogoso de 1965, el patriota sin resquicio para la duda, el estudiante caribeño en Brasil que clama por el regreso de la democracia en Santo Domingo. Llora mares el humorista, productor y presentador de televisión que transformó para siempre, en una simbiosis de cultura y entretenimiento, la industria televisiva en la República Dominicana. Llora el filántropo que, junto al Dr. Luis R. Cuello Mainardi, posibilitó salvar las vidas de multitudes de niños a través de la Fundación Corazones Unidos.
Aquella conmovedora escena de lágrimas y pique nos devuelve por un instante, en toda la extensión de su vitalidad, al Freddy Beras-Goico (1940-2010) que todos conocimos. Así se replican los momentos de tensión, tristeza, y carcajadas en la formidable película biográfica (biopic) Freddy (2023), dirigida por Giancarlos Beras-Goico, hijo de la legendaria figura dominicana, y producida por Alfonso Rodríguez. Los actores Augusto Feria —intepretando a Freddy en sus años de madurez, consagración y enfermedad— y Luis José Germán —dando vida al seibano en sus años de juventud— han descollado en esta cinta; han logrado acercarnos a la intimidad a la vez noble y explosiva de uno de los hombres más importantes de la segunda mitad del siglo XX en la República Dominicana. Complementándose con Axel Mansilla (como Giancarlo), Graciella Dietsch (Laura), Vlad Sosa (don Máximo), Yamilet Schecker (doña Angiolina), Pepe Sierra (Felipe Polanco «Boruga»), Fausto Rojas (Cuquín Victoria) y Héctor Aníbal Estrella (oficial de Guerra de Abril de 1965), la elección del elenco ha sido muy acertada. La participación de todos los que rodean a la estrella de la televisión es lo suficientemente acotada y elocuente para permitir siempre la expresión del carácter de Freddy, que domina el aire desde la convicción, la vislumbre de la novedad y el futuro en sus proyectos profesionales, la sensibilidad social, y el desinterés respecto al poder —resultan aleccionadores sus corteses rechazos de la candidatura vicepresidencial frente a Jacobo Majluta, Joaquín Balaguer y Leonel Fernández—.
En los últimos años se han multiplicado los biopics en el cine dominicano, para salud del arte de los Lumière en nuestro suelo. Con Freddy voy poniéndome al día, tras haber visto El teniente Amado (2013) —basada en la vida del teniente antitrujillista Amado García; doblada al inglés como Kill the dictator— dirigida por Félix R. Limardo, y Del color de la noche (2015) —basada en la vida del Dr. José Francisco Peña Gómez—, dirigida por Agliberto Meléndez. Espero que el cine dominicano siga dirigiendo su mirada hacia figuras y episodios de la historia dominicana, como en los ejemplos citados y en Hotel Coppelia, dirigida por José María Cabral, que aborda la Guerra de Abril.
De Freddy como proyecto teníamos noticias desde antes de la pandemia, hasta que, por fin, al verla, la espera ha valido la alegría y el esfuerzo. El guion de José Vásquez Green traza con crudeza un racconto: ya padeciendo de cáncer, el casi septuagenario Beras-Goico evoca un capítulo de su infancia junto a su padre en 1950, durante la dictadura, que le marcó para siempre. La llegada a la adultez del protagonista convive en la historia con sus últimos meses de vida, cuando ya está obligado a un sedentarismo incompatible con su espíritu. La aceptación de la enfermedad, el cobijo amoroso de sus familiares y la preocupación por la suerte del país aún en su ocaso revelan a un hombre de excepcional estatura moral. Mientras, se teje su biografía, inmersa en un tortuoso proceso de vaivenes políticos: la sombra de Trujillo, la pólvora de abril, la parsimonia sangrienta del Balaguer de los Doce Años… Freddy, luego de haber estado preso, de ser golpeado y afrentado, se roba el corazón de la República Dominicana, se erige en un emblema de la cultura popular por su virtuosismo como comediante y por su labor social en los programas «El Gordo de la Semana» y «El Show del Mediodía» y se convierte en uno de los personajes más admirados de nuestra historia contemporánea sin claudicar, sin postrarse ante el poder, logro difícil en nuestro país.
Para las generaciones que le vieron en sus años de mayor actividad, Freddy es un viaje a la nostalgia. Para quienes le vimos en sus últimos años, es una invitación, sobre todo, a la investigación y la admiración. Giancarlo Beras-Goico y su equipo de The Code Films han hecho una película de elevada calidad, un homenaje artístico a la altura de Freddy Beras-Goico, una lírica cinematográfica que es imposible apreciar sin lágrimas y reverencia, hasta que estalla la risa atronadora de Freddy y nos contagia y todos tenemos que reír sin parar hasta que nos duela.