Título original: Elvis. Año: 2022. Género: Drama. País: Australia. Dirección: Baz Luhrmann. Guion: Jeremy Doner, Sam Bromell, Baz Luhrmann, Craig Pearce. Historia: Jeremy Doner, Baz Luhrmann. Elenco: Austin Butler, Tom Hanks, Olivia DeJonge, Richard Roxburgh y Helen Thomson. Duración: 2 horas 39 minutos
El experimento que Baz Luhrmann (Moulin Rouge, 2001) ha realizado sobre la figura de Elvis Aaron Presley es uno de los ejemplos más innegables de cómo su imagen sigue estando muy presente en el cine occidental.
Siendo uno de los artistas más influyentes y prominentes del siglo XX, es innegable el afán exploratorio dentro del campo cinematográfico, parte de esas indagaciones que lo han convertido en un gran fetiche pop.
No es dudar que el espíritu de Elvis ha rondado en varias películas que tratan de fantasear sobre su naturaleza como artista e ídolo de multitudes que hoy en día lo mantienen vivo aún como si viviera todavía en su mansión de Graceland.
Algunas de estas aventuras están en cintas como “Heartbreak Hotel” (1988) en la que el actor David Keith se mete en la piel del Elvis en esta comedia de Chris Columbus; en la versión de Kurt Russell que tuvo lugar para televisión de 1979 titulada precisamente “Elvis” o el dramedia dirigido por Liza Johnson bajo el título de “Elvis & Nixon” (2016), que ficcionaliza la petición de Presley al presidente Nixon que lo fichase como agente secreto a las órdenes del Bureau of Narcotics and Dangerous Drugs. Además, de otras películas que de tanto en tanto han hecho referencias a su música y estampa.
Ahora llegando al actor Austin Butler interpretando la mítica figura, considerado el biopic cien por cien oficial, se explora la vida y la música de Elvis Presley a través del prisma de su relación con el coronel Tom Parker (Tom Hanks) su enigmático manager.
Elvis y Parker se convierten en el mecanismo de una delicada balanza que Luhrmann se propone equilibrar durante las más de dos horas de relato en la que trata de llegar a la profundidad del ser humano despejando aquellos trajes, aquel peinado y aquellas manifestaciones de su proceder artístico hoy presente en el imaginario colectivo.
Es con esa compleja relación de ambos que el director sostiene toda la estructura del filme moviéndolo como un péndulo entre la dependencia psicológica y la rivalidad de intereses, todo esto con el fondo del contexto de la revolución cultural y la pérdida de la inocencia en Estados Unidos.
Su aparente ritmo irregular podría parecer una falta de concentración en cuanto a la narratología, aunque lo que se busca es la acentuación de la personalidad del artista y cómo este va asimilando los cambios de su carrera y de su propia personalidad, obviando momentos de intimidad o felicidad que podrían haberle dado una mejor forma a la historia.
Butler, en la medida de la progresión de la historia, va asentándose en su interpretación teniendo momentos brillantes y muy esculpidos principalmente en las escenas de los conciertos; mientras que Hanks, cuyo personaje es quien cuenta la historia, se autodefine como un villano o como la verdadera mente maestra detrás del éxito.
En definitiva, “Elvis” es un filme musical construido a base de ingenio, creatividad y destreza fílmica, que puede ser aprovechado como una experiencia audiovisual colorida y frenética.