El cine de Alfred Hitchcock tiene esa particularidad: los cineastas que han sido influenciados por sus películas, sus escenas, sus secuencias, sus momentos, abordan tantos géneros como sea posible concebir, y lo han sido consciente o inconscientemente.
Todo el mundo tiene una película de Hitchcock favorita. Y los que dicen que no, porque no les gusta su cine de sangre, quizá sean inconscientemente fanáticos suyos. En todo caso, no nos interesan para los fines de este artículo.
Psicosis no fue la última película que, gracias al control de su creador, partió de una experiencia inusual en el cine para crear memoria colectiva y así pasar a ser parte de la cultura popular no solo con sus imágenes, sino también con su música. Lo que pasa es que Hitchcock y Psicosis fueron el antes y el después… de hecho, recuerdo un personaje de Los Picapiedra que, con voz nasal, y barriga protuberante, recordaba a Hitch mientras Pedro y Pablo buscaban no se qué cosa misteriosa en su mansión. En el capítulo, el director decía “buenas noroches” de continuo.
Hay varias cosas que marcan tu paso a la cultura popular, muy pocas de ellas buenas en sí mismas. Eso prueba que Hitchcock era parte de la cultura, primero fílmica (en la forma de memoria objetiva a través de sus películas) y luego subjetiva (en la memoria de la gente). Si Hitch hubiera sido dominicano, su presencia en el Show del Mediodía sería ubicua. Estaría presente en las comedias, en la Política es un arte, en los merengues…
Quizás Hitchcock no era consciente de los efectos de su película a largo plazo; a lo mejor solo andaba detrás de la rentabilidad absoluta, que es, ha sido, y siempre será el objetivo principal de Hollywood, en primer lugar (como sistema), y luego de los productores (por necesidad).
Vale mencionar que, para estos años, Ian Fleming, el autor y creador de James Bond, agente 007, estaba buscando un director para la primera película de lo que se ha convertido en el ultimo reducto fílmico de la hombría mezclada con cierto panache y savoir fair. Naturalmente, siendo ingleses, se cae de la mata que Hitchcock sería la opción ideal. Pero Hitckcock no estaba interesado en lo más mínimo.
El quería violar todas sus reglas para hacer cine. Lo que es más, quería violar todas las reglas de los grandes estudios. Hitchcock tenía un proyecto que dio sus frutos: la película de suspenso que trascendería toda categorización.
Psycho se convertiría en el benchmark de todo lo que es mercadeo en el cine… cierto. Pero también se convertiría en la película que nos dio la primera scream queen en Janet Leigh… la Nicole Kidman de su momento en la historia del cine.
¿A quién se le ocurre asesinarla?
A Hitchcock.
En La Noche de los Muertos Vivientes de Zach Snyder se hace un claro homenaje a Hitchcock, y a Psycho: la doctora, en una de las primeras escenas de la película, corre de su esposo (convertido en zombi), hacia el baño… ya imaginamos lo que sucede. Después de que él tira la puerta (The Shining), ella sale por la ventana que está tras la ducha.
Lo que sigue a continuación es el retrato del destino de todo enclave suburbano clase media ahorcada por la hipoteca y los “bill´es”. La doctora contempla un paisaje apocalíptico: la gente se come entre sí, el uno al otro, diestra y siniestra… y detrás, más allá del pueblo, la ciudad que se quema.
De ahí, el discurso se hace mucho más agresivo: en medio de este festín para caníbales, los sobrevivientes logran meterse en un mall, que es donde morirá la clase media y la pobre, eventualmente. La pira donde arderán los últimos sacrificios de sangre. La catedral del consumismo, y la muerte, con sus himnos selectos: la música ambiental que sale por las bocinas.
Este tipo de discurso, coherente, de ideas profundas, es imposible sin Hitchcock y su cine.
Parece irónico: un hombre del sistema, pensando, y haciendo que otros piensen.
En la modernidad, hay una película especial que llamó la atención por su mercadeo tanto como por su argumento y el tratamiento que se daba a su historia: The Blair Witch Project. Si bien muchos pensaron que con esta película se sentaba un precedente en términos del marketing cinematográfico, lo cierto es que la película debía mucho a Psicosis. BWP ha pasado a los anales de la historia del cine como una gran película, y eso se debe en gran medida a sus innovaciones en el mercadeo: el hecho de que a los personajes se les calificara como perdidos, y que la película fuera de hecho un pietaje encontrado, fue una estrategia utilizada por Hitchcock que empezó a ser ejecutada, espontáneamente, cuando los ejecutivos de los grandes estudios se negaron a financiar la película. Hitchcock, memorablemente, financió la campaña con US$ 800 mil, con lo cual ganaba algo que todo director envidia: control sobre su película, y control sobre un aspecto decisivo en su éxito: el mercadeo.
Un aspecto a destacar es que las películas de horror y suspenso no entraban dentro de la hoja de balance de los grandes estudios a la hora de producir. Al menos, no en un porcentaje definitivo. Eran películas Tipo B, así que conseguir a actores de primera línea era un objetivo que solo alguien con el nombre de Hitchcock podía lograr.
Luego estaba el tratamiento verité… para Hitchcock, la película era cierta. Por lo tanto, que él apareciera en los avances frente al Motel Bates era determinante. No se mencionaba el hecho de que estaba basada en la novela de Robert Bloch.
Hoy día, si una película está basada en hechos reales esto es parte de su realidad y de su mercadeo. En aquellos tiempos, la gente no tenía acceso a esa actividad comparativa que gracias a los medios de hace 30 años tenemos.
Hitchcock decía de qué iba. Como se desarrollaba. Pero no decía, ni siquiera a sus actores, cómo terminaba la película. Contrató a verdaderas enfermeras. Llevó ambulancias a los cines.
Si llegabas tarde, no te dejaban entrar. Si salías, no podías regresar. Si terminabas la película, no tenías acceso al público que entraba a la otra tanda. Era el más absoluto secreto. ¿La promesa? Ayudar a que “disfrutes más plenamente de la experiencia” de ver Psicosis.
Entre los logros de Psicosis está la “demolición del conformismo de los años 50”, de acuerdo con Owen Gleiberman en Entertainment Weekly. Otra cosa que demolió: los parámetros de la censura.
Todo el ‘slasher films’ que Psicosis originó baña el cine de Hollywood hasta nuestros días. La violencia gráfica, los logros técnicos, los cortes rápidos, los emplazamientos de cámara… hay mucho de Psicosis en el cine de hoy.