Durante cerca de dos horas y media, me someto por voluntad propia a las imágenes ofrecidas por El color púrpura, la nueva adaptación de la novela homónima de Alice Walker que previamente había sido adaptada ya por Spielberg en 1985, en un intento de subirme en el tren de la tendencia de las cintas nominadas en la temporada actual de premios. Pero se me hace eterna. No termina nunca. Y tras del visionado puedo deducir con facilidad que no es más que un musical aburrido, letárgico, que suele trivializar los tópicos serios sobre los derechos de la mujer afroamericana y carece de alma en sus números de canto y de baile, del que no comprendo para nada la ecuación que han utilizado para aplaudir semejante espectáculo de puerilidad.
El guion de Marcus Gardley está basado en el musical teatral del mismo nombre sobre la obra de Walker y su argumento se desarrolla a partir de 1909 en Georgia. La protagonista es Celie Harris, una adolescente afroamericana que vive con su hermana Nettie y experimenta la crueldad de su padre abusivo que la viola en dos ocasiones en las que queda embarazada, antes de ser obligada por este a casarse con un granjero local igual de perverso al que llaman Albert Johnson.
El asunto consigue retener mi interés mínimamente desde el preámbulo que muestra las duras experiencias de Celie cuando su papá le arrebata a sus dos hijos pequeños y luego recibe un maltrato del abusivo esposo que la trata como sirvienta de turno para los quehaceres domésticos, en una casa sureña en la que se ajusta a una autoridad patriarcal que lacera su dignidad junto a la hermana que huye en una noche lluviosa para liberarse del atropello. Pero antes de cruzar la barrera de la primera hora, siento que la densidad se pierde. La narrativa se vuelve terriblemente redundante al repetir la estructura circular que mantiene el relato suspendido entre las desgracias de las mujeres en la vida cotidiana y los actos musicales que funcionan para suplantar simbólicamente a través de las letras el dolor reprimido que ellas sienten en su interior, quedando reducido a piezas pueriles por la elipsis que abruptamente compacta múltiples conflictos a lo largo de varias décadas.
Las acciones de los personajes carecen de profundidad porque se reducen a la descripción superflua de los episodios de violencia doméstica, la cotidianidad de las comunidades afroamericanas del sur profundo, los días festivos en la cantina del pantano y las canciones que buscan transparentar el lado agridulce de las vivencias personales. Algunas subtramas son completamente innecesarias y hay personajes que están sobrando en las coreografías de danza.
Los personajes son mostrados simplemente como figuras artificiosas que, con sus motivaciones, solo responden a un discurso sobre los derechos de la mujer entendido como la lucha de una mujer afroamericana que sufre en silencio las secuelas de la discriminación, el incesto, la pobreza, el racismo, el abuso sexual, la exclusión social, la violencia doméstica y el sexismo impuesto por unos patriarcas consumidos por el odio, donde lo único que le queda es aferrarse al canto como una vía de escape de una realidad difícil que la segrega por su condición. Todo está demasiado esquematizado en su cuadro de obviedades.
Pero al menos destaco la actuación de la desconocida Fantasia Barrino, en unas cuantas escenas que se roba con su fina voz para el canto, la mirada de sus ojos grandes y los gestos sutiles que comunican el calvario interno de una mujer de corazón noble que es víctima de la brutalidad de unos hombres machistas que perdieron su humanidad, mientras se aferra a la fe que la invita a no perder la esperanza de volver a ver a la hermana que le escribe cartas desde África. Junto a ella hay una interpretación secundaria solvente de Colman Domingo como el terrateniente abusivo, mujeriego, codicioso, empalagoso, soez, que suele abusar de las mujeres para esconder las inseguridades provocadas por el pasado heredado de la esclavitud. Ellos son encuadrados por Bazawule en una puesta en escena que evoca un homenaje a los musicales tradicionales de Broadway con el vestuario y los decorados solemnes que reproducen distintas épocas del siglo XX, en unos números decepcionantes de los que apenas logro sacar de su selección canciones como "Keep It Movin'", "Hell No!" y "Shug Avery". Todo lo demás me pasa por un oído y me sale por otro. Su indulgencia, propiamente dicho, solo me provoca abulia.
Ficha técnica
Título original: The Color Purple
Año: 2023
Duración: 2 hr. 21 min.
País: Estados Unidos
Director: Blitz Bazawule
Guion: Marcus Gardley
Música: Kris Bowers
Fotografía: Dan Laustsen
Reparto: Fantasia Barrino, Taraji P. Henson, Danielle Brooks, Colman Domingo, Corey Hawkins, Halle Bailey, Ciara
Calificación: 5/10