El chef, conocida en algunos rincones como Hierve, es una película que me recuerda las cosas interesantes que suelen escaparse del cine británico para llegar por estos lados. No se trata de algo que no haya visto antes con mejores resultados o premisas similares (como Chef, de Jon Favreau), pero su receta contiene los ingredientes necesarios para ofrecer un drama culinario tenso y afilado, en una cocina que en una sola toma alcanza el punto de ebullición con una estupenda actuación de Stephen Graham.

 

Su propuesta expande la idea del cortometraje de 2019 del mismo título que también protagoniza Graham a las órdenes de Barantini. En la trama, Graham interpreta a un hombre llamado Andy Jones, que ejerce las funciones de jefe de cocina en los interiores de un restaurante de lujo ubicado en Londres, en donde tiene que lidiar con las presiones de adiestramiento de los cocineros y una crisis personal que lentamente lo conduce a un colapso seguro en la noche más concurrida del año.

 

En términos generales, la narrativa se estructura como una olla de presión, en la que por lo regular hay pequeños momentos de tranquilidad que impulsan problemas mayores, con unos golpes de efecto que funcionan adecuadamente a través de los diálogos que sostiene el chef a puerta cerrada con los subordinados y los clientes que buscan hacerle la vida imposible. Cada personaje está esbozado con sutileza y tiene una escena idónea para mostrar sus inquietudes. Hay discusiones acaloradas, rencores reprimidos, defectos gerenciales, chismes, amistades rotas y clientes despreciables (incluyendo un racista, un grupo de influencers, una crítica culinaria prejuiciosa y el famoso chef Alastair Skye, un chantajista que finge ser amigo para cobrar una vieja deuda) en un entorno laboral que huele a comida caducada.

 

Pero el asunto consigue cautivarme, primero, por la manera en que Barantini capta el barullo de los personajes a través de un uso consistente del encuadre móvil y de una cámara en mano que fluye como caldo de sopa para ilustrar el estado de ánimo de la gente de ese restaurante claustrofóbico, en un único plano secuencia que se prolonga durante una hora y media sin ningún tipo de corte engañoso. Y, segundo, por la interpretación de Graham que muestra, a través de un registro dramático que corta como cuchillo, el derrumbe psicológico de un chef que se ha refugiado en el infierno del alcohol y de las drogas para olvidar los problemas familiares que le impiden administrar adecuadamente el restaurante que está a punto de ser cerrado por los inspectores de sanidad, en escenas que ilustran su versatilidad para equilibrar con su rostro emociones como la ira, la culpa, la admiración y la seguridad. Todos los secundarios que le asisten también lucen creíbles expresando las decepciones internas, especialmente Vinette Robinson como la chef que sacrifica su tiempo para cubrir al principal cuando está ausente (impactante su escena de desahogo).

 

Quizá tiene un clímax que resulta un poco predecible por la forma en que se condimenta el aditivo moralizante, pero, desde luego, siempre conserva el tono adecuado para ser entretenida.

 

Ficha técnica
Título original: Boiling Point

Año: 2021

Duración: 1 hr 34 min
País: Reino Unido
Director: Philip Barantini

Guion: Philip Barantini, James Cummings

Música: Aaron May, David Ridley
Fotografía: Matthew Lewis
Reparto: Stephen Graham, Jason Flemyng, Ray Panthaki, Hannah Walters, Izuka Hoyle,
Calificación: 7/10