Despidiendo a Yang, el segundo largometraje de Kogonada tras el regular debut que supuso Columbus, es una película en la que el director emplea de nuevo la poética de la familia, supongo, para dialogar con tópicos ligeramente interesantes sobre la materia del transhumanismo que se diluye en la actualidad líquida.

Como drama de ciencia-ficción posee un semblante minimalista que, con estética ajustada, Kogonada maneja desde la superficie para interrogar la adopción, la pérdida y la inteligencia artificial desde el núcleo familiar, pero a menudo permanece situada en un epicentro de situaciones rutinarias que se repiten inútilmente en los espacios naturalistas, en una hora y media donde me asalta la sensación de que no va para ninguna parte cuando desperdicia la presencia de Colin Farrell.

En la trama, Farrell interpreta a un padre de familia llamado Jake, que vive con su hija adoptiva Mika y su esposa Kyra, en los tiempos en que trata de reparar a un cyborg adolescente de aspecto asiático al que llama Yang, poco después de haberlo adquirido como artículo reacondicionado sin garantía con el propósito de que su pequeña conectara con él para conocer más sobre su herencia china y las tradiciones culturales.

Este catalizador, ocurrido desde la escena del preámbulo en la que el robot deja de funcionar tras una competencia de baile familiar, tiene un arranque que me resulta algo novedoso por la manera en que el padre, afectado por la pérdida del robot que considera otro hijo, visita desesperadamente a los técnicos de reparación para reparar al viejo modelo y recuperarlo para que se integre de nuevo a su familia; mientras administra una tienda de té que pasa por un mal momento y conversa con Alexa a puerta cerrada antes de acceder a observar los recuerdos almacenados en la memoria de Yang.

El problema es que, en general, la narrativa suspende a los personajes en una serie de situaciones acomodaticias que carecen de fuerza emocional y de las que, dicho sea de paso, las acciones se reducen a las visitas del padre a las tiendas de reparación de los técnicos para evaluar el diagnóstico del androide descompuesto; la preocupación de la madre por la melancolía de la hija que extraña al hermano mayor; la memorabilia de las experiencias registradas por el robot en un banco de memoria durante toda su existencia como "tecnosapien". Las escenas se quedan ancladas en un estado constante de redundancia.

Los personajes son utilizados por Kogonada como autómatas pueriles que solo responden a las descripciones superfluas del guion con la finalidad, dentro de sus limitantes, de esquematizar un asunto filosófico sobre la naturaleza de la conciencia, la clonación humana, las capacidades cognitivas de la memoria, la inteligencia artificial como objeto mercantilizado, la muerte como acto de trascendencia y, sobre todo, las mutaciones interculturales que diversifican el vínculo unitario de la base social de la familia, pero desde el punto de vista de un padre de familia que, en su marco de responsabilidad paternofilial y vacío afectivo, se niega a aceptar la desaparición del hijo sintético que anhelaba ser humano.

El texto posee cierta densidad ontológica en su horizonte de sucesos, pero, desafortunadamente, se mantiene en una especie de paréntesis que pierde su grado de eficacia para responder las preguntas complicadas que sintetiza. Estas irregularidades son compensadas por algunas de las herramientas estéticas que coloca Kogonada sobre la puesta en escena para garantizar cierta autenticidad por la parte audiovisual. En ese sentido, me parece aceptable la forma en la que acentúa la tragedia de la familia al ejecutar el sobreencuadre, el sonido diegético, el ritmo contemplativo, las escenas retrospectivas, la música anempática, el plano general, el uso proxémico del espacio y el ambiente minimalista que se puntualiza en los interiores atmosféricos decorados como si se tratara de una jardinería china.

Estas propiedades formales le añaden identidad a su mundo hermético de un futuro no muy lejano, a pesar de que, en ocasiones, su estilo absorbe la sustancia.

Ficha técnica
Título original: After Yang

Año: 2021
Duración: 1 hr. 36 min.
País: Estados Unidos
Director: Kogonada
Guion: Kogonada
Música:  Aska Matsumiya
Fotografía: Benjamin Loeb
Reparto: Colin Farrell, Jodie Turner-Smith, Haley Lu Richardson, Justin H. Min, Malea Emma Tjandrawidjaja
Calificación: 6/10