En Desafiantes, el director italiano Luca Guadagnino permanece ajustado a las fórmulas hollywoodenses que justifican su salario desde Llámame por tu nombre y, además, rastrea las coordenadas de ese cine deportivo sobre el mundo del tenis que lleva algunos años instalado como tendencia en películas como La batalla de los sexos y Borg vs. McEnroe. Su apuesta se sujeta a los marcos de la ficción, pero mezcla el drama deportivo con la intriga romántica. Se puede decir que su jugada híbrida entre el romance y el drama deportivo tiene un arranque interesante que se beneficia del triángulo amoroso, pero su narrativa cruza una línea que le quita profundidad al asunto y coloca a los personajes en una serie de dinámicas previsibles que nunca escapan de la frivolidad.
Su argumento sigue a Patrick Zweig, Art Donaldson y Tashi Duncan, un trío de tenistas profesionales enredados en un triángulo amoroso a lo largo de dos décadas, en medio de un partido decisivo entre los dos primeros que garantiza un pase directo a la redención.
En términos generales, la narrativa estructura el conflicto con un montaje invertido que, dicho sea de paso, ensambla las peripecias con el recurso de la analepsis, situando a cada uno de ellos en varios momentos del tiempo que rememoran los días en que eran tenistas jóvenes con grandes ambiciones. Pero, desafortunadamente, los personajes se sienten superficiales porque sus acciones, por lo regular, se reducen a un vacío de desarrollo que repite las mismas escenas episódicas.
De esa manera para mí no es muy difícil anticipar la atracción de dos hombres sobre una mujer, los partidos de tenis a plena luz del día, las relaciones abiertas a la hora pautada, las frustraciones personales, las discusiones de pareja, las infidelidades de turno, el sexo pasional en los espacios cerrados, la tensión homoerótica, los exabruptos de celos que debilita las amistades, la ausencia de confianza que pone en duda las habilidades deportivas, los tropiezos profesionales que amplían el miedo al fracaso. Los diálogos a menudo me resultan forzados. Los personajes carecen de textura psicológica. La rutina de describir situaciones predecibles me parece que es solo una excusa inútil de Guadagnino para construir un texto subrepticio sobre la idea de identidad y el autodescubrimiento entendido como la crisis de tres personas que, en el crisol de la ambición y la competitividad, confrontan sus deseos, sus errores y la posibilidad de redimirse para encontrar una verdadera conexión consigo mismos y con los demás, donde el deporte del tenis no es más que una capa intertextual que oculta los claroscuros del deseo reprimido y las contrariedades sexuales de género que encarcelan las relaciones humanas.
Esto es especialmente cierto porque los protagonistas no solo lidian con sus vínculos entre sí en un epicentro de amistad, lealtad y traición, sino, además, con la búsqueda de quiénes son fuera de ese ámbito competitivo del tenis que domina sus aspiraciones y amenaza las segundas oportunidades. Hay poca cosa fuera de su síntesis discursiva. Pero reconozco que hay una buena química entre Zendaya, Josh O’Connor y Mike Faist. Todos ellos demuestran una pericia física que le añade autenticidad a los partidos de tenis. Y O’Connor se roba algunas escenas al interpretar a un tenista fracasado y egocéntrico que suele navegar en sus propias decepciones mientras enfrenta las decisiones erráticas de su inmadurez y crece a partir de la fuerza de voluntad que lo traslada al camino del perdón.
Guadagnino los encuadra en una puesta en escena que se deja notar por algunos componentes estilísticos que emplea a su favor para agregar valor al registro formal, entre los que puedo recuperar la elipsis, el contrapicado, el primer plano, el plano subjetivo, el plano imposible, la iluminación artificial, la cámara lenta y algunos apuntes del encuadre móvil que dinamizan lo que sucede como una especie de accesorio cosmético. La banda sonora de Trent Reznor y Atticus Ross, por lo menos, supone algo de música para mis oídos con su selección de techno y electrónica.
Nada de eso, no obstante, logra solventar una carencia de ritmo que se prolonga durante dos horas bastante largas, en las que no pasa nada que me atrape más allá de las obviedades de último minuto que responden a las modas de género de la actualidad.
Ficha técnica
Título original: Challengers
Año: 2024
Duración: 2 hr. 11 min.
País: Estados Unidos
Director: Luca Guadagnino
Guion: Justin Kuritzkes
Música: Trent Reznor, Atticus Ross
Fotografía: Sayombhu Mukdeeprom
Reparto: Zendaya, Josh O’Connor, Mike Faist
Calificación: 5/10