En medio de las tonterías de Hollywood que inundan cada semana los cines de estos lados para adormecer a la gente, el estreno de la comedia española Competencia oficial supone para mí un soplo de aire fresco más que necesario. Por lo que sé, está dirigida por Gastón Duprat y Mariano Cohn, dupla de directores argentinos que hace algunos años me sacaron unos cuantos bostezos con El ciudadano ilustre (también con la regular Mi obra maestra que dirige Duprat en solitario). No esperaba demasiado, pero aquí su propuesta me obliga a abandonar el prejuicio por su cine porque, a decir verdad, me resulta bastante entretenida.
Se trata de una comedia negra que satiriza, con cierta sutileza, el egotismo de los actores y la vanidad de la industria del espectáculo, con tres actuaciones centrales más que agradables de Antonio Banderas, Penélope Cruz y Óscar Martínez.
Su argumento trata sobre Lola Cuevas, una cineasta célebre y algo excéntrica que es contratada por un millonario caprichoso para realizar una película con dos actores diametralmente opuestos que tienen el ego del tamaño de una montaña. Uno es un actor español presumido, extrovertido, mujeriego, que ha triunfado en Hollywood en éxitos taquilleros y ha cosechado un sinnúmero de premios por su carrera. El otro es un actor argentino ecuánime, introvertido, orgulloso, absorbido a perpetuidad por la doctrina del esnobismo cultural del cine de autor y los delirios de grandeza que se manifiestan como estallidos discretos de arrogancia y envidia.
El caso es que la trama se me hace hilarante cuando la directora ejerce su autoridad creativa para dirigir a los dos actores ególatras, mientras la rivalidad de ambos revela sus miserias internas en los juegos de simulacros y son prisioneros de la lucha de egos durante cada uno de los ensayos previos al rodaje que, lentamente, transforman el guión en una película a priori. Y alcanza, a mi parecer, la nota más elevada con la inmensa química que demuestran Cruz, Banderas y Martínez (en versiones ficticias de sí mismos) cuando expresan sus inquietudes frente a la cámara, en unas escenas dotadas de diálogos inteligentes que siempre mantienen con mucha consistencia el tono atrevido, cínico y descaradamente divertido de su narración.
El tropo del cine dentro del cine le sirve a Duprat y a Cohn no solo para examinar con varias capas de parodia las dos caras del actor que son manchadas por la pedantería y las trampas del prestigio personal, sino además, el poder de la actuación como espejo que mimetiza a través de los sketches las realidades abstractas exteriorizadas por los marcos limítrofes de la ficción, donde el mero concepto de la verdad se reduce a una mentira simulada. Su puesta en escena está construida visualmente con un cuidado compositivo muy acertado, donde el encuadre es a veces una muestra de elegancia, geometrías y formas en los espacios más abiertos a la arquitectura posmoderna de los diseños de interiores. El resultado de la sátira es placentero, insolente, con la dosis adecuada de comicidad y carácter dramático. Deposita mi interés en los trabajos futuros de estos directores.
Ficha técnica
Título original: Competencia oficial
Año: 2021
Duración: 1 hr 54 min
País: España
Director: Gastón Duprat, Mariano Cohn
Guion: Gastón Duprat, Mariano Cohn, Andrés Duprat
Música:
Fotografía: Arnau Valls Colomer
Reparto: Antonio Banderas, Penélope Cruz, Óscar Martínez,
Calificación: 7/10