Los incentivos fílmicos son créditos que se otorgan a los directores o empresas que produzcan un largometraje en un país extranjero. Su objetivo es claro: atraer y estimular la producción audiovisual de un país.
Esta estrategia fiscal y cultural se destaca en América Latina y el Caribe, donde casas productoras como Netflix, Disney y Paramount, hasta los independientes, ven a la región como un lugar para producir el próximo audiovisual.
En Colombia se establece el certificado de descuento tributario por 35 % de los gastos en servicios audiovisuales y logísticos en el país, siendo la nación con mayor monto de incentivos fiscales. Sin embargo, para acceder al crédito se requiere de un gasto mínimo de US$ 475,000, para las series aumenta a US$ 114,000 por cada capítulo y los videos musicales por US$ 23,000.
En Chile se estipula la devolución de un 30 %, con un tope de devolución de US$ 3 millones. Tanto en República Dominicana como en Panamá, las naciones establecen un crédito fiscal transferible de 25 %, cuando supere un egreso de US$ 500,000.
Además, en Trinidad y Tobago el monto va desde 12.5% hasta 35%, se debe tener un reembolso máximo de US$ 3.7 millones.
Uruguay, donde se filmó La sociedad de la nieve (2023), el crédito varía entre 10.6 % y 25 %, y dependerá de los gastos realizados en el país ubicado en América del Sur. El mínimo es de US$ 300,000 y el máximo de US$ 3 millones en gastos de producción, pero por concepto de posproducción va desde US$ 50,000 hasta US$ 1 millón.
Para los comerciales que superen un monto de US$ 300,000 se establece una devolución del 20 %.
En naciones como México y Ecuador, se fijó una tasa de exoneración del 16% y 0%, respectivamente del impuesto al valor agregado (IVA), de las producciones extranjeras.
Para los reembolsos financieros, en la tierra Azteca, el foráneo debe gastar un mínimo de 70 millones de pesos mexicanos en las fases de desarrollo y producción. Al cambio de hoy, de acuerdo con el Banco Central de México (16.5 pesos mexicanos por US$ 1), significa US$ 4,234,468.
Pese a devoluciones económicas, el rodaje incide en otros renglones productivos
La industria cinematográfica diversifica la economía con el desarrollo de la cultura y creatividad. En la región, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), estima que los grandes jugadores, Argentina, México y Brasil, movilizaron US$ 3,000 millones por el cine.
El organismo multilateral establece que una producción de US$ 220 millones de presupuesto incide en el sector construcción con un 14.6%, es decir, US$ 29.2 millones. En renglones como viajes y transportes, la dinamización se sitúa en 4.3%, el doble que el contrato a hoteles y servicios alimenticios, con 2.3%.
Una película con un presupuesto de US$ 6 millones, el 10.6% del plan financiero es destinado a contratar hoteles y alimentos, 11.5% a servicios financieros y legales, y 7.6% en bienes raíces.
Sin embargo, ambas producciones cinematográficas destinan el 42.5% y 32.1%, respectivamente, en pagos directos de producción.