“Blonde”, el biopic sobre Marilyn Monroe basado en la novela bestseller de Joyce Carol Oates, se ha estrenado finalmente en la plataforma de streaming de Netflix, pero su llegada es solo el resultado de varios años de retrasos en desarrollo. Recuerdo que se había anunciado alrededor de 2010, en los tiempos en que Naomi Watts figuraba entre las posibles candidatas para protagonizarla. En ese entonces, su director, Andrew Dominik, comenzó a investigar sobre Monroe leyendo biografías para complementar el material central de la obra de Oates, que se compone mayormente de un trato ficcionalizado sobre la tumultuosa vida privada de la actriz. Dominik hizo que Brad Pitt se interesara en el proyecto y se anunció en 2012 que su productora Plan B Entertainment sería la responsable de producir la película, esta vez con Jessica Chastain como protagonista. Pero conflictos con la financiación estancaron el asunto durante unos cuantos años más, hasta que los señores de Netflix llegaron al rescate en 2016 para ponerla en marcha. Luego de varias negociaciones Ana de Armas reemplazó a Chastain en 2019 y el resto, como se sabe hasta ahora, es historia.

Observo que la película, desde su estreno en el Festival Internacional de Cine de Venecia, ha dividido a un público escandalizado y la crítica supuestamente especializada le ha lanzado tomates podridos quizá para ocultar las sensibilidades más obvias. Pero tras haberla visto, creo que me encuentro en el otro lado de la marea mediática, sobre todo porque me parece emotiva por la manera en que Dominik ofrece un retrato intimista que despoja el mito de Marilyn Monroe de las luces que iluminaron su silueta como la eterna rubia publicitada por Hollywood y que opta, ante todo, por mostrarla a puertas cerradas como una mujer frágil en perpetuo estado de sufrimiento, sin meandros políticamente correctos ni fábulas moralizantes.

 

A partir de un prólogo que muestra una infancia disfuncional, Dominik muestra en piloto automático a Norma Jeane (Ana de Armas) a lo largo de su adultez, primero durante la década de los 40, como una mujer ingenua, coqueta, con el pelo teñido de rubio, que responde al nombre de Marilyn Monroe para encubrir sus heridas psicológicas mientras intenta ingresar en la industria del cine. Y, segundo, en pleno apogeo de la década de los 50, en la que es mostrada como una actriz que alcanza el estrellato y tiene que lidiar, a la vez, con los matrimonios de hombres machistas que solo la cosifican para ampliar su desdicha.

 

El texto, en cuestión, no solo interroga con pinceladas militantemente feministas el rol de la mujer entendido como las secuelas de una víctima cosificada, del dominio patriarcal que oprime en nombre de la misoginia y el machismo más virulento que habita el orbe del showbiz, sino, además, la manera en que una celebridad femenina como Norma Jeane intenta sobrevivir a un mundo cruel que ha cortado desde la raíz todas sus posibilidades de tener a una figura paternal que la proteja y la ame como no lo hizo su madre, a través de una personalidad fragmentada que esconde el traumatismo infantil más imborrable que, entre otras cosas, se manifiesta en su adultez como una crisis nerviosa.

 

Pero nada de eso fuera orgánico, supongo, sin la magnífica actuación de Ana de Armas que humaniza el personaje como muy pocas veces se ha visto. No solo comparte cierto parecido físico con su hermoso rostro y el trabajo de maquillaje que lo adorna (la peluca rubia, los lentes de contacto azules y las prótesis dentales), sino que es bastante creíble cuando mimetiza los estados de ánimo y la expresividad de la actriz a través de los gestos delicados, la mirada seductora, la sonrisa angelical y el acento un tanto cuestionable que fue mejorado en posproducción para que su voz alcance el nivel deseado de entonación.

 

En términos generales, esta película en sí no supone para mí una gran revelación o algo que me sacuda el alma hasta los límites emocionales, porque a veces suele redundar unos cuantos registros escénicos que hacen que pierda ritmo. Sin embargo, no puedo evitar caer rendido ante su extraña seducción que se empeña en revelar el abismo de una actriz explotada y psicológicamente abusada por hombres que tratan a las mujeres como si fueran mercancía. He escuchado a algunos agentes de la nueva policía moral calificándola como “explotadora” o “sexista”, pero, ¿acaso no era Marilyn Monroe un producto explotado y mercadeado por las élites de la Fox como símbolo sexual y no por su verdadero talento como actriz? El argumento ficcionalizado, al menos, sintetiza con breves registros ucrónicos algunos de los instantes crueles en la intimidad de Norma Jeane con una capa misándrica justificada por el fatalismo. Y eso es exactamente lo que Dominik ilustra: la estrella de cine sin la máscara prefabricada, el cuadro de una mujer perdida que necesita la fuerza para reencontrarse a sí misma y encontrar la luz al final del túnel más oscuro.

 

Ficha técnica
Título original: Blonde
Año: 2022
Duración: 2 hr 47 min
País: Estados Unidos
Director: Andrew Dominik
Guión: Andrew Dominik
Música: Nick Cave, Warren Ellis
Fotografía: Chayse Irvin
Reparto: Ana de Armas, Bobby Cannavale, Adrien Brody, Julianne Nicholson
Calificación: 7/10