En “Ámsterdam”, el realizador norteamericano David O. Russell repite la fórmula de su fascinante “Escándalo americano, en la que un collage de personajes variopintos se involucran en eventos inesperados y en complots criminales auspiciadas por agentes de poder. Pero ahora el asunto del autoplagio, a mi parecer, no le queda tan sofisticado. Es una cinta bastante aburrida que, detrás de la cortina de las conspiraciones políticas, mezcla géneros inútilmente y parece el producto de un ensamblaje inconexo al servicio de personajes cutres que solo se la pasan hablando disparates, durante dos horas bien largas que me obligan a mirar compulsivamente las manecillas del reloj.

 

Su trama, basada en los registros históricos del denominado Business Plot, se sitúa en un lapso de 15 años a partir de la Gran Guerra y sigue a Burt, un médico algo destornillado que, junto a su amigo Harold y la bella Valerie, intenta resolver el homicidio de un senador que murió en circunstancias no esclarecidas en Nueva York y la muerte repentina de la hija de este (empujada a la calle por un sicario), mientras recuerda los tiempos en que se quedó tuerto como soldado y conoció a sus compañeros en la guerra que se gestaba en Europa.

 

En términos generales, Russell incorpora dispositivos que estructuran la narrativa como si fuera una discreta ucronía, en la que se toma ciertas licencias creativas para reescribir la historia y elaborar un pequeño discurso sobre el lado oscuro de la política norteamericana más manipuladora, esa que planifica diabluras entre las sombras para servir a los intereses de las élites empresariales que mueven los hilos a su antojo; además de señalar algunos subtextos que encajan con las modas actuales de la cultura woke. Su ecuación heterogénea forma un híbrido entre la comedia negra con tinta de sátira política, el cine policial de época, el misterio en forma de whodunit y el thriller detectivesco, en el que se destaca, ante todo, el diseño de vestuario y los decorados elegantes de una dirección de arte que reproduce el período con cierta autenticidad bajo la lente luminosa de Emmanuel Lubezki.

 

Pero su tono me parece terriblemente inconsistente, efectista, desequilibrado, donde todas las acciones de los personajes se reducen a escenas retrospectivas y conversaciones a puertas cerradas que no me dicen nada relevante. Los personajes, interpretados por un reparto cuantioso de estrellas, me resultan irritantes cuando se mantienen, sin un solo ápice de carisma, suspendidos en una inercia de investigaciones que, a lo largo de dos horas, pierden el efecto sorpresa por la abundancia de situaciones artificiosas y de diálogos en los que ocasionalmente abunda la palabrería rebuscada que nunca revela nada sustancioso.

 

Por momentos tengo la impresión de que algunos personajes están sobrando o rellenan más de lo necesario. Solo me atrevo a resaltar, minúsculamente, la actuación de Bale como el excéntrico doctor convertido en detective que es tan torpe como astuto, aunque a ratos su desarrollo luce algo fraccionado y convencional. Él hace lo que puede, pero su esfuerzo se ve lastrado por los secundarios blandengues que estorban y los excesos de un Russell empeñado en repetirse a sí mismo.

 

Ficha técnica
Título original: Amsterdam

Año: 2022

Duración: 2 hr 14 min
País: Estados Unidos
Director: David O. Russell

Guion: David O. Russell

Música: Daniel Pemberton
Fotografía: Emmanuel Lubezki
Reparto: Christian Bale, Margot Robbie, John David Washington, Robert De Niro, Anya Taylor-Joy, Andrea Riseborough, Chris Rock, Matthias Schoenaerts, Michael Shannon, Mike Myers
Calificación: 4/10