"Ellos no merecían este destino, ningún niño de los que se hayan perdido aquí en Ecuador merece este destino".
Las palabras son de Luis Arroyo y las pronuncia después de haber enterrado los cuerpos de sus hijos Ismael y Josué, de 15 y 14 años, en el Cementerio Ángel María Canales, en el sur de Guayaquil.
Horas antes le había tocado reconocerlos. Los vio incinerados, con signos de torura, desfigurados y mutilados.
"Estamos destruidos por dentro. No tengo palabras… no sé por qué estas personas hicieron algo tan aberrante… no tienen perdón de Dios", le dice por teléfono -con voz quebrada- a BBC Mundo desde Guayaquil.
Los jóvenes habían sido encontrados siete días antes, tras una búsqueda desesperada de sus familias y amigos.
El 8 de diciembre pasado Ismael y Josué salieron a jugar a la pelota y nunca más regresaron. Se les perdió el rastro, junto a otros dos menores de edad, Nehemías Arboleda, de 15 años, y Steven Medina, de 11, tras ser detenidos por una patrulla del ejército en la zona popular de Las Malvinas.
Denominados luego "los 4 de Guayaquil", sus cuerpos fueron hallados cerca de un cantón militar en Taura el 24 de diciembre.
En BBC Mundo te contamos quiénes eran Ismael, Josué, Nehemías y Steven y cómo este caso ha conmocionado al país latinoamericano.
Los sueños de los hemanos Arroyo: el fútbol y una casa para su madre
Con las cuatro medallas que había ganado su hijo Ismael en campeonatos de fútbol llegó al cementerio su padre Luis Arroyo este lunes. Las llevaba colgadas en el cuello, como una especie de homenaje al que había sido quizás uno de los mayores sueños del joven de 15 años: convertirse en un futbolista profesional.
A pocos días de su desaparición, sus padres contaron en un reportaje de Ecuavisa que Ismael no tenía dudas de que ese era su futuro, quería parecerse -aunque fuese un poco- a su ídolo: el brasileño Neymar da Silva Santos Júnior.
Había comenzado a jugar desde antes de los 5 años. Ya más grande, sus padres, con gran esfuerzo, le compraron zapatos profesionales para que entrenara de lunes a viernes y compitiera los fines de semana.
"Él es federado en el club Ricard Borja, su sueño de él siempre fue jugar en el extranjero, en Brasil y otros países, porque él admira mucho a Neymar Júnior", dijo su padre.
Tras ser detenido junto a su hermano y sus amigos, según relata a BBC Mundo el padre de los jóvenes, éstos habrían sido abandonados en una zona rural, donde lograron tomar contacto con su familia.
Luis Arroyo cuenta que Ismael le dijo: "Papi, ven, sálvame, que estamos por aquí en Taura, botados, los militares nos cogieron por supuestamente haber estado robando, pero nosotros no estábamos haciendo nada, papá, ven acá a rescatarnos por favor. Estoy asustado".
El padre de los jóvenes llamó a un primo y luego a la policía, pero nunca más vería a su hijo con vida.
A su hijo menor, Josué, de 14 años, también le gustaba el fútbol, pero se destacaba más por ser aplicado en la escuela. Tenía excelentes calificaciones.
"Mis hijos eran gente de bien, mis hijos eran estudiantes, mi hijo mayor es futbolista, federado, no pertenecen a ninguna banda, son chicos de casa, de aquí del barrio. ¿Cómo hacer esa atrocidad con nuestros hijos? Me siento idignado, impotente de ver todo lo que han hecho, tanta maldad", sostiene Luis.
El padre cuenta que tanto Isamel como Josué "eran muy amorosos, amigueros, ellos no tenían problema con nadie".
"Me quedo con ellos eran unos buenos hijos, unos hijos excelentes, amaban a su mamá, a su papá, a sus hermanos. Ellos siempre estaban dedicados a sus estudios, a la pelota. Ismael nos decía 'papá, mamá, yo voy a llegar a jugar futbol profesional, voy a viajar por el mundo, te voy a comprar una casa mamá… yo los voy a sacar de aquí'. Ese era el sueño de mi hijo".
Nehemías y el canto
"Canta en todas partes, él vive cantando". Así recordaba hace algunas semanas la madre de Nehemías Arboleda a su hijo de 15 años.
El adolescente era un joven carismático y su mayor pasión, según su madre, era el canto. Su talento innato, decía ella, lo llevó a participar de diversas actividades artísticas en la escuela, coros sociales, e incluso aparecer de extra en un video musical.
El diario El País de España publicó que durante el funeral del lunes, la música se coló entre los llantos desesperados de la familia y amigos de Nehemías. "El pueblo afrodescendiente está con mucho dolor, han matado a sus niños", coreó un grupo de músicos.
Desde la desaparición de los niños, sus familiares y grupos defensores de derechos humanos han acusado a las fuerzas de seguridad de detenerlos, básicamente, por su color de piel.
"Como los ven que son chicos de barrio, de escasos recursos, hacen lo que les da la gana. ¿Por qué no se van a meter a los barrios donde hay dinero y hacen lo mismo con esos chicos? Sólo vienen aquí a los barrios que son marginales, que no les paran bolas y hacen todos estos esos horrores que han hecho, esto es discriminación a la raza afroecuatoriana", dice Luis Arroyo.
De superheróes y fúbol, las pasiones de Steven
Sus camisetas favoritas -de Los Simpson y Spiderman- son algunos de los recuerdos que los padres de Steven Medina atesoran de su hijo de 11 años.
Como un niño de esa edad, ha relatado Rony Medina a medios locales, su hijo pasaba sus días jugando a la pelota, con sus amigos, entre el polvo y la pobreza del barrio popular de Las Malvinas.
Como su amigo Ismael, Steven también tenía el sueño de ser futobolista profesional.
Sus familiares lo han descrito como un niño alegre, lleno de sueños y energía, y que destacaba entre sus pares por su entusiasmo y liderazgo.
Su tutora de la escuela, Elizabeth Rosero, contó al canal de televisión ecuatoriano Ecuavisa que siempre se ofrecía para hacer la oración a la hora de almuerzo.
"Él es un muy buen jugador y sueña con ser futbolista", dijo su maestra días antes de que se encontrara su cuerpo.
Su padre fue quien tuvo la trágica misión de intentar reconocer su cuerpo quemado y mutilado.
"No entiendo por qué hicieron algo así, algo tan cruel contra los niños", se preguntó Rony Medina, quien ha pedido que los 16 militares involucrados en la detención de su hijo, y que ya están siendo procesados, paguen con la máxima pena.
Apenas se reportó su desaparición, el Ministerio de Defensa ecuatoriano adjudicó la desaparición de los menores a "grupos delincuenciales", pero luego reconoció que habían sido detenidos por los militares.
Sin embargo, el ministro Gian Carlo Loffredo dijo que la patrulla observó "a ocho personas que estaban presuntamente robándole a una mujer".
"Eran niños, eran estudiantes, no delincuentes", responde siempre Medina.
El día del funeral de Steven, su abuela no creía lo que estaban viviendo:
"No lo pudimos ver, quisimos abrir el féretro pero nos dijeron que estaba todo sellado. Nosotros no creemos que allí esté el cuerpo del bebé, no entendemos por qué tan rápido se dio la prueba de ADN. Creemos todavía que están vivos, nuestra fe todavía no se acaba", según publicó el diario ecuatoriano El Universo.
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