Nos estamos despeñando de cabeza por el precipicio y llevamos las manos atadas al celular
En su libro "Fieras Familiares", el zoólogo y naturalista mexicano Andrés Cota Hiriart relata sus aventuras con serpientes, escorpiones y otros animales que marcaron su vida y nos insta a nosotros, los "monos adoradores del plástico", a proteger la biodiversidad.

Desde escorpiones a camaleones, serpientes y hasta un cocodrilo. Estos animales, y muchos otros, poblaban el "museo viviente" en el que creció Andrés Cota Hiriart. El zoólogo y naturalista mexicano relata en su libro "Fieras Familiares" sus divertidas peripecias con los animales que marcaron su vida, tanto en su niñez como en sus viajes de exploración por el mundo.El escritor cuenta cómo acabó mordido por su propia pitón, recibió alacranes por San Valentín, fue perseguido por un macho alfa de león marino en las Islas Galápagos y cómo es posible, con una estrategia sorprendente, sobrevivir el ataque de una anaconda. El libro es también una reflexión profunda sobre la actual crisis de extinción masiva y un llamado a la acción para todos nosotros, "los monos parlantes adoradores del plástico".Cota Hiriart habló con BBC Mundoen el marco del Hay Festival Querétaro que se realiza en esa ciudad mexicana desde 1 al 4 de septiembre.
¿Cómo fue que te nació esa pasión por los animales, y especialmente por los reptiles?Le sucede a mucha gente que tiene este tipo de pasión por la naturaleza y en específico, por las serpientes, que uno un poco ya nace así.Desde que tengo memoria ya me gustaban mucho. Encontré una cierta experiencia estética en la naturaleza en general y en los reptiles y anfibios en particular. Mi mamá y mi papá, que son médicos fisiólogos, no necesariamente me lo incentivaron, pero no me lo censuraron. Hay muchos niños o niñas a los cuales les pueden censurar ese llamado. Es maravilloso como tu madre, con infinita paciencia, te permitía tener en tu casa desde alacranes a pitones y hasta un cocodrilo llamado Lupe.Ahora que estoy pensando en mi mamá, le achaco un poco la responsabilidad a ella porque -y eso no lo pudo elegir- era alérgica a los perros y a los gatos. Entonces este llamado por la naturaleza no pudo encontrar refugio en las mascotas convencionales, y además nunca tuve hermanos, soy hijo único.Cuando mi madre hizo el doctorado en Estados Unidos nos mudamos a un sitio en un bosque, en la costa de Massachussetts. Yo tenía más o menos 3 años y medio. Hay quien dice que infancia es destino.Cuando regresamos a la Ciudad de México, pues ya no podías quitar al niño lo que traía a rastras, era un niño salvaje, y además me rodeé de todos estos organismos con los que yo comulgaba, siempre los consideré como miembros de la familia. Por eso un poco el título del libro es "Fieras Familiares", que es una alusión a "Mi familia y otros animales" de Gerald Durrell, un libro que para mí fue muy formativo. Es ver a los humanos y a los animales no humanos con el mismo nivel de cariño. Introduciéndonos en tu "museo viviente", háblanos del primero de tus personajes, el ajolote.El ajolote fue de los primeros animales con los que conviví cuando volví a México. Hay que decir "los ajolotes" porque aunque en los medios especialmente internacionales el que destaca es el ajolote de Xochimilco, que le llaman el axolotl, hay otras 17 especies y todas están en peligro de extinción hoy en día.
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