“Cuando Bukele pierda popularidad y los aplausos no le basten, las botas militares van a sonar un poco más: Óscar Martínez, periodista de El Faro
El periodista salvadoreño Óscar Martínez reflexiona en esta entrevista sobre los dilemas que ha enfrentado en sus años de profesión, sus mayores errores y las dificultades para su gremio con el gobierno del presidente Nayib Bukele.

Cuando el periodista salvadoreño Óscar Martínez terminó de hablar con una de sus fuentes, se marchó seguro de que aquella persona no había terminado de entender bien quién era él ni lo que pasaría con esa información que le acababa de dar. "Qué abandonado hay que estar para hablar con un marciano", pensó entonces.Situaciones como esta, tan duras como frecuentes para quienes informan desde Centroamérica, es una de las que el actual jefe de redacción del diario digital El Faro -todo un referente entre los medios de la región- plasma con extrema dureza y honestidad en su último libro "Los muertos y el periodista".Con honestidad y a través de la terrible historia del asesinato de tres de sus fuentes como columna vertebral, Martínez plantea con gran valentía y crudeza una serie de dudas y dilemas que le acompañan en su día a día: publicar sobre lo que sucede en una región con la violencia y la inseguridad de fondo ¿cambia algo? ¿Hasta dónde llegar y para qué? ¿Ayuda a las personas que padecen esa realidad y hablan con el periodista, o todo lo contrario?En un libro cargado de historias que no buscan trasladar esperanza al lector sino provocarle un sentimiento de rabia, el autor se desnuda y confiesa sus mayores errores en su profesión. "No me hice acupuntura del dolor sino una operación a corazón abierto", asegura.En el marco del HAY Festival Cartagena que se celebra en esa ciudad colombiana, Martínez habló con BBC Mundo sobre su libro y sobre cómo es dedicarse el periodismo en El Salvador con parte de la población en su contra y con Nayib Bukele como presidente.
El libro está lleno de preguntas muy honestas, muchas de las cuales quedan sin respuesta.¿Cómo se lidia con esos dilemas?Con el paso de los años lo he tenido más asumido, pero no puedo mentir y debo decir que los primeros momentos fueron complicados. Antes mi intención era cambiar las cosas y hacerlo rápidamente, influir en esa realidad de la que hablaba. Poco a poco, me di cuenta de que eso no ocurría e incluso que a veces influía de una forma completamente antagónica a aquella que yo había buscado. En algunos momentos, la rabia -que era un sentimiento constante- te hacía perder perspectivas y cometer estupideces como irte a meter a lugares en donde corrías un riesgo innecesario sólo por creer que quizás si aspirabas a un poquito más, si llegabas un poco más lejos, tal vez lograbas lo que buscabas. Ahora mismo, tengo que decir que mi respuesta es diferente. No lo asumo con tranquilidad, pero lo asumo con contundencia. Ahora sé que es imposible que el periodismo opere de la manera que yo desearía, es imposible que cada buen texto en el que denuncio una situación terrible la vaya a cambiar. Entonces, como entiendo que la única opción que me queda es intentar hacer la mejor historia, ya no me martirizo con lo otro.
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