Más de 40.000 personas protestaron este martes frente al Parlamento de Nueva Zelanda contra un proyecto de ley que busca reinterpretar el documento fundacional de ese país pactado entre los colonizadores británicos y el pueblo maorí.
La masiva manifestación marcó en fin de nueve días de hīkoi, una marcha o caminata de protesta pacífica que recorrió el país.
El proyecto de ley del Tratado de Principios indica que Nueva Zelanda debería reinterpretar y definir legalmente los principios del Tratado de Waitangi de 1840, un documento que se considera fundamental en las relaciones raciales del país.
Muchos críticos lo interpretan como un intento de despojar al pueblo maorí de sus derechos. Los que apoyan el cambio dicen que el tratado original ya no refleja una sociedad multicultural como la actual.
Marcha multitudinaria
La marcha del martes reunió a activistas y simpatizantes que se oponen al proyecto de ley.
La participación en la marcha hīkoi aumentó hasta llegar a ser una de las mayores en la historia neozelandesa, con muchos de los presentes envueltos en los colores de la bandera maorí, mientras se desplazaban por la capital, Wellington.
El sistema de ferrocarriles de Wellington registró tal vez su mañana más congestionada a medida que la hīkoi se desplazó por la capital, según el director de transportes de la ciudad, Thomas Nash.
La reina maorí Ngā Wai hono i te pō encabezó la delegación hacia el recinto del Parlamento, con miles de personas siguiéndola.
No se espera que el proyecto de ley sea ratificado, pero las negociaciones y la división continúan. Habrá que esperar otros seis meses para una segunda lectura del proyecto.
El proyecto fue presentado por un miembro joven de la coalición gobernante, el partido político ACT.
El líder del partido, David Seymour, sostiene que con el paso del tiempo los valores centrales del tratado han generado divisiones raciales, en lugar de unidad.
“Mi proyecto Tratado de Principios dice que yo, como cualquier otra persona, ya sea que sus ancestros llegaron aquí hace 1.000 años, como lo hicieron algunos de los míos, o apenas se bajaron del avión en el Aeropuerto Internacional de Auckland esta mañana para empezar su travesía como neozelandeses, tienen los mismos derechos y dignidad básicos”, expresó a la BBC Seymour, quien tiene ancestros maoríes.
“Tu punto de partida es tomar un ser humano y preguntar, ¿cuál es tu ascendencia? ¿Qué tipo de humano eres? Eso solía llamarse prejuicio. Solía llamarse intolerancia. Solía llamarse discriminación racial. Ahora estás tratando de volverlo una virtud. Creo que eso es un grave error”, dijo.
"No se aprobará"
Entretanto, dentro del Parlamento, los parlamentarios debatían el proyecto de ley.
Entre ellos se encontraba el primer ministro Christopher Luxon, que afirmó que la ley no sería ratificada, a pesar de que él es parte de la misma coalición que ACT.
“Nuestra postura como Partido Nacional es inalterable. No apoyaremos el proyecto de ley más allá de su segunda lectura, así que no se volverá ley”, declaró Luxon, según el diario New Zealand Herald.
“No pensamos que de un solo plumazo se puedan reescribir 184 años de debate y discusión”.
Nueva Zelanda es frecuentemente considerada como una nación líder en el mundo cuando se trata del apoyo a los derechos indígenas, pero bajo el gobierno de centroderecha de Luxon, hay temores de que esos derechos se encuentren en riesgo.
“Están tratando de quitarnos nuestros derechos”, dijo a la BBC Stan Lingman, quien tiene ancestros tanto maoríes como suecos. “[La hīkoi es] para todos los neozelandeses, blancos, amarillos, rosas, azules. Lucharemos contra este proyecto de ley”.
La esposa de Stan, Pamela, expresó que estaba marchando por sus “mokos”, que quiere decir nietos en el idioma maorí.
Pero otros neozelandeses sienten que la marcha ha ido demasiado lejos.
“Ello [los maoríes] parecen querer cada vez más y más”, opinó Barbara Lecomte, quien vive en los suburbios costeros al norte de Wellington. “Ahora hay toda una mezcla cosmopolita de nacionalidades diferentes. Todos somos neozelandeses. Creo que deberíamos trabajar juntos y tener igualdad de derechos”.
La igualdad, sin embargo, todavía está muy lejos, según Debbie Ngarewa-Packer, colíder de Te Pāti Māori (Partido Maorí).
“No podemos vivir en igualdad si tenemos un pueblo que es el pueblo indígena viviendo con menos”, arguyó. Lo que el gobierno de coalición está haciendo es “un intento absoluto de dividir lo que por lo demás es un país progresista y eso es realmente vergonzoso”.
El Parlamento neozelandés se vio temporalmente suspendido la semana pasada cuando unos parlamentarios ejecutaron un haka, o danza tradicional, para manifestar su oposición al proyecto de ley.
La parlamentaria opositora Hana-Rawhiti Maipi-Clarke inició la tradicional danza cuando se le preguntó si su formación, el Partido Maorí, apoyaba el polémico proyecto de ley.
Otros miembros de su partido y espectadores en la galería se unieron al ritual y el presidente del Parlamento suspendió temporalmente la sesión.
El video del incidente se volvió viral.
"Desilusión y tristeza"
“Verlo en el Parlamento ha causado un verdadero estado de asombro. Produce desilusión y tristeza que en 2024 cuando vemos el extremismo de la política y de Trump, esto es lo que los maoríes estén teniendo que soportar”, señaló Debbie Ngarewa-Packer.
“Es humillante para el gobierno porque a que a nosotros [Nueva Zelanda] normalmente nos ven como apuntando por encima de nuestras capacidades en todas las grandes cosas de la vida”.
El lunes, los organizadores de la protesta les enseñaron a los participantes las palabras y gestos del haka de la marcha, cuyo tema era Te Tiriti o Waitangi (el Tratado Waitangi). Los presentes repitieron con entusiasmo las letras de la canción escritas en una gran pancarta blanca, tratando de aprender tantas palabras como fuera posibles antes de la manifestación.
“Esta no es simplemente una hīkoi normal, es una hīkoi para todos”, destacó la abuela Rose Raharuri Spicer, explicando que han convocado a los no maoríes, los isleños del Pacífico y otras poblaciones de Nueva Zelanda para que dieran su apoyo.
Esta es la cuarta hīkoi en la que participa Rose. Ella viene del asentamiento más norteño de Nueva Zelanda, Te Hāpua, directamente arriba de Auckland. Es la aldea donde empezó la más famosa hīkoi, en 1975, que exigía derechos de tierra.
En esta ocasión trajo a sus hijos y nietos.
“Este es el legado de nuestros nietos”, indicó. “No es sólo una persona o un partido, y alterarlo es un error”.
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