Ucranianos tomándose una selfie con el principal árbol de Navidad de Kiev.

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La Navidad en Kiev se desarrolló con normalidad, con pocas señales de ansiedad o alerta.

En Ginebra y Bruselas, los diplomáticos occidentales se enfrentan a sus pares rusos y discuten, entre otras cosas, la capacidad de Ucrania como estado soberano e independiente para dar forma a su propio destino.

Pero Ucrania no está allí.

No importa cuántas veces los altos funcionarios estadounidenses repitan el mantra "nada sobre Ucrania sin Ucrania". Y lo repiten en cada oportunidad. Es difícil para los ucranianos evitar preguntarse qué se está discutiendo a sus espaldas.

Con un estimado de 100.000 soldados rusos concentrados en las fronteras norte y este del país, se podría pensar que esto sería motivo de grave alarma.

Pero la Navidad ortodoxa se celebró aquí el viernes pasado, y si paseas por los concurridos mercados navideños de Kiev, no te ataca particularmente una sensación de mayor alerta y ansiedad.

"La gente está acostumbrada a los tiempos difíciles", dice Petro Burkovsky, quien es parte de uno de los grupos de expertos independientes más antiguos de Kiev, la Fundación de Iniciativas Democráticas Ilko Kucheriv. "En el siglo XX tuvimos muchas ocasiones en que la gente vivía en el horror diario. Es parte de su memoria histórica".


Sin lugar para Ucrania

10 de enero: altos diplomáticos rusos y estadounidenses se reunieron en la ciudad suiza de Ginebra

12 de enero: el Consejo OTAN-Rusia se reunió en Bruselas por primera vez desde 2019

13 de enero: La Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) se reúne en Viena. Estados Unidos, Rusia y Ucrania son miembros de la OSCE


El horror actual de Ucrania ha estado ocurriendo durante casi ocho años, desde que las tropas rusas aparecieron por primera vez en las calles de Crimea.

Los combates estallaron en la región oriental de Dombás en abril de 2014. Desde entonces, 14.000 soldados y civiles murieron en lo que el gobierno de Kiev llama la "Guerra Ruso-Ucraniana". Rusia insiste hasta el día de hoy en que no es parte del conflicto.

"Liberar nuestra tierra de esos rusos"

Cada mañana, en una breve y sombría ceremonia fuera del Ministerio de Defensa en Kiev, se conmemora a los soldados ucranianos que han muerto desde la independencia en 1991. La gran mayoría ha muerto desde 2014.

En la mañana en la que asistimos, se leen cuatro nombres de fallecidos un 11 de enero. El último de ellos, Oleh Andriyenko, murió hace un año.

Cada nombre va acompañado de una andanada de disparos y el sonido de una campana.

Al otro lado de la ciudad, los rostros de los soldados muertos observan desde las paredes de la Catedral de San Miguel en un monumento que se extiende por casi 100 metros.

Los transeúntes se detienen y reflexionan, sin inmutarse por la nieve y las bajas temperaturas.

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Viktor Moroshan, de 63 años, resultó herido durante la feroz batalla de Ilovaisk en agosto y septiembre de 2014. Señala los rostros de los compañeros caídos del batallón de voluntarios de Dombás, que sufrió grandes pérdidas.

"Todos tenían un objetivo", dice finalmente. "Liberar nuestra tierra de esos rusos".

Viktor conoció a su esposa, Tetyana, mientras se recuperaba en el hospital donde ella era voluntaria.

"Tal vez la guerra sea grande la próxima vez", dice ella. "Él [Putin] tiene muchos planes para comenzar una nueva guerra. No es un cuento de hadas".

Viktor se describe a sí mismo como étnicamente ruso, de una de las áreas ahora bajo control rebelde. Pero su odio por el líder ruso Vladimir Putin es profundo. "Es un maníaco. Un asesino", afirma.

Retirado ahora, dice que todavía tiene listo un chaleco antibalas y un casco de emergencia.

"Mi esposa dice: 'Vitya, tal vez no deberías'. Pero yo digo que debemos estar preparados. Nadie puede defender nuestra patria excepto nosotros".

Es el tipo de discurso desafiante que cabría esperar en un país que enfrenta una suerte potencialmente abrumadora y sabiendo que si se llega al punto de un enfrentamiento armado, el apoyo externo será limitado.

Ser parte de la OTAN

Los aliados occidentales de Ucrania hablan de consecuencias "enormes" si Rusia organiza una incursión. Pero aunque bien podrían incluir una mayor asistencia militar, serían los ucranianos los únicos que lucharían y morirían.

De ahí el creciente apoyo a la membresía de la OTAN.

"Cada vez que Rusia inicia una escalada en la frontera, crece el apoyo a la membresía de la OTAN", dice Petro Burkovsky, "y cae la disposición a hacer concesiones a Rusia".

Públicamente, los líderes de la OTAN dicen que la puerta a la membresía, abierta a Ucrania y Georgia en 2008, todavía está abierta.

La viceprimera ministra de Ucrania, al visitar la sede de la OTAN en Bruselas el lunes, repitió el estribillo de su gobierno.

"Tenemos el derecho inherente y soberano de elegir nuestros propios arreglos de seguridad", dijo Olga Stefanishyna a los periodistas,-"incluyendo tratados y alianzas".

Pero no es un secreto que la membresía de la OTAN no está entre las cartas a jugar en este momento. Los funcionarios occidentales saben que es precisamente lo que probablemente provocará la confrontación militar que tanto ansían evitar.

Burkovsky dice que Ucrania no tiene más remedio que esperar a que pase una crisis a largo plazo y de evolución lenta.

"En este momento tenemos que aceptar la realidad de la confrontación y el conflicto con Rusia", dice.

"Tal vez con el tiempo, la situación en Rusia cambie. Rusia no será tan formidable como lo es ahora, Ucrania será más fuerte y Occidente será más decisivo hacia Ucrania y hacia Rusia", agrega.

Por el momento, opina, Ucrania debería concentrarse en evitar el destino de otros dos vecinos de Rusia: Bielorrusia y Kazajistán.

"Muestran el destino de las personas en países que son satélites rusos", dice. "La mayoría de la gente en Ucrania no quiere este destino para ellos y, por supuesto, para sus hijos".


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