Gladis Arias tiene 60 años, reside en el municipio Los Cacaos, en San Cristóbal, y siempre se dedicó a los tareas del hogar, a cuidar a sus hijos y ayudar a su esposo Manuel Eladio Gonzáles (Manen), de 65 en la agricultura. Del cultivo de la tierra obentían lo básico para vivir.

Ambos viven junto a su nieta Carolyn de 12 años, en una casa pequeña, de madera, próximo al charco Calderón, a donde los fines de semana acuden decenas de visitantes locales e internacionales a deleitarse del paisaje y de sus aguas cristalinas y frescas.

Desde hace tres años, la pareja y su nieta esperan a esos visitantes para venderles arepa dulce (torta de maíz), arepitas de maíz y de yuca, pan de batata, dulce de coco, jugos y café orgánico. El café lo procesan a la manera tradicional: una vez cosechado de su conuco, lo tuestan y muelen en un viejo pilón de madera.

“Yo me siento feliz cuando ellos vienen. Hoy es que yo voy hacer algo, porque vino un grupo chiquito y no he ‘cuadrao’, pero con este grupo sí he vendido”, dice Gladis, muy emocionada con su marcado acento sureño.

El día en que menos vende, doña Gladis recolecta unos 3,000 mil pesos, pero otras veces puede conseguir hasta 5,000 pesos. Con estos ingresos, su familia puede subsistir y mandar dinero a su hijo y padre de Carolyn, que tuvo un accidente hace un año y está postrado en una silla de rueda.

La visita de esos turistas que hacen ecoturismo en Los Cacaos le ofrece a la familia de Gladis y a otras de la comunidad la oportunidad de mejorar su calidad con las ventas de sus productos.

Los Cacaos es un municipio ubicado en la parte noroeste de la provincia San Cristóbal, donde habitan unas 18 mil personas. Está formado por 42 parajes. El nivel de vida, en general, es precario. La principal actividad económica es la agricultura de pequeños predios. Se cultiva, sobre todo, el café, además del guineo,  habichuelas, tomates, entre otros comestibles.

Guías

Guiar a los visitantes, servirles de anfitriones, les ha dado la oportunidad de ganarse la vida a Ariel Cabrera, y a su esposa Ruth Guzmán, propietarios de Lechuza River Camping, un proyecto ecoturístico, que se distingue por su paisaje, más lo atractivo del río Mahomita y del charco La Lechuza.

Lechuza River Camping es un concepto, donde las familias, amigos pueden venir y disfrutar de un ambiente natural, y al mismo tiempo benefician a la comunidad cuando hacen este tipo de turismo”, destacó Cabrera.

El impacto positivo de este proyecto -cuenta Cabrera- es el turismo comunitario, pues han involucrado a la comunidad para que puedan beneficiarse, como es el caso de doña Gladis y su familia.

“Actualmente nosotros tenemos cinco empleados de manera directa, pero indirectamente hay más de 30 empleos, porque involucramos desde el colmadero, a la persona que tiene un conuco y le compramos la cosecha, a la cocinera, a la que lava, a los que limpian, en fin, hay personas que se suman de manera indirecta, los guías turísticos. Lechuza River Camping puede decir que cuenta con más de 40 empleos”, explicó Cabrera.

Para Cabrera es muy importante involucrar a la comunidad, pues es una zona muy precaria, y ahora mismo este proyecto ecoturístico impacta la economía local creando fuentes de empleos. “Nosotros no traemos nada de la ciudad, más del 90 por ciento de nuestros materiales e ingredientes de cocina son producidos en la zona”.

Cabrera destaca que es de gran satisfacción poder emplear a jóvenes que trabajaban como deliverys en la ciudad, y han sido beneficiados por el proyecto ecoturístico.

Lechuza River Camping ofrece planes variados para disfrutar de la naturaleza: solo, en familia, en pareja, en grupo y hasta con la mascota (gatos y perros pequeños).

Dispone de tres tipos de alojamientos: El Bungalow o casitas de colores con capacidad para seis personas, el Glamping especialmente para parejas y las casas de campañas para los más aventureros. El lugar tiene capacidad para alojar hasta 80 personas, pero a partir de enero podrán alojar a 100 visitantes.

La comida tradicional en Lechuza River Camping , de elaboración artesanal, puede ser disfrutada en su terraza-comedor, desde donde se puede ver la cocina de madera y se observa el humo que sale del fogón tradicional.

Arroz blanco, pollo guisado, ensalada mixta o verde acompañados de unas riquísimas habichuelas negras con coco son alimentos del menú tradicional. Todo esto acompañado de jugos naturales de naranja, chinola o limón, cuyos frutos puedes ver sembrados en el terreno.

Lo que necesitan

Cabrera señala que un problema que requiere solución es el acceso. Explicó que la carretera Santana Calderón-Los Cacaos está deteriorada. Llamó a las autoridades a reparar la vía, para que contribuyan con el progreso de la comunidad.

Recorrido

Los Cacaos es un lugar ideal para ser recorrido a pie, con respeto a la naturaleza y a la comunidad.

Uno de los atractivos es la ruta ecoturística bajo el lema los “tesoros escondidos de Los Cacaos” que incluye un recorrido por los balnearios Calderón, Manen, Melao y Crucero, así como cascada La Cortina.

La ruta recorre parte de la Montaña la Humeadora, declarada mediante el decreto 233 del 1996 como área protegida. En ella nacen ríos y arroyos que alimentan los cultivos de la llanura colindante y también suple agua a las presas Jigüey, Aguacate, Valdesia y Las Marías.

Es una ruta fácil, de algo más de un kilómetro, que se puede hacer en hora y media aproximadamente. No es peligrosa, y las familias pueden disfrutarla con los niños. No obstante, el desnivel por las subidas y bajadas supone un esfuerzo fuera de lo común. Se recomienda llevar calzado cómodo, si es posible impermeable.

En el sendero los visitantes se hallarán con los lugareños, que les tratarán con la tradicional ambalidad de la gente del campo. Y no faltará quien se muestre dispuesto a ayudar a los visitantes a cruzar ríos y arroyos.

En el trayecto se pueden apreciar las plantaciones de café Caturra y Catimor.  La flora es muy rica, presenta una gran variedad de especies, sobre todo los pinos.

En cuanto a la fauna, abundan las abejas, las cigüas palmeras y las palomas.