De pequeña, Carolina Féliz saboreó guarapo de cacheo en su tierra natal, el otro municipio Oviedo, provincia Pedernales, en la parte más al sudoeste del territorio nacional, distante 258 kilómetros del Distrito Nacional.

Ya recorre las cuatro décadas y lo recuerda como ahora. Vive en la urbe, es negociante de ropas y accesorios a través de las redes sociales, pero no se desconecta de su tierra natal, que en estos días ha estado de patronales (desde el 1 hasta el 8 de diciembre), en honor a la Inmaculada Concepción.

Oviedo fue creado como el segundo municipio de Pedernales el 16 de diciembre de 1957, mediante la Ley 4815, misma que declaró la provincia, inaugurada el 1 de abril del siguiente año. A ese territorio le han designado  en honor a  Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés (1478-1557), primer cronista de América, colonizador, etnólogo y botánico.

Carolina Féliz.

Con el tono propio del sur dominicano, Carolina sintetiza su experiencia con el guarapo de cacheo. “Sí, yo lo consumía, justamente mi abuelo, antes, lo traía del campo y le daba a uno. Yo era muchachita, pero después de grande, nunca supe de eso. Mi mamá sabe mucho de esas historias, y mis tíos también, porque mi abuelo siempre lo traía cuando monteaba”.

Any Fernández, 72 años, trabajó en 1979 como chófer en un proyecto en Puesto Escondido, Duvergé, al otro lado de Sierra Baoruco, frontera con Pedernales. Dice que en esa zona abunda la planta, cuyo corte luego ha sido prohibido por Medio Ambiente. Habla resuelto sobre cualidades de esta planta.

“El cacheo me curó de los riñones, fue lo único. Pero también da una bebida excelente. Si lo pones al sol por una semana, da un jumo grande (emborracha). Una mata da para diez botellas, solo hay que ponerlo en un botellón con agua y azúcar. Es idéntica a la palma cana y hay que cortarla para abrirle la barriga y sacarle la masa y aprovecharla. Echa una barriga antes de las yaguas y las palmas, a las cuatro marcas es donde está la parte buena. Luego en la barriga yo le hacía un hueco y machacaba hasta sacar el líquido, eso da como diez botellas. En Pedernales todavía hay de eso por donde le dicen la sabana del cacheo. El problema es que hay que cortar la mata”.

Queda apego de los provincianos a estas tierras bucólicas llenas precariedades por la deuda social acumulada (casi 60% de pobreza muldimensional), pero millonarias en recursos naturales y cultura. Allí están sembradas las semillas de los padres fundadores que llegaron a partir de 1927 desde Duvergé a través de Sierra del Baoruco, luego de otras comarcas que luego han designado Oviedo y Enriquillo.

Cacheo. Foto. G. Jaragua

Sus platos y bebidas tradicionales atraen, aunque hasta sin sistematizar ni certificar: tilapias de la laguna, chivo y cerdo cimarrón horneados y guisados, domplines, arroz con leche dulce, trigo con dulce, majarete, habichuelas con dulce, jugos y vinos del fruto silvestre de mijo (guavaberry en San Pedro de Macorís).

La capital de la provincia suma pescado frito o con coco, moro de gandules con coco, langostas, lambí, pulpo, cangrejos salcochados o guisados, guarapo de cacheo  y, aunque relegados al olvido, chacá con sal y chivo, “picao”, mondongo, masitas y guanimo. Comunes son el cerdo y el chivo cimarrones, habichuelas con dulce, arroz con leche dulce y el majarete.

En los años 60 el guarapo de cacheo no era extraño  en los hogares de familias de los municipios Pedernales y Oviedo donde había monteros y sabaneros. Astillaban la masa y la introducían en galones, le agregaban agua y azúcar parda, y esperaban la fermentación para consumo en la casa. Pero monteadores y sabaneros no eran ni son depredadores de bosques, mejor los cuidaban.

En estos tiempos, el mercado rapaz predomina. Invaden el parque para cortar el guaconejo y traficarlo hacia Haití para comercializarlo en Francia como esencia de finos perfumes. En esa maniobra extinguen sin piedad el cacheo, para saciar la sed con el jugo de su médula.

Joaquín Pérez, 77 años, está en el pueblo y conoce al dedillo cada rincón del sistema de terrazas desde el Baoruco hasta la costa del mar Caribe, que luego, con islas e islotes adyacentes, el Gobierno ha decretado parque nacional  (D. 1315 del 11 de agosto de 1983, gestión presidencial de Salvador Jorge Blanco, extensión de 1,374 kilómetros cuadrados, incluyendo 950 de área marina).

Joaquín Pérez.

Él sabe de cacheo, canelilla y orégano, desde los siete años, cuando su padre José Alberto Pérez (Solo), nativo de la orilla de la laguna, (Guanal y Trujín, antiguos nombres del poblado), le llevaba a caballo a sabanear su ganado..

“Lo que hacíamos era bregar con ganado porque papá no monteaba (cazar cerdos y chivos cimarrones), él sabaneaba, íbamos a caballo; ahora gran parte del camino la  gente lo hace en vehículos”.

Solo murió en 2013 a los 93 años. Joaquín reside en Oviedo, pero ya no va a retar los trillos hostiles del parque como lo hizo durante años con 40 jóvenes voluntarios que integraban la Asociación Ecológica de Oviedo. El ánimo no le da.

Relata con nostalgia: “El cacheo se parece a  la palma real, se come lo que tiene adentro, se hace un mabí excelente, pero tengo para decirle que aquí, en la zona de Oviedo, los violadores de la ley y los cortacanelilla, en época de sequía, con su recua de burros y caballos que meten a la montaña, lo cortan para dárselo como agua a sus animales… Los ponen a comerse la barriga del cacheo”.

Palmas cacheo de Oviedo o de de Ekman. Foto: G.J.

Insiste sobre la canelilla. Resalta que sólo existe en la provincia Pedernales.

“Cuando trabajamos el proyecto, hicimos un mapa que identifica las zonas donde hay plantaciones, y se lo  prestamos al Ministerio de Medio Ambiente, en  Pedernales, pero nunca lo devolvieron. Hay zonas donde no se le ha puesto la mano porque no ha habido acceso a ellas. Pero la que está hacia Pedernales, la siguen cortando a los ojos  de las autoridades. Eso lo trafican por la pista donde hay como 20 chequeos militares. Todo el mundo sabe quiénes la cortan, pero nadie ha hecho nada para impedirlo, nadie le pone control. Medio Ambiente se ha olvidado de eso”.

El orégano se resiste a desaparecer. Diferente al cacheo y la canelilla, lo cortan y, cuando llueve, renace. Abunda en Sansón y Juan Delino. Desde tiempos ancestrales, los cazadores aseguran que las carnes de cerdos y chivo cimarrones que proliferan en el Baoruco y el Jaragua  saben mejor porque se alimentan de este arbusto. Los lugareños lo usan para condimentar carnes, extraer aceites y elaborar brebajes para curar dolencias estomacales.

Acota Joaquín: “Eso no se termina. La gente lo disfruta aquí, sobre todo en el campo, para sazonar la comida; por cierto, es muy bueno. Pero la canelilla, en la forma que la llevan, solo Dios dirá. Dominicanos y haitianos están acabando. Por aquí son los de Manuel Goya, la comercializan en la  capital porque produce mucho dinero. La venden en fundita en los supermercados, la pasan en complicidad con los puestos de chequeo y el personal de Medioambiente en esos puestos”.

Palma cortada para sacar pulpa de su barriga. G.J.

Está convencido de que debe ser preservaba porque es muy valiosa. Refiere la ocasión en que “usamos 37 libras de la hoja y la pusimos a hervir y la destilamos, y ahí comprobamos lo que ella hacía. Un norteamericano que vino una vez a supervisarnos dijo asombrado: yo creo que ustedes  han descubierto un combustible. No se puede echar en vasos foam porque se derriten. Se destila un excelente aceite. Además es medicinal. Una vez le di un poco a un amigo y luego me dijo muy contento: le resolviste el problema del asma a mis hijos, le froté el pecho y ya no se aprietan”.

Explica que “para hacer el aceite cogíamos las hojas de canelilla, la pesábamos y la poníamos a hervir en un tanque, como se hace en una destilería; entonces, iba hirviendo y el aceite que iba brotando y subiendo, lo separábamos del agua, y botábamos el agua. Después que terminábamos el proyecto, lo dejamos”.

Pese a los cortes indiscriminados, Joaquín asegura que aun “hay canelilla en la zona de La Vuelta del Guano, en La Sábila, Tilasí, en La Rabiza (zona del parque), en La Malagueta, en Trudillé, en Chicaletón, pero en la zona de Trudillé los violadores cruzan y la sacan por ahí por el lado de Juan Delino. Camino a  Pedernales, en cualquier parte de la carretera, usted se encuentra a ambos lados de la carretera usted se encuentra con lo que han dejado de matas de canelilla, en Bucan-carángana, donde vive  Macuso, usted puede hallar muchas matas de canelilla. Orégano hay en cualquier parte de la zona de Sansón. Y el cacheo está en la parte de La Sábila y Juan Delino, aquí en Oviedo”.

Confiesa que siente impotencia por la extinción de las especies valiosas de los parques nacionales Sierra de Baoruco y Jaragua.

Arbol-de-canelilla-Jaragua.-Foto-G.J.
Árbol de canelilla Jaragua. Foto: G.J.

“Por allá, por Pedernales, hay otra ola de violadores que se dedica al corte de guaconejo, son dominicanos y haitianos… El guaconejo está en todas esas montañas, a ambos lados de la pista, y lo cortan para llevárselo a Haití. Tú ves cómo se los llevan en sacos, en motores. Me dice Macuso que una vez le  quemó a una morena (haitiana) 27 sacos de guaconejo. Es sin piedad que le dan. Lo usan para extraer aceites para perfumes caros en Europa”.

El agrónomo y ecologista Ricardo Estévez (Cano) reafirma la emergencia planteada por Joaquín.

Ha considerado dramática la explotación de plantas endémicas valiosas de la zona, como guaconejo y cacheo, las cuales –asegura- en vez de exterminarlas, hay que cuidarlas y multiplicarlas.

En cuanto a los cortes de  la Pimenta haitiela o canelilla del Jaragua, el técnico tiene explicación.

“El motivo de su extracción o aprovechamiento ilegal de la canelilla es porque tiene buen mercado. Puesta en Santo Domingo, en el mercado de la Duarte y el de Villa Consuelo, un saco tipo 320, que pesa unas 60 libras, cuesta entre 10 mil y 27 mil pesos. Y la libra se vende hasta 384 pesos”.

Sobre el orégano sostiene que “también se da en el línea noroeste, llegando a Montecristi, en el parque nacional Villa Elisa, y antes de llegar a Montecristi, en la recta La Solitaria.y en Villa Vásquez, pero el de aquí es donde más se concentra de manera natural, donde más hay y crece mejor. Yo trabajé en la zona y sé. Ellos se sienten muy orgullosos de eso porque dizque los chivos  comen ese orégano”.

Muy fácil de cortar

Siete meses para la germinación, medio siglo para alcanzar la adultez, pocos minutos para cortarlo, exprimir el zumo de su barriga y provocar la muerte de la planta. Es el cacheo.

Su pulpa contiene el agua que colma la sed de los cortadores de canelilla y sus recuas de burros y caballos de carga. No hay compasión. Hay rastros de corte impiadoso por doquier. Ahora hay que incrustarse en el parque para ver las plantaciones que sobreviven e intentos de reproducción.

La población más grande está en Sabana de Algodón o Sabana de Cacheo. Hay plantaciones en Bullina, más allá de las tierras agrícolas. Desde la sabana sale un corredor que va hacia Trudillé, Lansasó y el entorno donde hay plantas. Y desde Trudillé se coge el camino Porvenir, rumbo a Mongó, donde también existen. En el área de Fondo Paradise y Cacó solo quedan matitas.

Prof . Eugenio de Jesús Marcano.

El GJ trata de reforestar las áreas en las que hubo cacheo. En Fondo Paradise ya tienen 500 o 600 plantitas estratégicamente puestas.

De espaldas a Ekman

En Pedernales, el científico Erik Leonard Ekman, como su par el maestro Eugenio Marcano, es un perfecto desconocido, pese a sus invaluables aportes a la identificación de la botánica del área que comprende el parque nacional Jaragua y el entorno.

No hay nombres de calles en su honor, ni monumento, ni propuestas para ello. Tampoco sus aportes botánicos son objeto de análisis en ningún escenario, ni académico ni clubístico, a casi un siglo de su expedición de investigación por estas tierras fronterizas con Haití. En Arroyo Hondo y Las Villas, en el Distrito Nacional, sin embargo, una calle lleva su nombre.

Nacido en Estocolmo el 14 de octubre de 1883 y fallecido repentinamente el 15 de enero de 1931 en Santiago de los Caballeros, con 47 años, investigó y dejó hitos sobre la flora de Pedernales, aportes fundamentales para la ciencia.

De acuerdo a un artículo colgado en Wikipedia, el cacheo es una palma que posee una parte de su tronco bien ensanchada, parecida a una barriga, “que le da una belleza especial, “sumamente importante para la ecología de anidación de la cotorra de La Española (Amazona ventrais), especie vulnerable en la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

Destaca que esta planta solo existe en el parque nacional Jaragua, en la zona llamada Sabana de Algodón, muy cerca del municipio Oviedo, por lo cual también se le llama “cacheo de Oviedo”. Pero también cacheo de Ekman, “en honor al destacado botánico sueco de quien toma su nombre específico: Pseudophoenix ekmanii Burret”.

En Azua, provincia distante 135 kilómetros al este de Pedernales, existe una planta pariente, la Pseudophoenix vinífera, y también la llaman “cacheo”, según la publicación.

Leonard Erik Ekman, botánico sueco.

Refiere que durante todo el año es cortado por personas de Oviedo que entran a cazar o detrás de otros recursos. Y todos los años, entre abril y mayo, es cuando se observa mayor destrucción porque entran muchas personas a las zonas de cacheo en busca de pichones de cotorras. Otra amenaza es el tráfico de semillas y plántulas para vender a coleccionistas (Fuente: Wikipedia).

Fue descrito en 1929 por Max Burret y publicado por Kongliga Handligar. Pseudophoenix es un nombre genérico que procede de pseudo (“falso”) y Phoenix (palmera datilera). Ekmanii es en honor del botánico sueco Erik Leonar Ekman.

El Fondo Nacional para el Medio Ambiente y Recursos Naturales (Fondo Marena) destaca en su sitio web que “esta palma se encuentra en riesgo muy alto de extinción, por lo que el ministro (Medio Ambiente) se acompaña de profesionales del área (Grupo Jaragua) en busca de soluciones para proteger la especie y promover su siembra, ya que son un símbolo que identifica el trópico y además embellece mitigando la contaminación del aire”.

Eco-Hispaniola, en una historia colgada en su página el 3 de septiembre de 2021, asegura que el único lugar donde se encuentra esta planta es en Sabana de Algodón, en el parque nacional Jaragua de Pedernales, muy cerca del municipio Oviedo.

Ekman fue un botánico sueco que estudió parte de la biodiversidad de Pedernales e hizo un inventario de las especies vegetales nativas y endémicas, que ha servido de referencia a otros botanistas. Fue propulsor de las áreas protegidas. Describió unas 2 mil especies nuevas y se le considera como uno de los primeros en medir con mayor precisión el Pico Duarte.

Agrónomo Ricardo Estévez.

El otro ecocidio

En  los años 40 del siglo XX, llegó al municipio cabecera, Pedernales, un hombre blanco, ojos azules y pelo lacio amarillento. Míster Doche le apodaron por su parecido a un capataz extranjero que tenía en Alcoa Exploration Company, minera estadounidense que explotaba los yacimientos de bauxita y caliza.

Él, para los pedernalenses, había llegado de Europa. Años después llevó a su hermano Libro, igual fenotipo y signos visibles de autismo. Eran inseparables, de poco hablar, caminaban juntos para arriba y para abajo por calles y callejuelas del pueblo. Contadas personas sabían sus nombres de pila, aun después de su muerte, pese a que –diferente a Libro, Míster Doche allá casó y procreó tres: dos varones (uno fallecido pequeño) y una hembra.

Se trataba de Ángel María Peguero Melo (1916), quien había “enfilado proa” hacia el sudoeste en busca de suerte desde su Estebanía, de Azua, (una comunidad de blancos de origen español y con prohibición para entrada de negros). Y, al llegar a Pedernales, entendió que debía llevar a su hermano Heriberto.

En la periferia del pequeño poblado Pedernales se dedicó a cortar palos para hacer hornos de carbón. Y cuando ya el desmonte estaba prohibido por Foresta, optó por la recolección de hojas de canelilla para comercializarlas por sacos  a compradores que viajaban en camiones hasta el municipio. Dicen que fue el primero en explotar la canelilla. De eso vivió durante muchos años y levantó a su familia. Tal práctica era permitida.

El corte y tráfico de esta planta está prohibido por la Ley 64 del 2000 de Medio Ambiente y la Ley 202 del 2004 sobre áreas protegidas y Biodiversidad.

Canelilla Jaragua. Foto: GJ.

Mercado salvaje

Lo de la canelilla es una historia vieja. Es una planta singular, nativa de Pedernales. Por su uso en tisanas, remedios para la gripe, problemas estomacales, aromaterapia, saborizar comidas y bebidas espirituosas como las mamajuanas, ha ganado fama y demanda de los consumidores en mercados y supermercados de la provincia Santo Domingo, el Distrito Nacional y otras ciudades. Pero coquetea con la desaparición provocada por negociantes, que la desojan y hasta cortan sin piedad. Al menos 50 años requiere cada planta para alcanzar la adultez.

El Grupo Jaragua, en su sitio web, cita tres árboles amenazados de extinción: Roblillo de Ekman, Canelilla de Jaragua y Cacheo de Oviedo (para distinguirlo de otras palmas de  cacheo en país). Están en la Lista Roja de la UICN y la Lista Nacional de Flora Vascular Amenazada.

Describe al cacheo como hermosa palma endémica con cuerpo de botella y tronco anillado, que puede alcanzar una altura de doce metros, y crece exclusivamente en el parque Jaragua, solo en la zona del municipio Oviedo.

Sobre la canelilla (Pimenta haitiensis o canelilla del Jaragua) escribe que es un aromático árbol endémico que pertenece a la familia de la guayaba (mirtáceas) y puede alcanzar hasta 15 metros de altura. Crece en los bosques más secos del Jaragua, pero también el pie de monte sur de Sierra de Baoruco.

Sobre el Roblillo de Ekman se refiere como un elegante árbol que crece en el oriente de Cuba y en el suroeste de República Dominicana.

En cuanto a amenazas resalta la expansión de la agricultura y la ganadería, tráfico de canelilla, extracción de mabí de cacheo, construcción de infraestructuras turísticas, como el aeropuerto internacional.

Afirma que toda la canelilla que se comercializa, se corta ilegalmente del parque nacional. El corte lo realizan de manera acelerada porque deben lograr la mayor cantidad en el menor tiempo. Advierte la ONG que “este tráfico no es sostenible debido a que las plantas silvestres tienen una distribución muy reducida, y, al podar las hojas, a menudo se mutila gravemente los árboles, por lo que no pueden reproducirse y mueren. Además, una  vez en el parque, los cortadores saquean otros recursos, como la palma de cacheo, cazan iguanas y talan parte del bosque para secar las hojas de canelilla.

“Los nombres de Marcano y Ekman son determinantes  cuando se habla de la botánica de Pedernales. Ekman, además del cacheo, identificó la  canelilla que es medicinal y saca un aceite esencial con un alto valor. Son plantas muy importantes para el arte culinario, tisanas y la salud, y son nuestras”, acota el agrónomo y ecologista Ricardo Estévez (Cano).

Favorece la designación de calles de la provincia o algún monumento en honor a esos científicos ahora que se habla de desarrollo turístico sostenible.