Palabras pronunciadas por el doctor Julio César Castaños Guzmán, expresidente de la Junta Central Electoral, al despedir los restos mortales del periodista Orlando Gil en el cementerio Puerta del Cielo. Santo Domingo, Distrito Nacional, el 8 de febrero de 2022.
Querido Orlando, aquí estamos despidiéndote en lo que será tu última morada. El buen Jesús en quien creíste ha venido a recibirte y no me caben dudas, desde aquel día en que metiendo las manos en el bolsillo, sacaste aquel crucifijo que conservabas como una prenda salvadora: ¡Ese soy yo!… me dijiste—.
Fuiste una especie de Rafael Herrera aderezado con mucha sal y pimienta. Tu pluma recia y eficaz como un escalpelo que a base de fina ironía resaltaba el matiz de cada circunstancia, de cada acontecimiento.
Cual capote torero que ejecuta una verónica, atrapaste en cada pase, el rostro del toro, hasta dejarlo retratado en un lienzo de prosa y buena tinta.
Tu pluma que te permitía avanzar por precipicios y peligros para resaltar el resquicio importante de una información que aparentaba inocua y que, sin embargo, era la clave del asunto.
Tu pluma de tinta y fuego que escaldaba y consolaba al mismo tiempo con humor de antología; prosa y poesía de la realidad política más dura y desalmada, pero que en el rigor de las buenas palabras lograbas ensartarlas cual perlas horadadas con un hilo de plata.
Tu cálamo, remojado en realidades, era capaz ya enjugado, de levantar del polvo una bandera derribada, de dar esperanza a alguna causa perdida y de señalar la puerta en un camino cerrado. Capaz de señalarle vías a la democracia.
Profeta bueno, de solera gramática; ¡quién podría competir contigo en fonemas y sememas! Por ser valiente y prudente a la vez, se te concedió este don, este talento del buen escribir que cultivaste con método y disciplina.
Te echare de menos… por franco y veraz, por siempre decirme la verdad. Por sincero y honesto; por ser mi consejero amigo por más de 25 años…¡nunca me pediste nada!. Nunca te di nada que no fuera mi confianza por que tú eras confiable.
Le pido a Dios que hoy que se te pasa el balance de lo que fue tu vida, te acompañe esta oración agradecida, y que estas líneas sean para ti acaso un trompetazo que anuncia tu partida, y que al mismo tiempo anuncia tu llegada al espacio infinito donde queda tu paraíso, el mismo que me enseñaste por tu fe en el crucifijo.