El Gobierno neerlandés seguirá relajando las restricciones y se plantea poner fin a medidas como el teletrabajo, la distancia interpersonal o el pase COVID al apostar, desde ahora, por un cambio en la estrategia contra la pandemia, que “ya no dependerá” de la presión sanitaria sino de una “perspectiva más amplia” y socioeconómica.
Aunque no aclara si se asumirá como definitivo el posible escenario endémico, el Consejo de Ministros de La Haya se ha celebrado hoy con un cambio de estrategia sobre la mesa, que asume que el SARS-CoV-2 “seguirá entre nosotros durante un tiempo y la forma actual de lidiar con él no es sostenible a largo plazo en un sentido social y económico”.
El Gobierno admite que hay una “fuerte necesidad de volver a la vida cotidiana normal” y que la visión oficial pasará de “erradicar los riesgos, a gestionarlos para que podamos vivir una vida más normal” y “las medidas tendrán que ser proporcionales y limitar lo menos posible los derechos constitucionales”.
Con la economía como uno de los elementos clave, las ayudas del gobierno a las empresas se irán eliminando, aunque se seguirán haciendo pruebas a quien tenga síntomas y se confirmarán con PCR los positivos en antígenos, pero se estudiará el sistema de cuarentenas y de vacunación.
Durante la reunión extraordinaria de hoy, el Ejecutivo se ha planteado una sucesión de flexibilizaciones rápidas a partir de la próxima semana, sobre todo para el sector hostelero, con la posible reapertura del ocio nocturno y la ampliación del horario del sector hasta la medianoche, sin distancia interpersonal.
También pondrá fin al teletrabajo como regla general y a la limitación del número de invitados a casa, mientras que los grandes eventos y los festivales se permitirían a partir del 25 de febrero, pero con un sistema 1G, una obligación general a hacerse un test, independientemente de la vacunación.
Fuentes oficiales añadieron a la televisión pública NOS que el Gobierno también se plantea el fin de la distancia interpersonal, pero también del pase COVID “antes de fin de mes”, después de que una investigación mostrará que apenas inhibe el número de contagios.
Además, un manifiesto contra su uso supera ya las 700.000 firmas, entre ellas de sanitarios, epidemiólogos y la exsecretaria de Estado Mona Keijzer, despedida por el anterior gobierno por sus críticas a este sistema. Cree que “el daño que causa es desproporcionado con respecto a cualquier beneficio para la salud pública”.
La decisión final se anunciará el próximo martes, casi dos años después de que se detectase el primer caso del nuevo coronavirus en Países Bajos, el 27 de febrero de 2020.
En los últimos dos años, la estrategia se ha centrado en hacer test, vacunar y limitar el contacto para no saturar los hospitales, proteger a los más vulnerables, hacer un seguimiento del virus y limitar todo lo posible el daño económico y social, recordó Kuipers, pero “muchas personas han sufrido daños psicológicos, físicos y económicos” por ello.
La política actual tiene cuatro objetivos por este orden: mantener una carga aceptable para el sistema sanitario, proteger a los más vulnerables, hacer un seguimiento del virus y tratar de limitar el daño socioeconómico, pero Kuipers cree que “es hora de revisar los objetivos” y avanzar hacia otros dos iguales y paralelos, “la vitalidad socioeconómica” y la “accesibilidad de todos a toda la cadena sanitaria”.
Los detalles de la estrategia a largo plazo basada en varios escenarios se anunciarán en marzo, y en primavera se informará de la preparación para futuras pandemias, pero este ajuste a corto plazo es ya un cambio de paradigma: la política ya no se basará en la carga hospitalaria sino en “una perspectiva más amplia, tanto en el aspecto social y socioeconómico, como sanitario”.
Las autoridades creen que el pico de contagios “se alcanzará pronto”, mientras la presión hospitalaria es reducida, con 1.580 pacientes con COVID-19 ingresados, de los que 226 están en las UCI (en diciembre había 662 en cuidados intensivos). EFE