La cardiología moderna ha experimentado una revolución significativa en las últimas décadas, con avances que han transformado el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades cardiovasculares. Estos progresos han sido impulsados por investigaciones científicas innovadoras, tecnologías de vanguardia y un enfoque interdisciplinario.
Son muchas las innovaciones a resaltar, nos limitaremos a mencionar algunas de las más importantes en los últimos años que han contribuido a la mejora clínica del paciente cardiópata; iniciaremos con las imágenes cardiovasculares. La capacidad de visualizar el sistema circulatorio y en particular el corazón y sus estructuras, ha avanzado considerablemente con la ecocardiografía tridimensional, la resonancia magnética y la tomografía computarizada cardíaca.
En la actualidad contamos con herramientas de diagnóstico que nos permiten proveer un tratamiento más certero al paciente, en la mayoría de los casos son técnicas potenciadas por inteligencia artificial que facilitan el procesamiento y por ende el diagnóstico apropiado en cada caso. Estas pueden analizar grandes conjuntos de datos, incluido imágenes médicas, registros de pacientes y datos clínicos, para detectar patrones y hacer predicciones. Los algoritmos impulsados por inteligencia artificial apoyan en el diagnóstico de las cardiomiopatías –afecciones del musculo cardiaco–, en la evaluación de factores de riesgo coronarios e incluso a predecir eventos adversos como ataques cardíacos y arritmias potencialmente letales.
Otro avance mayúsculo ha ocurrido en los procedimientos de intervención percutánea mínimamente invasivos como la angioplastia, el ultrasonido intravascular, el reemplazo valvular percutáneo, la ablación de arritmias, entre otros. Estos son en su mayoría desarrollos nuevos que continúan en constante evolución y que nos permiten proveer un tratamiento adecuado al enfermo evitando intervenciones quirúrgicas que implican un mayor riesgo. Más importante aún, son procedimientos que nos facilitan la posibilidad de tratar pacientes con muy alto riesgo que generalmente no eran considerados candidatos a cirugía.
Así mismo, la tecnología ha permitido la monitorización continua de pacientes con enfermedades cardíacas fuera del recinto médico u hospitalario. Los dispositivos implantables, como los marcapasos y los desfibriladores, han avanzado en términos de tamaño, duración de la batería, capacidad de comunicación y tipo de interacción con el ritmo propio del enfermo. Así mismo, la telemedicina y las aplicaciones de monitoreo móviles permiten a los pacientes controlar sus signos vitales y comunicarse con los profesionales de la salud de manera más efectiva, lo que ha mejorado la atención a distancia y la prevención de emergencias cardíacas. Esta ventaja se hizo más obvia durante la reciente pandemia de COVID como resultado del distanciamiento y las dificultades en el acceso a la atención de salud impuestas por el riesgo de contagio.
El desarrollo de corazones artificiales y dispositivos mecánicos de soporte circulatorio, por otra parte, ha ampliado las opciones para tratar la insuficiencia cardíaca terminal, condición en la cual la función de bomba del corazón se encuentra gravemente reducida. Estos dispositivos pueden brindar apoyo temporal o a largo plazo, mejorar la calidad de vida de los pacientes y acercarlos al trasplante o la recuperación. Los materiales y la ingeniería avanzada continúan mejorando la confiabilidad, miniaturización y eficiencia de estas tecnologías que salvadoras incluso permitiendo que el paciente deambule y pueda disfrutar de una mejor calidad de vida.
De forma similar, el desarrollo de terapias genéticas y productos biológicos dirigidos nos ofrece nuevas vías para el tratamiento de enfermedades cardiovasculares que en el pasado se consideraban parte de la ciencia ficción. A título de ejemplo, investigadores están explorando el uso de tecnologías de edición de genes para corregir defectos genéticos asociados con enfermedades cardíacas hereditarias. Estos avances podrían potencialmente curar algunos trastornos cardíacos que antes no se podían tratar adecuadamente.
En resumen, la especialidad de cardiología ha experimentado avances significativos en áreas que van desde la imagen y la terapia de intervención percutánea hasta la genética y la medicina personalizada. Estos logros han acontecido sobre todo en las dos últimas décadas y han mejorado la detección temprana, el tratamiento y la prevención de enfermedades cardiovasculares más comunes. En conjunto, han contribuido a una mejor calidad de vida y una mayor supervivencia para los pacientes adultos y pediátricos de todos los rincones del mundo gracias a su diseminación. Esto incluye nuestro país ya que muchas de estas pruebas y tratamientos están disponibles en CEDIMAT.
Con la continua investigación y desarrollo en el campo de la patología cardiovascular, el futuro de la cardiología parece aún más prometedor ofreciendo una extensa gama de posibilidades para la mejora de la salud global hoy severamente afectada por dichas enfermedades lamentablemente responsables de la mayoría de los fallecimientos en todo el mundo.