David Oliva no es un psicólogo cualquiera. Graduado en la Universidad de La Laguna y con un máster en Psicología de la Intervención Psicosocial por la Universidad de Murcia, su vida personal es un testimonio de superación. Durante años, vivió con sobrepeso, una condición que impactó no solo su salud física, sino también su estabilidad emocional y su autoestima.
Hoy, con una nueva perspectiva de vida, combina su experiencia personal con su formación profesional para inspirar a otros.
«Soy una persona como cualquier otra, pero que entendió que el sobrepeso no es solo un tema estético. Afecta tu vida entera: cómo te ves, cómo te relacionas con los demás y cómo gestionas tus emociones», dice al iniciar nuestra conversación.
David intentó muchas veces cambiar su estilo de vida, pero siempre terminaba volviendo a los mismos hábitos. «Vivimos esperando ese “clic” que nos cambie, pero la verdad es que esos momentos son acumulativos. Cada intento fallido suma hasta que algo se consagra».
Sin embargo, hubo un día que marcó el inicio de su transformación: «Una compañera me tomó una foto en el trabajo. Cuando la vi, no me reconocí. No era solo la barriga o los cachetes; vi a alguien triste, decaído, descuidado, con la barba mal arreglada y sin ganas de vivir». Ese jueves, David tomó una decisión: «Decidí no esperar al lunes, no esperar un nuevo comienzo perfecto. Empecé ese día, y hasta hoy sigo adelante».
David no se considera un caso extraordinario. Según él, su éxito radica en haber entendido que la motivación es pasajera. «La motivación puede ser la chispa inicial, pero desaparece rápido. Lo que realmente importa es tomar decisiones responsables, día tras día. Si estás frente a un plato de ensalada en lugar de una hamburguesa, no hay nadie obligándote. Tú decides, y esa decisión es tuya».
Sin embargo, no fue fácil. «Lo más difícil fue gestionar emocionalmente mi relación con la comida. Siempre asociamos la comida con el placer o el consuelo, pero también puede ser una herramienta para cuidar nuestra salud. Aprendí a disfrutar alimentos saludables, a no demonizar lo que antes me encantaba y a equilibrar mis elecciones».
David destaca que los cambios mentales se sienten casi de inmediato. «El simple hecho de decidir cuidarte genera un impacto emocional positivo. Físicamente, empecé a ver resultados a los tres meses, pero la clave fue hacer del proceso algo sostenible y disfrutable; mantener una vida activa y saludable no solo te cambia físicamente, sino que transforma por completo tu manera de verte y de enfrentarte al mundo. Cuando haces ejercicio, comes bien y logras ser coherente con lo que deseas para ti, automáticamente todo empieza a fluir. Por un lado, los beneficios químicos son reales, tu cerebro comienza a comportarse diferente (aumento de endorfinas, dopamina, serotonina, reducción del cortisol, mejor equilibrio hormonal…): estás de mejor humor, te sientes menos ansioso y mucho más enfocado. Pero para mí lo más importante es el impacto en tu percepción personal: ves que eres capaz de cumplir lo que te propones. Eso, por sí solo, es un cambio mental brutal».
Por otro lado, el deporte siempre había sido parte de su vida, aunque de manera inconsistente.
«Antes pensaba que hacer ejercicio no valía la pena si no comía bien, o viceversa. Ahora entiendo que ambos son importantes, pero no lo son todo. La planificación y el orden son fundamentales». David enfatiza la importancia de establecer metas realistas. «Muchas personas quieren cambiar todo de golpe: tiran toda la comida basura, se apuntan al gimnasio, compran ropa deportiva. Pero eso no es sostenible. El cambio debe empezar con una planificación adecuada, identificando fortalezas y debilidades, y creando un sistema que funcione para ti».
Para Oliva, el impacto del cambio no solo se ve en el espejo, sino en la manera en que enfrentas el mundo. «Cuando haces ejercicio, comes bien y eres coherente con lo que deseas para ti, todo empieza a fluir. Pero lo más importante es cómo te ves a ti mismo: como alguien capaz de cumplir lo que se propone».
Además, menciona la importancia de la disciplina como herramienta para la vida. «Si puedes controlar tus impulsos, como la comida o la falta de ejercicio, esa capacidad de decidir conscientemente te da una fuerza que va más allá del cuerpo. Es una base para ser emocionalmente más fuerte, más eficiente y más feliz».
Oliva no solo vive el cambio, sino que también lo lleva a su práctica profesional. «Mi experiencia me ha hecho más empático y mejor psicólogo. Entender los retos emocionales de un proceso de transformación me permite acompañar a mis pacientes de manera más efectiva».
Sin embargo, advierte sobre el peligro de buscar validación externa. «Vivimos en un mundo donde los likes en redes sociales dictan nuestro éxito. Pero el reconocimiento más valioso es el interno, ese que viene de analizar tus logros y tus retos desde una perspectiva personal».
Para quienes se sienten abrumados al pensar en cambiar su vida, David ofrece un consejo claro: «No te compares ni intentes hacerlo todo perfecto. Planifica, empieza pequeño y entiende que las recaídas son parte del proceso, no fracasos. Cuando empieces, te darás cuenta de lo capaz que eres, y mirarás atrás deseando haber comenzado antes».
Hoy, David continúa compartiendo su experiencia en redes sociales y en su práctica diaria, inspirando a otros a tomar el control de sus vidas. «No se trata de transformarse en otra persona, sino de descubrir la mejor versión de ti mismo y vivir desde esa autenticidad».