La periodista Altagracia Ortiz desnudó el sistema de salud de la República Dominicana en El comercio del dolor, un libro de 35 capítulos y 266 páginas, que revela el maltrato a los pacientes, cuestiona la falsa modernidad de los centros de atención públicos y privados, desecha los discursos de funcionarios sanitarios, denuncia la deshumanización del personal de salud y pone en el tapete los negocios que se hacen con el dolor de los enfermos.
“Este libro es un llamado a cambiar, o quizás sea una plegaria y un grito desesperado por el respeto a la vida y a la condición humana, esa condición que cada día rueda por los peores lodazales de nuestra sociedad”, expresó la comunicadora al entregar su segunda obra.
Ortiz relató que en veinte años cubriendo las noticias de salud ha constatado “con el alma rota y con el dejo de desolación que se llevan los reporteros cuando cargan las historias tristes de la sociedad”, que en la medida que se ha modernizado, el sector salud se ha vuelto menos humano.
“A los dominicanos nos prometieron una solución, pero nos regalaron una crisis”, puntualizó. “La ley de seguridad social, la ley general de salud y todo el marco normativo que se desprende de ellas ha apuntalado la injusticia y la desigualdad como nunca antes y nos ha convertido en víctimas y, en muchos casos, en parias”.
Según la comunicadora, cuando los pacientes se convirtieron en clientes, el sistema se hizo menos humano y dividió a las personas en “pacientes ricos y pacientes pobres”.
“Nos construyeron una ilusión de modernidad que terminó siendo un espejismo. La falsa modernidad amplió las brechas económicas y sociales en el sector salud, e hizo surgir dos nuevas categorías: los pacientes ricos y los pacientes pobres.”
Según Ortiz, el gran tormento de los dominicanos hoy es enfermarse, no solo por lo que implica la pérdida de la salud en sí, sino por los laberínticos caminos que hay que recorrer en un sistema cuyo motivo principal es hacer dinero.
“Con pena y vergüenza hay que decir que cuando un quebranto de salud llega a una familia, hay que salir a mendigar y apelar a la caridad pública y salir a dar lástima por los medios de comunicación para que alguien se apiade de nosotros y nos haga el favor apoyarnos con un tratamiento, con un procedimiento, o con una intervención y hasta con un medicamento.”
“En el peor de los casos -añadió- las familias sin recursos tienen que postrarse en las cunetas de un hospital a esperar con impotencia y con los brazos cruzados, la muerte segura de su pariente y a llorarlo antes de tiempo y a verlo partir sin poder hacer nada. Esa es la estampa que le vamos a regalar a la posteridad.”
Altagracia Ortiz aseguró que cada vez que se muere un paciente aquejado de la enfermedad de la pobreza, muere con él la sociedad dominicana y mueren con él todos los discursos, todas las políticas y todos los maquillajes que le pusieron a los centros hospitalarios.
22 años mirando de cerca el dolor
Altagracia Ortiz es una veterana reportera de salud, cuya mirada se ha paseado por todos los rincones del sistema. Ha visto de cerca el dolor humano y ha escuchado el último lamento de los moribundos; ha oído a muchos funcionarios mentir sin alterarse, y muchas veces, con el alma estremecida, ha llorado de impotencia sobre su libreta. Y fue desde esa cercanía que escribió este libro.
“El periodismo a veces es una denuncia, y a veces, una esperanza, pero siempre es esa mirada necesaria sobre la sociedad, sobre sus grandezas y sus miserias, y es una forma de auditar las tristezas que pare la desigualdad. De esa mirada ha nacido este libro.”
Altagracia Ortiz publicó en el 2015 En cuidados intensivos, una crónica detallada de la decadencia del sector. Su nuevo libro incluye muchas de esas historias de olvido y desatención que quedaron sepultadas en los rincones de las clínicas y hospitales, y en el silencio cómplice de algunos actores del sistema.
Alicia en el país de las maravillas
Viviendo en el país de las maravillas, Alicia Ortega, al presentar la obra, aportó lo suyo. Que la historia del sistema de salud es “triste y bochornosa”, que es un sistema decadente que “negocia con el dolor de los pacientes” y que “carece de humanidad”; que “le falta ética a la práctica de la medicina” y que los rebotes de pacientes son “un calvario” y, en fin, que este es un “pedregoso camino obstaculizado por intereses particulares en detrimento de las necesidades de los más vulnerables.” Sus calificativos estuvieron a la altura de la obra.
Alicia exaltó la minuciosidad de la obra y dijo que ella, su autora, Altagracia Ortiz, es un referente en el periodismo de salud, que tiene una mirada crítica y que su libro debe ser leído como una crítica constructiva que hay que escuchar y abrazar como una pauta
“Este libro -observó la comunicadora- es una radiografía valiente que contribuye a que los actores del sistema hagan un ejercicio de reflexión.”