Este lunes se cumple un año de los atentados del grupo islamista palestino Hamás en Israel que detonó mortíferos bombardeos en la franja de Gaza por parte de las fuerzas del Estado Hebreo en represalia y un conflicto que se ha extendido hasta Líbano y Cisjordania Ocupada. Las víctimas israelíes recuerdan aquel 7 de octubre como el día en que sus vidas paró, aún dicen vivir con miedo y con un gran interrogante.  ¿Por qué el Ejército israelí tardó tanto en llegar? 

Miedo, trauma, dolor, duelo, abandono, estas son algunas de las sensaciones que guardan los israelís, cuando se cumple un año de la serie de ataques terroristas de Hamás que tuvo lugar el pasado 7 de octubre. RFI entrevistó a algunos de ellos, quienes coinciden en lo difícil que es su necesidad constante de buscar refugio, ante los ataques y en el duelo de aquel día en el que unas 1290 personas murieron, 7.500 resultaron heridas y 251 fueron tomadas como rehenes.  

¿Dónde estaba el Ejército? 

“¿Cómo es posible que haya habido una invasión y que el Ejército no haya podido reaccionar?” es la pregunta que se hace Leo Corry, presidente de la Universidad Abierta de Israel al precisar que él y sus connacionales se han sentido abandonados.  

“El Ejército debería cuidarnos para que no haya ataques terroristas, pero si llega a haber un ataque por alguna razón, entonces dentro de media hora o una hora como  máximo llegan las fuerzas de seguridad para tratar de rescatar a los que están en situación peligrosa. Y el 7 de octubre, una de las cosas que pasó es que el Ejército no llegaba. Hay gente que estaba en los cuartos de seguridad sosteniendo la puerta durante horas… 11 horas, 12 horas, mientras los terroristas quemaban la casa, disparaban, destruían y la gran pregunta (que se puede ver) en los cientos de miles de conversaciones de WhatsApp que se han reunido, es ¿Dónde estaba el Ejército? ¿Por qué el Ejército no llega?  El Ejército llegó, pero muy lento, muchas veces muy tarde, muchas veces con poca fuerza y esa es una pregunta que la gente se hace. ¿Qué pasó?”, se interroga Corry.  

Mauricio Ben Zaken, habitante del kibutz Nirim, que fue objetivo de ataque de aquel 7 de octubre, recuerda que el día anterior estaban celebrando, pero dicha fiesta terminó en tragedia. 

“Hubo una fiesta muy grande porque era el cumpleaños del kibutz. Había muchos invitados, por lo tanto, se habían quedado muchos invitados a dormir en el kibutz. Cuando llegaron por la mañana, no solamente encontraron a los habitantes del kibutz, sino también a los invitados de los de los habitantes. A las 6:30 a.m. empezaron a sonar las alarmas y todo el mundo ya tiene la costumbre de irse a los cuartos de seguridad, porque cada casa tiene un cuarto de seguridad y entonces empezaron a caer los cohetes. Esta vez fue una lluvia de cohetes y nos dimos cuenta de que algo distinto estaba pasando”, cuenta Ben Zaken, quien nunca se imaginó que los miembros de Hamás pudieran llegar en persona al Kibutz.  

Según Ben Zaken, mientras esperaban al ejército, los miembros del Kibutz intentaron defenderse: “Empezaron a encontrarse frente a frente con gente del kibutz que tenían armas y que pusieron resistencia, pero ellos eran muchos más. En mi Kibutz asesinaron a 5 personas y se llevaron a 5 rehenes. De los 5 rehenes devolvieron 3 mujeres y los dos que quedaron meses después, los soldados israelíes en Gaza encontraron sus cuerpos y habían sido asesinados siendo rehenes”, agregó Ben Zaken, quién también lamenta que hayan tenido que salir de sus hogares. “Ya llevamos un año exactamente fuera de nuestras casas porque nuestro kibutz y toda la zona es zona militar y mientras el ejército considere que no hay tranquilidad, no van a permitir que los civiles vuelvan al lugar”, indicó. 

Este lunes Ben Zaken y su comunidad visitarán al Kibutz para hacer un acto recordatorio sobre los seres queridos que murieron en los ataques y luego volverán a sus respectivos hogares actuales, señaló.  

La interminable búsqueda de refugio  

Actualmente con el conflicto que no cesa en Medio Oriente, con ataques como los del grupo libanés proiraní Hezbolá, la vida de los israelís gira alrededor de una búsqueda constante de refugio. Verda Klein, una venezolana israelí que habita en Haifa, en el norte de Israel, dice que lo que más le afecta es la vida de sus nietos y pensar que deben entrar a los cuartos de seguridad en los colegios. “Esta mañana estaba con una de mis nietas en la casa, porque los padres trabajan y no puede estar sola y meterse ella sola en el cuarto de seguridad con 10 años (…) En cada familia es el mismo cuento, mi nuera hoy en la mañana se fue con la hija al colegio y sonaron las sirenas en el auto y tuvo que parar el auto y acostarse en el piso con la niña, es bien traumático todo esto” indicó. 

Samanta Swiec, una argentina israelí también habitante del norte de Israel, coincidió en la dificultad de la situación actual. “Hoy en día estamos trabajando de casa, no estamos yendo a la oficina porque la oficina mía es en Haifa, justo al lado donde todo el tiempo, bombardean. Nos cuidamos en los refugios, tengo refugio en mi casa, mis padres hoy en día están viviendo conmigo, porque ellos viven en un cuarto piso y el refugio está abajo y son personas mayores. Entonces se vinieron a vivir ya hace dos meses conmigo y nos protegemos en refugio”, señaló Swiec, quien asegura que trata de salir lo menos posible o solo salir a lugares que tengan refugio. “Estamos todo el tiempo con miedo para ser sinceros”, confesó.  

Swiec lamenta lo sucedido el pasado 7 de octubre y la forma en que su país se está transformando “el sur y el norte lo perdimos en Israel porque en el norte no vive nada de gente, en el sur tampoco”, dice al expresar el duelo que han sentido durante este año. “Es un año muy, muy raro, es un año que se paró y los días siguieron, pero la vida nuestra no siguió”, lamentó. 

Ha pasado un año desde los ataques terroristas de Hamás y un año desde que inició la mortífera represalia de Israel que del lado palestino se ha cobrado la vida de cerca de 41.000 personas según el Ministerio de Salud de Gaza, controlado por Hamás, en un conflicto que se ha expandido a Líbano y Cisjordania ocupada; y que de momento, no da señales de tregua.