En Sudáfrica, tras una misión de rescate de una semana que puso fin a varios meses de tira y afloja entre los mineros ilegales y la policía, se extrajeron de la mina 78 cadáveres de mineros ilegales; 240 salieron con vida. Bajo tierra, prácticamente no tenían acceso a la comida, que la policía bloqueaba para obligarles a salir. Ahora que la situación sobre el terreno se ha calmado, es hora del ajuste de cuentas.
Con nuestro corresponsal en Johannesburgo, Valentin Hugues
La operación de rescate ha terminado. Pero no se ha terminado de hablar de Stilfontein. Entre otras cosas porque el número de muertos es elevado: 78. Las ONG denuncian la total responsabilidad del Estado, acusándolo de haber dejado morir de hambre a los mineros y de retrasar la misión de rescate. El gobierno sigue defendiendo y justificando su operación ilegal contra la minería. Pero el segundo partido político del país, la Alianza Democrática, pide una comisión de investigación sobre la muerte de estos mineros ilegales.
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Y luego están las preguntas sin respuesta: durante estos largos meses de lucha a brazo partido, ¿pudieron los mineros salir a la superficie, como afirma la policía, o estaban demasiado débiles físicamente -sin comida- para subir los 2 km de cuerda? Esto es lo que dicen los líderes comunitarios. La cuestión de cómo gestionar las minas abandonadas también estuvo en el centro de los debates. ¿Por qué no se han cerrado completamente estas minas?
La misión de rescate de la semana pasada tampoco ha escapado al debate, ya que un sindicato de trabajadores acusó a la policía de volar un pozo cercano, dejando atrapados bajo tierra a algunos mineros. La policía lo ha negado formalmente y no ha descartado llevar al sindicato ante los tribunales.