Este viernes se publican las cifras de crecimiento para 2024. Es la oportunidad para echar un vistazo a lo que hace respirar a esta economía rusa, es decir, los hidrocarburos, ya que el petróleo y el gas son los dos pulmones del país. Análisis.
Por Stéphane Geneste
Rusia es uno de los tres mayores productores de petróleo del mundo, junto con Arabia Saudita y Estados Unidos. Por lo tanto, los hidrocarburos son esenciales para su economía. En términos de valor, representan casi la mitad de sus exportaciones. Prueba de su importancia: en 2021, antes de la invasión de Ucrania y las sanciones occidentales, representaban el 46% del presupuesto ruso. Por lo tanto, se trata de una afluencia de divisas muy importante para Moscú.
Sin embargo, las sanciones occidentales no han tenido un impacto tan fuerte en la economía rusa como se esperaba. Las exportaciones rusas de hidrocarburos tienden a disminuir ligeramente, pero es probable que esto esté relacionado con la disminución de las compras de carbón. Por otro lado, el petróleo y el gas en términos de volumen se mantienen estables.
Sanciones insuficientes
Hay dos razones para la estabilidad de las exportaciones de petróleo y gas. Por un lado, las sanciones occidentales no son lo suficientemente fuertes como para golpear el corazón del sistema ruso. Y si no muerden lo suficiente, es principalmente para evitar desestabilizar los mercados occidentales.
Por otro lado, Rusia ha reorientado sus exportaciones. No más Occidente y occidentales. Ahora, vayamos a Asia, especialmente a India y China, que son dos de los principales clientes de Moscú. Una pequeña sutileza: Rusia ha aumentado sus impuestos a las exportaciones para compensar las pérdidas occidentales. Sin embargo, las economías occidentales parecen haberse acostumbrado a vivir con menos hidrocarburos rusos y, a largo plazo, esto tendrá consecuencias para Rusia.
Punto de inflexión
Estas sanciones están empezando a tener un impacto en el petróleo en particular. Si hay un precio máximo de 60 dólares impuesto por Occidente para la compra de barriles, los rusos logran sortear la medida con su flota fantasma. Se trata de viejos cargueros clandestinos llenos de petróleo que dan la vuelta al mundo en busca de compradores. Esto es importante, ya que según la Escuela de Economía de Kiev, casi el 90% del crudo ruso se cotiza por encima de este techo, lo que representa un margen de 10.000 millones de dólares al año.
Los hidrocarburos rusos tienen, por el momento, un futuro brillante por delante. Pero es sin contar con Donald Trump. El presidente estadounidense tiene la intención de presionar a Moscú. Simplemente pretende utilizar estos hidrocarburos como arma geopolítica. Su solución: pedir a los países exportadores de petróleo, como Arabia Saudita, que produzcan más, lo que automáticamente conducirá a una caída de los precios. Y así, para que Rusia siga vendiendo, también tendrá que bajar sus precios para ser competitiva.
La idea está ganando terreno porque podría golpear muy duro a Moscú en la billetera, ya que Rusia no puede prescindir de sus exportaciones para apoyar su economía. Todo ello en un contexto de sobrecalentamiento de su economía de guerra. El crecimiento impulsado por el gasto en armamento se está agotando cada vez más. Esto significa que, si este otro pilar de la economía rusa se tambalea a largo plazo, además de una caída en el precio del petróleo, se complicarán las cosas para Moscú. La industria militar se convertiría entonces en una inversión no rentable. Porque al final, producir un tanque que será destruido en Ucrania no tiene el mismo valor que exportar varios millones de barriles de petróleo por día.