Los diputados británicos aprobaron el viernes un proyecto de ley de muerte asistida para Inglaterra y Gales, abriendo la puerta a las fases siguientes de la tramitación legislativa tras un debate con intensas polémicas éticas y religiosas.
La eutanasia ha sido aprobada en el parlamento por 330 votos a favor y 275 en contra, en una decisión histórica que ha ido precedida de cinco horas de apasionado debate en la cámara baja por la gran división que había generado, una brecha política que no reflejaba la social ya que el 70 por ciento de la población está a favor de la muerte asistida.
Desde hace días que era el debate predominante en todos los ámbitos. Incluso en el metro habían colgado anuncios a favor y en contra, aunque la población no votaba. Había sido rechazada dos veces antes con los conservadores en el poder.
Esta propuesta de ley ha sido presentada por los laboristas y se ha dado libertad de voto según la conciencia de cada uno. El primer ministro, por ejemplo, ha votado a favor. Es solo la primera votación, pero la más importante antes de convertirse en ley. En estos momentos, asistir a alguien a morir está considerado como un delito con penas de hasta catorce años de cárcel.
La nueva ley matiza que, para autorizar la asistencia, el enfermo deberá tener una enfermedad terminal, deberá decidirlo él mismo y se requerirá la autorización de dos médicos y la aprobación de un juez.