En Los Ángeles, los bomberos siguen luchando con denuedo contra los vastos incendios que asolan la ciudad, y el tiempo no va a facilitarles la tarea. Las fuertes rachas de viento previstas para el jueves amenazan con avivar las llamas que se han cobrado al menos 25 vidas. Pero una semana después de que se iniciaran los incendios y se propagaran a la velocidad del rayo, algunas familias afectadas están volviendo a la normalidad, y sus hijos regresaron a la escuela el 15 de enero.
Por Achim Lippold, enviado especial de RFI a Los Ángeles
El miércoles 15 de enero fue un momento emocionante. A las 8.30 de la mañana, el timbre de la Escuela de Ciencias de Brentwood sonó como todas las mañanas, pero para docenas de niños, este regreso a la escuela fue cualquier cosa menos ordinario. La escuela primaria, situada en el distrito de Pacific Palisades, quedó devastada en gran parte por los incendios. Pero los niños fueron acogidos por otra escuela, situada en el distrito de Brentwood. Allí se han creado clases especiales para estos pequeños “refugiados del fuego”.
“Esta es nuestra guardería de transición”, explica un miembro del personal de la escuela, mostrando con orgullo las instalaciones especialmente diseñadas para acoger a los niños del distrito de Pacific Palisades. Los más pequeños están sobreexcitados por reencontrarse con sus profesores, sus compañeros y una cierta normalidad escolar, en una situación que sigue siendo extremadamente complicada y estresante.
Que no cunda el pánico
Están descubriendo nuevos juegos, para su deleite y el de sus padres, como Jackie: “Es tan agradable ver a los niños de vuelta en la escuela, jugando, sonriendo y riendo… y no estar en modo pánico. Como todavía están traumatizados, no dejan de mirar hacia arriba para ver si hay fuego en algún sitio”.
Las risas de los niños se oyen en las aulas, mientras que algunos de los padres que están fuera del colegio siguen llorando la pérdida de su hogar. Para Diana, este nuevo curso escolar es un paso importante en el camino de vuelta a una vida normal. “Lo más duro para nosotros, cuando vimos que todo nuestro barrio había quedado destruido, incluida la escuela, fue pensar que los niños ya no podrían ir al colegio ni ver a sus amigos. Verlos volver hoy a la escuela nos quita un gran peso de encima”.
Pero a estas familias les espera ahora otro gran reto: la cuestión del realojamiento. La mayoría ha perdido su casa. Hoy viven con amigos de sus padres, en Airbnb o a veces en una sola habitación de hotel. Los precios de los alquileres son desorbitantes y el mercado inmobiliario está saturado.
Mientras tanto, batallones de bomberos de todo Estados Unidos, así como de otros de respaldo llegados de México, estaban trabajando para controlar los puntos calientes que aún podrían arder, dijo a los periodistas la jefa de bomberos de la ciudad de Los Ángeles, Kristin Crowley.