Casi un año después de la tregua entre Israel y Hamás, los mediadores trabajan en un nuevo acuerdo de cese de hostilidades. Al menos 43.000 personas murieron en Gaza desde el inicio de la guerra, según el ministerio de Sanidad del enclave, gobernado por el movimiento islamista palestino. El ejército israelí concentra sus ataques en el norte de la Franja. Las bombas no cesan en Jabalia, según nos cuenta uno de sus habitantes, que tuvo que huir de la urbe para refugiarse en el sur del territorio.
De nuestro colaborador en la Franja de Gaza, Rami Al Meghari, y nuestro corresponsal en Jerusalén, Sami Boukhelifa
"Somos los condenados de la tierra, constantemente bombardeados", así se presenta Youssef, un joven padre de familia.
"Somos la gente hambrienta y sedienta, proveniente de Jabaliya", agrega.
Su ciudad, desfigurada desde el comienzo de la guerra, está en el punto de mira del ejército israelí. Hace poco más de tres semanas, el pasado 6 de octubre comenzó una nueva ofensiva aérea y terrestre.
Leer tambiénIsrael y Hamás dan pasos hacia una reanudación de negociaciones sobre Gaza
"Aquí ya no hay nada que destruir"
"Bombardeos aleatorios", cuenta el joven, quien no comprende el motivo: "Aquí no hay nada que destruir. Todo está ya devastado. Mi casa fue pulverizada hace mucho tiempo, recuerdo que fue en diciembre. Ese día mataron a mi hijo", explica.
Entonces, Youssef, su mujer y sus otros tres hijos encontraron refugio no muy lejos, con unos parientes. Viven y sobreviven. Durante un año, el único alimento que tuvieron fue comida enlatada.
"A principios de octubre, las tropas israelíes rodearon Jabalia, Beit Lahia, Bait Hanun y el norte de la Franja de Gaza. Los bombardeos se intensificaron. Se mata a la gente en la calle. Nadie recoge los cadáveres, que son devorados por perros callejeros. En Jabalia es un genocidio, una guerra de exterminio"
– Youssef, habitante de Jabalia
Dos de sus vecinos murieron ante sus propios ojos en un ataque con drones.
Un viaje "arriesgado" hacia el sur de Gaza
Fue así que, con toda la gente del barrio, decidieron dirigirse al sur del enclave. Fue un viaje arriesgado. Tuvieron que huir bajo el fuego.
"Preferimos los ataques aéreos. Te matan al instante. Cuando explotan las bombas de artillería, hay esquirlas por todas partes que te hacen daño. Es una muerte lenta, te desangras hasta morir", relata y precisa: "En el norte no hay servicios de urgencias, ni hospitales. Fuimos un grupo de 600 personas las que nos fuimos".
En la carretera, hay que pasar por los puestos de control del ejército israelí y, según expresa, los soldados aterrorizan a la gente. Mujeres a un lado, hombres al otro. Registros corporales completos y en calzoncillos.
"Detuvieron a algunos de nosotros. Les pusieron trajes blancos. Con los ojos vendados. No hemos sabido nada de ellos desde entonces", concluye.