Elise Stefanik, que compareció el martes ante el Senado estadounidense, está siendo considerada para el puesto de embajadora de Estados Unidos ante la ONU. De ser confirmada, explicó que impulsaría en Nueva York la visión “America First” de Donald Trump, y que examinaría qué financiación de Washington es realmente esencial para la ONU, dando a entender que está a favor de aliviar al contribuyente estadounidense.

Con nuestra corresponsal en Nueva York, Carrie Nooten

Descrita por los observadores como una “Nikky Haley con esteroide”, Elise Stefanik es ante todo muy cercana a Donald Trump. Si es confirmada, no será una embajadora decorativa. Se ha descrito a sí misma como “patriótica”. Graduada en Harvard y la mujer más joven elegida al Congreso hace 11 años, ha pasado una década en Washington, pero no tiene experiencia en relaciones internacionales.

La ONU, “no está a la altura”

Ella llevará a cabo esencialmente la visión de Donald Trump sobre la organización internacional, que consideran que ya no cumple su misión de mantener la paz mundial.           

“La ONU no ha estado a la altura de su misión fundacional, y debemos exigir algo mejor. Es imperativo garantizar un fuerte liderazgo estadounidense en las Naciones Unidas. Comparto la visión del presidente Trump de reformar la ONU anteponiendo unos Estados Unidos fuertes, la paz a través de la fuerza, y volviendo a esa misión fundacional de promover la paz y la seguridad en el mundo”, ha declarado Elise Stefanik.

Stefanik se ha granjeado una reputación proisraelí y de defensora de los judíos estadounidenses y en el extranjero.

 “Esta es una de las razones por las que, en mis conversaciones con el presidente Trump, me interesaba este cargo: si se observa la gangrena antisemita dentro de Naciones Unidas, hay más resoluciones dirigidas contra Israel que contra todos los países y crisis juntos”, dijo la republicana, durante una audiencia de confirmación ante el Comité de Asuntos Exteriores del Senado.

Falta de experiencia

La falta de experiencia y conocimiento del ámbito de la ONU de esta mujer de 40 años podría, sin embargo, jugarle una mala pasada. Dice, por ejemplo, que quiere contrarrestar el auge de China, pero apoya la retirada de Donald Trump de la OMS y de los Acuerdos de París el martes, así como la reducción de la financiación estadounidense.

Quiere activar un procedimiento para contrarrestar el desarrollo del programa nuclear iraní, algo que Washington sencillamente ya no tiene derecho a hacer. Por último, pareció olvidar que es el grado de acuerdo entre los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad lo que más o menos regula el buen funcionamiento de la ONU.