Donald Trump jamás reconoció su derrota en las elecciones presidenciales de 2020 y, en vísperas de los comicios del 5 de noviembre, el partido moviliza a los electores contra el peligro de un intento fraude por parte sus rivales demócratas a través de distintos subterfugios. En una sociedad altamente polarizada, manipulada por desinformación y con un final cabeza a cabeza según las encuestas, un resultado manchado por la sospecha abre las puertas a un escenario explosivo. Para tomar la temperatura sobre el temor a un hipotético “robo de la elección”, conversamos con votantes de Trump. 

Por el enviado especial de RFI a Scottsdale, Arizona

Son las 12 del mediodía bajo un sol de plomo en Scottsdale, Arizona. Hombres y mujeres ataviados con gorras que rezan “Make America Great Again” y camisetas con la foto estampada de un Trump herido de bala en la oreja con la cara desafiante hacen fila para ver en el escenario al candidato a vicepresidente, JD Vance,  y a Donald Trump Jr., hijo del magnate. 

Los asistentes, sobre todo parejas y familias blancas de mediana edad, conversan nerviosamente acerca de la recta final de la campaña. Intercambian información y rumores de cosas que leyeron en redes sociales, lejos de la prensa tradicional, que juzgan que hace propaganda para Kamala Harris. 

En las redes, justamente, llueven los anuncios pagos del Partido Republicano. “Protege el voto”, “Denuncie cualquier problema en su lugar de votación”. Los simpatizantes del exmandatario alientan a “inundar de votos” de las urnas para que el resultado sea “too big to rigg”, demasiado grande para que lo amañen. El partido hace campaña para reclutar voluntarios dispuestos a custodiar el proceso electoral, mientras denuncian iniciativas para hacer trampa, como máquinas de votación trucadas o extranjeros sin ciudadanía ejerciendo ilegalmente el derecho al voto en un país donde el documento de identidad para votar no es obligatorio para sufragar en varios estados.

“Estoy extremadamente preocupado por esto. Puede ver reportes en las noticias de máquinas de votación [marca] Dominion que no están funcionado adecuadamente en este momento”, alega RFI John, un ejecutivo que trabaja en una empresa de computación. “Hay empadronamientos fraudulentos, también hay ilegales registrados para poder votar, hay pruebas de que todo esto es verdad, todo esto me preocupa bastante”, acusa. Pero Mike no cree que puedan robarle la victoria. “Es demasiado grande para que puedan amañarlo”, dice citando a Trump. “Pero van a hacer un esfuerzo brutal para conseguirlo”. 

 

Silvia, de unos sesenta años, también apuesta a un triunfo que haga imposible cualquier trampa. “Me preocupa un poco. He escuchado que han quemado urnas (para el voto anticipado), me preocupa que haya gente que no está legalmente registrada para votar. Pero habiendo tanta gente que apoya a Trump y a Vance para votar no sé cómo podrán hacer fraude tan abiertamente. No creo que sea posible”, dice.

A pocos pasos en la fila, María, una joven latina empleada en una farmacia confirma el miedo. “Tengo temor, sí, porque pienso que en la última elección hubo trampa y esta vez también puede ser que haya”, asegura. ¿Y en caso de que Trump cuestione la integridad del resultado oficial? “Puede haber un caos. Si llega a perder, puede pasar algo grande”, estima la mujer, que calza la gorra de MAGA.

Su amiga Raquel, que trabaja en un estudio de abogados, comparte este sentimiento. “Me da mucho miedo de que no sea justa. La última vez no lo fue. Recuerdo que cuando me fui a dormir todo estaba bien, pero cuando me levanté todo era diferente. Y oí muchas historias. Tengo amigas que trabajaron en la votación con las boletas, muchas no eran legales”, denuncia.

Ruth desconfía. Esta mujer mayor que ha venido con una amiga juzga en 2020 el conteo de los votos fue sospechoso, en particular en Arizona, donde Trump perdió por apenas 11.000 votos en un estado decisivo para ganar la elección. Para ella, si hay violencia post electoral por los resultados, ésta no vendrá de campo republicano. 

“Los que apoyan a Trump no son personas agresivas, la mayoría no son de hacer protestas. Lo que yo temo es si Kamala pierde, porque mi experiencia es que quienes la apoyan son personas intolerantes hacia cualquier visión que no sea la de ellas. Temo que, si Trump gana, marchen incendiando, rompiendo ventanas, como ocurrió con el caso de [George] Floyd”.

En estas elecciones presidenciales bipartidistas, no sólo hay dos escenarios posibles, la victoria de Kamala Harris o Donald Trump, si no al menos tres. La perspectiva de que lo ajustado de los resultados prolongue el conteo y todo se juegue por un puñado de votos, abre la puerta a una situación extremadamente volátil, alimentada por desinformación, polarización extrema y un sistema electoral complejo que ha dejado heridas abiertas en un pasado cercano.