En la Amazonía brasileña, la sequía histórica del río Negro permitió descubrir grabados rupestres, hasta ahora desconocidos. El yacimiento de Ponta das Lajes se encuentra en una región de gran riqueza arqueológica, donde los expertos han datado las excavaciones entre 1.000 y 2.000 años atrás.

Por Sarah Cozzolino, corresponsal de RFI en Brasil, desde Manaos

"Aquí, estamos empezando a ver talleres de talla de piedra": el arqueólogo Iberê Martins señala huecos en la roca. Las poblaciones precolombinas los utilizaban para fabricar herramientas de piedra tallada: "Esta forma redonda se debe al largo proceso de pulido de las piedras, para fabricar martillos, por ejemplo".

Un poco más allá, se ven grabados que representan rostros humanos, que a veces parecen felices o tristes… Algunos están en relieve en la piedra. Sin embargo, el área ya ha sido objeto de vandalismo: "Aquí, han resaltado el petroglifo excavando de nuevo la piedra. Excepto que también añadieron un par de orejas y cuernos…", dice el arqueólogo.

La afluencia de turistas amenaza el yacimiento

En cuanto aparecieron los grabados, los habitantes de Manaos empezaron a acudir en masa al yacimiento. En menos de media hora, cuatro barcos de agencias turísticas desembarcaban gente en las rocas: "Por desgracia, hay una afluencia de curiosos que vienen a visitar el yacimiento. Digo 'desgracia', porque no tenemos instalaciones para ello", explica Martins.

El yacimiento arqueológico se encuentra donde confluyen las aguas de los ríos Negro y Solimões, un lugar sagrado para los indígenas. Ivan pertenece al pueblo tukano: "Para nosotros, es un lugar muy importante que forma parte de nuestros orígenes. Hay entidades, seres que cuidan de este lugar. Estas invasiones son muy peligrosas y tendrán consecuencias".

Este descubrimiento plantea varias hipótesis. Según el arqueólogo Jaime Oliveira, del Instituto do Patrimonio Histórico e Artístico Nacional,"la primera es que hace mil o dos mil años estos pueblos también vivieron periodos de sequía, igual que nosotros. Tampoco podemos descartar la posibilidad de que el curso del río Negro fuera más estrecho de lo que es hoy".

Según el arqueólogo, la comunidad científica de la región debe estar preparada, ya que es probable que aparezcan nuevos grabados en los próximos años a medida que se aceleren los fenómenos climáticos extremos.