Descartada la guerrilla como método de lucha tras el rotundo fracaso del alzamiento armado del Movimiento 14 de Junio, el día 24 de abril de 1965 las masas populares, bajo la dirección del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y su joven líder José Francisco Peña Gómez, se lanzaron a las calles a exigir el retorno de Juan Bosch y la restauración de la constitucionalidad democrática hecha añicos por el golpe militar de 1963.
En retrospectiva, el estallido revolucionario en Santo Domingo y la resistencia anti imperialista desatada a raíz de la invasión yanqui tuvo un profundo impacto a nivel continental y mundial y en particular a lo interno de los EE UU. Para ilustrar tal afirmación podemos mencionar el interés que generó el estudio de la historia y la sociedad dominicana en los EE UU luego de la invasión militar de 1965 y como consecuencia, el surgimiento de dos grupos paradigmáticos de activismo político, reflexión e investigación crítica (por supuesto, desde la izquierda) que hoy en día siguen forjando puentes de solidaridad entre el pueblo norteamericano y los pueblos en lucha en América Latina y el Caribe: The Committee on U.S.-Latin American Relations (Comité de Relaciones Latinoamericanas y Estadounidenses-CUSLAR) fundado en la Universidad Cornell en 1965; y The North American Congress on Latin America (Congreso Norteamericano sobre América Latina-NACLA) fundado en la Universidad de Nueva York en 1966.
Sin duda alguna, la valiente resistencia del pueblo dominicano generó un movimiento de solidaridad sin precedentes, creando unidad de acción entre los pueblos del mundo y entre sectores de izquierda; dando paso a movilizaciones en una suerte de frente antiimperialista internacional en contra de la invasión a República Dominicana y a la guerra de Vietnam; dando paso a una conciencia política, solidaria y anti-militarista en repudio a la injerencia de Washington en todos los rincones del planeta.
Derrota de abril y la gran ola migratoria
La primera gran ola de inmigrantes dominicanos de clase trabajadora llegó a Nueva York gracias a la Ley de Inmigración de 1965 que facilitó la entrada de inmigrantes no europeos de tez blanca. La inmigracion en masa servía como válvula de escape a la miseria, la intimidación y la persecución política bajo el régimen de Balaguer, un régimen contrarrevolucionario que surgió como consecuencia directa de la derrota de la revolución de abril a manos de los marines yanquis y sus lacayos locales.
A pesar de la distancia, en la urbe newyorkina, los partidarios de Bosch y el PRD junto a militantes de la izquierda revolucionaria, se dieron a la tarea de continuar la lucha por la restauración democrática, denunciando las violaciones de derechos humanos del balaguerismo. En ese sentido, la militancia anti-balaguerista contaba con el apoyo de la izquierda norteamericana (en particular la tendencia trotskista) y de sus medios de prensa como Militante, periodico del Socialist Workers Party (SWP-Partido Socialista de los Trabajadores), una organización que había forjado lazos con exiliados dominicanos durante la lucha anti-trujillista y más tarde, con exiliados anti-balagueristas como el militante revolucionario Claudio Tavárez.
Un artículo firmado por Mirta Vidal y Eva Chertov aparecido en la edición del viernes 23 de enero de 1970 del periodico Militante informó acerca de un mitin de masas anti-balaguerista en en el barrio dominicano de Washington Heights en Nueva York:
“NUEVA YORK–La reunión política más grande jamás organizada por cualquier sector de la comunidad hispano-hablante de Nueva York tuvo lugar aquí el 11 de enero. Fue convocada por el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), encabezado por el ex-presidente Juan Bosch.
“Aproximadamente unas 3.000 personas se apiñaban en el Audubon Ballroom, con capacidad para unas 2.500. Los asistentes estaban parados de tres en tres en los pasillos, y las cabinas a lo largo del balcón parecían a punto de colapsar en cualquier momento bajo el peso de la gente amontonada.
“José Francisco Peña Gómez, secretario general del PRD, fue el orador principal. De acuerdo a las consignas de la audiencia y los comentarios hechos a nuestro alrededor, quedó claro que la mayoría de los presentes estaban de acuerdo con el programa independiente del partido de Juan Bosch y apoyaban al PRD en su lucha contra la dictadura de Balaguer respaldada por Estados Unidos.
“Sin embargo, en el mitin estuvieron representadas todas las tendencias dominicanas de izquierda y algunas alzaron consignas contrarias a las expresadas por Peña Gómez. Cada vez que esto sucedía el canto de '¡Unidad! ahogaría el intercambio.
“Esta manifestación reflejó un nuevo y elevado estado de ánimo de lucha en la población dominicana de 250.000 habitantes de la ciudad.
Consideramos importante resaltar la importancia de esos años iniciales de la gran ola migratoria dominicana en los EE UU y el legado de la comunidad a las generaciones siguientes. Si hoy día cada 24 de abril se conmemora el aniversario de la revolución de abril en Nueva York y en otros estados donde hay presencia dominicana es porque desde un principio la comunidad dominicana y el exilio de izquierda impulsaba actos de conmemoración de la revuelta de abril en desfiles culturales y acciones políticas como lo relata Jesse Hoffnung-Garskof en su libro A Tale of Two Cities: Santo Domingo and New York after 1950 (Historia de dos ciudades: Santo Domingo y nueva York después de 1950).
Para tener una mejor idea del alcance social de la investigación histórica de Hoffnung-Garskof, compartimos acá un fragmento tomado de la descripción general elaborada por la editorial de la Universidad de Princeton y publicada en su portal:
“En la segunda mitad del siglo XX, los dominicanos se convirtieron en el nuevo grupo de inmigrantes más grande y más pobre de la ciudad de Nueva York. Trabajaban en fábricas de ropa y pequeñas tiendas de comestibles, como taxistas, conserjes, trabajadores de hospitales y niñeras. En 1990, uno de cada diez dominicanos vivía en Nueva York. Historia de dos ciudades cuenta la fascinante historia de esta emblemática migración de América Latina a Estados Unidos. Jesse Hoffnung-Garskof narra no sólo cómo la propia Nueva York fue transformada para siempre por el asentamiento dominicano, sino también cómo la vida de los dominicanos en Nueva York afectó profundamente la vida en la República Dominicana.”
Maoismo dominicano en Nueva York
En la década del 60 y posiblemente mucho antes de la caída de Trujillo, la República Popular China brindó entrenamiento militar a un número indeterminado de dominicanos en China continental. El rol militar e ideológico de China, y sus relaciones con el Movimiento Popular Dominicano (MPD), contribuyó a catapultar al maoísmo como la tendencia dominante dentro de la izquierda dominicana. El MPD, fundado por exiliados dominicanos en Cuba en 1956, se convirtió en la organización maoista más grande en el país, seguido por Línea Roja, escisión del Movimiento 14 de Junio, fundado en 1968 en la República Dominicana como parte de un proyecto que buscaba construir un partido de vanguardia de la clase trabajadora.
La militancia de esas organizaciones de izquierda estaba en la primera fila del combate anti balaguerista. Por ende, fueron las organizaciones de orientación maoísta las que más sufrieron en carne propia las cárceles, las torturas, los asesinatos políticos y el exilio.
En las décadas posteriores a la revolución de abril de 1965, tanto el MPD como Línea Roja tendrían una presencia importante en la comunidad de militantes exiliados en los EE UU. Es posible que militantes de otra organización, Bandera Proletaria, estuvieran residiendo en los EE UU aunque no hemos podido corroborar el hecho.
De acuerdo con algunos testimonios que hemos recopilado de actores de la época, Línea Roja era una organización combativa, solidaria e internacionalista. A través de antiguos militantes haitianos, hemos recibido algunas noticias acerca de la labor clandestina de Línea Roja en la lucha conjunta que libraron dominicanos y haitianos en contra de la dictadura duvalierista en Haití y la dictadura balaguerista en Santo Domingo.
Para algunos militantes haitianos miembros del exilio anti duvalierista en Nueva York, la figura y el legado de Iván Rodríguez, antiguo militante de Línea Roja, fue fundamental en la construcción de solidaridad dominicohaitiana. Daniel Huttinot, antiguo militante de la izquierda haitiana y miembro del colectivo artístico Kouidor en Nueva York, siempre lo rememoraba con mucho cariño, respeto y admiración.
Línea Roja también hizo un esfuerzo por forjar lazos políticos con militantes del maoísmo norteamericano. En 1977, por ejemplo, militantes de Línea Roja y Bandera Proletaria llevaron a cabo una reunión con militantes del Partido Comunista Marxista-Leninista de Estados Unidos (Communist Party (M-L) of US). El resultado final de esa reunión se plasmó en una declaración conjunta publicada en 1978:
“El Partido Comunista (Marxista-Leninista) de los Estados Unidos y las organizaciones marxista-leninistas de la República Dominicana, el Movimiento Revolucionario Línea Roja ‘14 de Junio’ y Bandera Proletaria, en representación del Comité Fundador del Partido de los Trabajadores Dominicanos (M-L) , que también incluye a Vía Marxista-Leninista, se han reunido y mantenido una serie de reuniones.
“Las conversaciones se desarrollaron en una atmósfera cálida y de camaradería, en el espíritu del internacionalismo proletario.
“En estos encuentros los marxistas-leninistas estadounidenses y dominicanos intercambiaron experiencias sobre la lucha en contra de sus enemigos comunes: el imperialismo estadounidense, el social-imperialismo soviético, el revisionismo moderno y [todo tipo de política] reaccionaria.
“Los marxistas-leninistas estadounidenses y dominicanos intercambiaron experiencias en la lucha que busca unir a los marxistas-leninistas en torno a la construcción de un partido único en sus respectivos países. También discutieron sus puntos de vista sobre cuestiones importantes relacionadas con la situación mundial y el movimiento comunista internacional. Llegaron a una completa unidad en todos los asuntos discutidos.
“Los marxista-leninistas dominicanos afirmaron que su país, la República Dominicana, es una neo-colonia del imperialismo estadounidense, sometida a la opresión, la intervención y el saqueo más bárbaro de sus riquezas. Esta situación es perpetuada por el actual gobierno títere de Joaquín Balaguer, instalado tras la invasión militar estadounidense en 1965. Este régimen es capaz de mantener la opresión más cruel de las masas populares celebrando elecciones fraudulentas cada cuatro años. Los marxistas-leninistas dominicanos explicaron que el imperialismo está tratando de prolongar la duración de este gobierno por 16 años (desde su toma de posesión en 1966), utilizando la demagogia para engañar a la opinión pública y la represión para aterrorizar a las masas. Los imperialistas van a cometer fraude en las próximas elecciones de mayo de 1978 como una forma de legalizar la continuidad de la dictadura represiva.”
La declaración conjunta entre Línea Roja, Bandera Proletaria y el Partido Comunista Marxista-Leninista de los EE.UU. concluye reafirmando la unidad entre las tres organizaciones maoístas:
“Los comunistas dominicanos y estadounidenses han emitido esta declaración con el fin de presentar algunos de los principales puntos de unidad entre nosotros. Como comunistas del tercer mundo y de una de las dos superpotencias, nuestra unidad es un gran tesoro que atesoraremos en los próximos años. No importa las dificultades que podamos enfrentar, nuestra unidad es indestructible, porque se basa en los principios inmortales del comunismo, la ideología liberadora de la clase trabajadora internacional y de todos los pueblos oprimidos.”
Presencia dominicana en la izquierda norteamericana
Desde la década de 1960, la participación de personas de nacionalidad dominicana o de origen dominicano o de personas que se identifican como dominicanos en la izquierda norteamericana ha sido significativa e incluye la construcción de partidos revolucionarios, mítines proinmigrantes, derechos indígenas, activismo contra el apartheid surafricano en la década de los 80s (al respecto, está pendiente recopilar el testimonio de la organizadora laboral dominicana Estela Vásquez); antirracismo, luchas feministas, activismo LGBTQ, organización de juntas de vecinos o inquilinos, movilizaciones en contra de la guerra de Vietnam e Irak, protestas en contra de la represión policial. En pocas palabras, el activismo de izquierda ha sido decisivo en la lucha ambiental, estudiantil y por el rescate de memorias colectivas de pueblos y grupos étnicos oprimidos y por el derecho a la educación bilingüe.
Muchas han sido las personas de la diáspora dominicana que han dejado una huella en la sociedad desde la militancia en la izquierda norteamericana. Un caso excepcional es el de Frances Villar, de clase obrera y oriunda de La Romana, quien en el 2009 se postuló como candidata a la alcaldía de la ciudad de Nueva York por el Partido Socialismo y Liberación (Party for Liberation and Socialism-PSL).
Desde el campo de la cultura, la literatura y la educación superior, un sin número de activistas y catedráticas/os de ascendencia dominicana se han dado a la tarea de rescatar, contra viento y marea, historias colectivas, clandestinas y transgresivas en claro desafío al legado tradicional y patriarcal de la República Dominicana y en constante cuestionamiento de los estereotipos racistas de la elite blanca dominicana en torno a inmigrantes de origen haitiano y la afrodescendencia en suelo dominicano.
En resumen, la presencia de la comunidad dominicana en los EE.UU. ha tenido un enorme impacto en lo ideológico, político y cultural tanto en la izquierda norteamericana como en la sociedad en general.
Mis agradecimientos a Paul Saba del Archivo Marxista de Internet por transcribir la declaración conjunta de Línea Roja, Bandera Proletaria y el Partido Comunista Marxista-Leninista de los Estados Unidos (PC-ML).